En tiempos en que el descontento ciudadano con las instituciones se manifiesta en diferentes demandas o movilizaciones , y se concreta – ante el espanto de la casta política criolla – en abstención electoral es necesario buscar soluciones que permitan revalorizar la política.
Mayor participación en la toma de decisiones es la frase que más se repite en este sentido.
En esta línea, pero poniendo énfasis en que la participación debe permitir fortalecer la representación y dar un espacio relevante a la deliberación pública sostiene su argumentación la académica y cientista política del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Claudia Heiss, quién señala al respecto que «lo contrario de la representación no es la participación sino que la exclusión, cuando hay grupos excluídos de la esfera pública el sistema no es representativo».
En conversación con El Ciudadano, la investigadora profundiza en el tema destacando además que «lo de hoy es el producto de que la gente veía que las decisiones se tomaban en otro lado y no en las urnas, finalmente la gente decía que la elección estaba resuelta antes de ir a las urnas, en una especie de simulacro de participación».
Hoy están en boga los conceptos de participación y representación, lo que se ha profundizado con la serie de hechos protagonizados por la clase política ¿Qué reflexión realizas de la reacción ciudadana frente a las fallas de la democracia representativa?
Lo primero que hay que decir es que los términos de la discusión son equivocados, porque se ha planteado como si la representación política sea el problema o que la idea misma de representación política fuese el problema. Yo creo que se elude el fondo del problema, que es que tenemos un sistema representativo que no es totalmente representativo. Pensar que la democracia puede funcionar con más participación y menos representación es un error, porque a lo que deberíamos apuntar es a tener más participación y más representación.
¿Cuál debiera ser la relación entonces?
En la medida que no hay participación, la representación es absolutamente inequitativa, la gente participa de absolutamente desigual. La representación viene a corregir esa falla de la participación directa. Tenemos el caso de los Encuentros Locales del Proceso Constituyente, donde los sectores más preparados o ABC1 fueron los que participaron. Lo contrario de la representación no es la participación sino que la exclusión, cuando hay grupos excluídos de la esfera pública el sistema no es representativo; cuando miramos el Parlamento vemos que no es suficientemente representativo, hay un problema de falta de representatividad no que la representación sea mala. Cuando hablamos de que los parlamentarios vienen de cinco colegios obviamente hay una exclusión o que en el Senado hay menos del 5% de mujeres es porque hay un bloqueo o lo mismo en el caso de los pueblos originarios. Hay que superar la dicotomía representación-participación, hay que fortalecer la democracia representativa a través de la participación.
¿Representación y participación son excluyentes?
Para ser representativo algo tiene que ser participativo, cuando se dice que tienes el 30% de participación en la elección municipal, claramente genera un problema en la representatividad de la persona elegida, entonces la representación implica participación. Lo contrario de la partición es la abstención, por ende hay que entender que participación y representación van íntimamente vinculados.
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¿Pero junto con la participación debe haber un espacio de deliberación y que sus resultados sean vinculantes?
Este es un tema fundamental porque la deliberación solo es posible en foros representativos, ya que la deliberación no se da en espacios de democracia directa, porque por ejemplo cuando se plebiscita algo puede haber discusión pública pero no hay deliberación, que es la posibilidad de intercambiar argumentos y convencer y formar opinión a través de ese argumento.
Pero hoy en Chile no existen espacios para dar cabida tanto a la participación como a la deliberación
Es que pasa que la deliberación cuando no es representativa tampoco resuelve el problema. Por eso valoro la representación y llamo a quienes quieren hacer un cambio en el sistema político chileno a valorarla y eso implica tenerlas institucionales. La deliberación representativa es un antídoto contra estos discursos excluyentes, la polarización.
¿Cual crees tu que la ciudadanía no quiere ser parte de los procesos deliberativos?
Hay varios factores. En el mundo hay una crisis de las instituciones representativas. En el caso de Chile, hay un problema adicional que tiene que ver con que la transición a la democracia dejo sin resolver varios puntos de veto en nuestro sistema institucional, lo que ha contribuido a desincentivar la participación políticas y con muy buenas razones. La gente con el binominal sabía que daba lo mismo por quién votar y luego de 20 años de esa dinámica es obvio que a la gente le dé lo mismo por quién votar. El efecto sobre la cultura política fue tremendo; lo de hoy es el producto de que la gente veía que las decisiones se tomaban en otro lado y no en las urnas, finalmente la gente decía que la elección estaba resuelta antes de ir a las urnas, en una especie de simulacro de participación. Las instituciones políticas que hemos tenido durante la transición, en especial la Constitución del 80 y el sistema binominal generaron la percepción de que la participación política no produce cambios y eso es muy masivo.
¿La responsabilidad es únicamente de la clase política?
Si el sistema político quiere invitar a participar a la ciudadanía, esa participación tiene que ser significativa; no puede ser que diga «usted participe pero nosotros tomamos las decisiones». Hay responsabilidad de nuestros dirigentes políticos y una herencia institucional de inmovilismo que ha impedido que las preferencias de la gente se transformen en política pública o decisiones pública.
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En la próxima elección no hay binominal ¿Cómo se supera la desinformación o la despolitización?
El cambio del sistema electoral pone un desafío al Servel o al gobierno en general de informar a la gente como corresponde. La crisis del padrón electoral es una alerta considerando la parlamentaria y presidencial. El cambio del binominal es muy bueno porque va a generar incertidumbre, la que a la vez genera interés de la gente por participar. Respecto de la despolitización, hay un informe del PNUD señala que desde 2006 el movimiento social ha sido un factor de politización, pero que no se canaliza a través de las urnas sino que a través de vías no institucionales. En esto hay una dimensión algo peligrosa, pues el descontento que se expresa a través de los movimientos sociales, que tiene un factor positivo en la politización, tiene un rechazo general al sistema político que puede conducir a un efecto que no sea de politización sino que de simplemente de rechazo.
¿Estaríamos cerca del que se vayan todos?
Nos hemos acercado, y tiene que ver con el distanciamiento entre los partidos políticos y la ciudadanía, siendo que los partidos son el instrumento de canalización de demandas sociales hacia el sistema político. Cuando se desintengran los sistemas de partidos las democracias no funcionan bien y yo creo que ahí hay desafío importante que es revalorizar el sistema político. En eso hay responsabilidad de los partidos pero también de la gente.
¿Qué evaluación tienes de los movimiento sociales?
Tengo una buena evaluación respecto de la capacidad de remecer al sistema político, abrir canales de reforma, pero creo que falta muchísimo por hacer aun.
¿Los movimientos constituyentes pueden ser un aliciente para la ciudadanía en referencia a la representación, participación, deliberación y su capacidad de incidencia?
Yo creo que es fundamental tener un cambio en la constitución que contribuya a que las preferencias de la gente lleguen al sistema político. Eso conlleva terminar con las leyes orgánicas constitucionales, que implica que en todos los temas que se busque redistribuir Chile se requiera la aprobación de esa minoría heredera de la dictadura. No puede ser que el debate esté coptado por las minorías. El ideal es tener una Asamblea Constituyente participativa, representativa y donde pudiera haber una deliberación real que permita establecer un pacto democrático, que hoy no tenemos.
José Robredo H.
@joserobredo
El Ciudadano