Acuerdos Paz Colombia: «El imperio metió sus manos en la negociación y cobrará por la derecha»

El analista explica los retos que el acuerdo de paz implica para el pueblo colombiano, la percepción de la ciudadanía sobre las negociaciones y las implicancias del proceso para el ejecutivo de Juan Manuel Santos.

Acuerdos Paz Colombia: «El imperio metió sus manos en la negociación y cobrará por la derecha»

Autor: Meritxell Freixas

Este lunes entró en vigor el alto al fuego definitivo entre el gobierno colombiano y las FARC- EP, uno de los puntos de los acuerdos de paz, negociados durante seis años en La Habana.

Entre los puntos acordados en el tratado final, que ponen fin a más de cinco décadas de conflicto,  están también la reforma rural, la participación política de las FARC, la dejación de armas de la guerrilla, la solución del problema de drogas ilícitas, la verdad y reparación a las víctimas, y los mecanismos de implementación.

Por el momento, se sabe que la organización política surgida tras el desarme de la guerrilla contará con tres voceros en el Senado y tres en la Cámara de Representantes que tendrán voz, pero no voto, durante la implementación del acuerdo en forma de nuevas leyes y reformas necesarias. Esto será así hasta 2018, cuando se convocarán elecciones a las que el partido de las FARC-EP deberá participar para asegurar su representación mínima en el Congreso: cinco en el Senado y cinco en la Cámara. También tendrá que presentarse a los comicios de 2022.

En el caso de que no se logre esa representación mínima, el acuerdo la garantiza con la asignación del número de escaños que falten para completar los cinco necesarios.

Para conocer los detalles del proceso y el impacto de esta noticia en la sociedad colombiana, El Ciudadano conversó con Olimpo Cárdenas Delgado, miembro del equipo de paz del Congreso de Los Pueblos – Movimientos social y político, y director del Periódico Periferia Prensa Alternativa, de Colombia.

entrevista colombia

¿Cómo ha sido la reacción del pueblo colombiano ante la firma de los acuerdos de paz?

No es fácil responder con acierto, pero si se tiene en cuenta que los medios masivos de comunicación desde hace medio siglo imponen la agenda mediática y generan una opinión pública acorde a los intereses de los grupos poderosos y casi siempre de quienes están en el gobierno, que a la postre son los que definen al personaje de turno; uno diría que en este caso no le ha ido tan bien a la iniciativa de paz. Es claro que mucha gente está feliz, otros estamos moderadamente optimistas y otros, que son una cifra nada despreciable, o no saben nada sobre el tema o simplemente son borregos de la ultraderecha y repiten todo lo que dice el uribismo, que a pesar de no estar en el gobierno tiene una fuerza muy grande y una incidencia en los medios masivos, porque aún tiene aliados en estas élites. En general, los acuerdos de paz para la gente de a pie se reciben con mucha indiferencia; mientras que para las capas medias y la gente politizada los acuerdos se reciben entre el alborozo y el odio.

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La rubrica definitiva del acuerdo entre Juan Manuel Santos y Timoleón Jiménez, alias Timochenko, jefe máximo de las FARC, tendrá lugar presumiblemente el 23 de septiembre en un acto público en Colombia. Posteriormente, se celebrará el plebiscito en el que los colombianos refrendarán o rechazarán el tratado el próximo 2 de octubre y que necesita un umbral del participación del 13% del censo electoral . ¿Cuál es el clima social ante este plebiscito? ¿Es posible lograr que la victoria del sí?

La campaña en favor del SÍ viene creciendo, y se siente que la gente va sumándose en favor. Sin embargo, el clima social entre los sectores sociales está muy variado. La verdad es que el Estado no ha disminuido su política represiva contra las protestas sociales; viene anunciando el refuerzo de sus fuerzas militares y en especial de los cuerpos élites antidisturbios que ya han causado más de una decena de muertes a los manifestantes.

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En el campo económico y social, las cosas no están muy bien, existe un desempleo del 10%; un déficit del presupuesto de ingresos causado por la baja en los precios del petróleo, y la aprobación de leyes como las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social, ZIDRES, que son un duro golpe para los campesinos que además son los que han realizado los más grandes paros desde el 2013. Es grave la situación, si consideramos que el principal punto de acuerdo para las FARC era precisamente el de tierras, que va en el sentido contrario de la reforma que privilegia la agroindustria, el monocultivo y el despojo de tierras a los campesinos trabajadores.

A pesar de todo esto, en Colombia como en la mayoría del planeta, las maquinarias electorales están muy aceitadas, y sería prácticamente imposible que el SÍ perdiera. Además sería un descalabro no solo para el gobierno sino, con todas las polémicas, para la sociedad en su conjunto.

La campaña, es representada por la parte del sí, por el expresidente César Gaviria (1990-1994), mientras que en el ‘no’ lidera el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), además de Andrés Pastrana (1998-2002),  y al procurador general Alejandro Ordóñez. ¿Cómo se presenta este período de difusión de lo que representa el plebiscito, teniendo en cuenta que los del ‘no’ dijeron que si ganan tendrán que renegociar algunos puntos del acuerdo, cosa que defensores del sí aseguran que quebraría el proceso? 

Todo esto es una gran confusión, pero en verdad hace parte de la guerra mediática y política entre las dos campañas. Los uribistas montan sus argumentos en una campaña de odio, tratando de dejar en el ambiente que el país se le va a entregar a las FARC, y al comunismo, etc. Pero han variado sus posturas desde la que dijo que no votarían, que se abstendrían, hasta decir que si gana el NO, ellos respetarían el proceso de paz, claro haciéndole sus cambios. Por su parte el gobierno que encabeza el presidente Santos dijo tajantemente que si ganaba el NO, se volvería a la guerra, no habría más proceso de paz; pero esa es una postura de fuerza y de convicción de que deben ganar. Legalmente, la Corte dijo que aun si gana el NO, la base jurídica que ampara el proceso no se caería, habría que continuar, en medio de un limbo político. Lo que quiere decir la derrota política del gobierno y del proceso de paz, más no la jurídica.

¿Cómo ve la sociedad colombiana que los antiguos guerrilleros se integren paulatinamente a la vida política del país?

Esta es otra pregunta que respondo con alto grado de subjetividad, pero con mucho conocimiento del trabajo contrainsurgente que a través de los medios ha hecho el Estado y sus respectivos gobiernos. Aun en medio de las negociaciones los calificativos contra la guerrilla de las FARC, que era la otra parte de una mesa de negociación, no pararon, por el contrario vimos toda una estrategia para destrozar su ya deteriorada imagen durante 50 años. Incluso el ministro de defensa Pinzón, en repetidas oportunidades habló en contra del proceso de paz y de las FARC, en una aparente insubordinación con el jefe de Estado, pero nunca fue sancionado ni le fue llamada la atención, y no sólo este ministro sino toda la institucionalidad y los medios masivos de comunicación arreciaron en estos cuatro años en el lenguaje, en las investigaciones periodísticas; la fiscalía y los jueces publicando los fallos con sevicia, etc.

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En este marco el proceso de paz termina con la cara del gobierno y las fuerzas militares muy limpias y lavadas, libre de responsabilidades de los crímenes de estado; y con las de las FARC muy sucias y como el único responsable de crímenes, delincuencia, muertes, entre otros abusos. De manera que ese es el imaginario que queda, entonces una gran masa no ve bien que la guerrilla haga vida política, pero si ven bien que dejen de hacer la guerra. Sigo pensando que gana la indiferencia, a pesar del impacto histórico que realmente significa este acuerdo.

¿Cómo se llevará a cabo el proceso de desarme de la guerrilla? ¿Qué hay de las zonas veredales destinadas a la dejación de armas (qué se hará con la población que vive en estas zonas, cómo se va a proteger, etc.)

Pues para eso tienen seis meses, a partir de la firma de los acuerdos. La ONU será la encargada de recibir las armas y dicen que se construirán tres monumentos para ser ubicados uno en Cuba, otro en Colombia y otro en Estados Unidos; al fin y al cabo el imperio metió sus manos en esta negociación y cobrará por la derecha, literalmente. Luego habrá actos protocolarios y simbólicos en donde unos sesenta guerrilleros desfilaran de civil para señalar que ingresan a la legalidad.

En cuanto a las zonas veredales, serán 23 y según el acuerdo son para “garantizar el acuerdo de cese al fuego y dejación de armas, e iniciar el proceso de preparación para la reincorporación a la vida civil de las estructuras de las FARC-EP en lo económico, lo político y social de acuerdo con sus intereses”. En realidad estas son para controlar y concentrar a los combatientes para un eficiente conteo y seguramente para aclimatarlos a la vida civil.

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Pero ya se han presentado dificultades con algunas comunidades organizadas que ven como una amenaza la llegada de los guerrilleros así sea en esta circunstancia. Se han presentado rechazos como en Remedios – Antioquía, en la vereda Carrizal, en donde los campesinos exigen que se les consulte y se les tenga en cuenta para concertar qué es lo que van a  hacer estos guerrilleros en su territorio; en el departamento de Arauca, han tenido que cambiar las zonas en dos o tres oportunidades por la misma causa, la desconfianza. Pero no es sólo por la llegada de los guerrilleros sino por las posibilidades, fundadas, de que existan acciones de la ultraderecha para golpear el proceso y generar conflictos. De todas maneras es un tema complejo en donde todos nos deberíamos involucrar para ayudar y garantizar que estas concentraciones de excombatientes no generen nuevos conflictos territoriales. Por supuesto hay zonas en donde no se ha presentado ni se presentarán dificultades. En principio no debería ocurrirle nada a los pobladores que actualmente habitan esos lugares. Lo que hay que cuidar es que sus derechos no sean vulnerados.

¿Cuál es el riesgo real de que otras guerrillas vayan a sustituir a las FARC-EP en las mismas zonas donde ésta operaba?

El riesgo es alto. Pero no solo a cargo de las guerrillas sino de otros grupos armados de corte paramilitar, que aun andan como Pedro por su casa y que siguen siendo amparados por el Estado y sus fuerzas militares y algunos de los empresarios y transnacionales. En Colombia es común que unos territorios sean sustituidos por otros actores armados bien sea por la fuerza o por el abandono de estos por diferentes circunstancias. También es posible que el ELN, que es la otra guerrilla con fuerza y posibilidades de iniciar un proceso de negociación, ante la negativa y vacilación del gobierno de instalar la fase pública, llegue a esas zonas.

¿Qué representa este acuerdo para el Gobierno de Juan Manuel Santos, que la encuesta Gallup de mayo 2016, registraba su aprobación en un 21%?

Creo que son dos cosas importantes para él. La primera una de tipo personal, de castas, de dinastías, de egos, y es la de ser reconocido como el presidente de Colombia y uno de los del planeta que fue capaz de acabar con un conflicto, tal vez el más antiguo, y con una guerrilla reconocida internacionalmente. La otra es que garantiza la continuidad de un proceso de gobierno y de partido político en el poder. Seguramente esto les permitirá varias cosas en beneficio de sus propósitos económicos y políticos, entre ellos implementar el neo desarrollismo extractivista con mayor fuerza; jugar mejor en el ámbito de la economía neoliberal en todo el globo; y de paso tratar de llegar a un proceso de paz con la otra guerrilla en importancia que es el ELN. Dentro de estos análisis poco importa los porcentajes de una encuesta.

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Ahora, y a parte de las preguntas, considero que eso es lo que toca con el bloque en el poder. El bloque popular también tiene juego en medio de este momento político de país. Y es la consolidación nacional y continental de un bloque popular antineoliberal, que se movilice, que luche por transformaciones y que dispute a través de la participación de la sociedad en la construcción de una paz con justicia social y ambiental. En este sentido, vale decir que, por lo menos en Colombia los procesos de movilización y protesta, con alcances políticos serios y que adelantan acciones contra el modelo económico se han duplicado en los últimos 15 años. Como Congreso de los Pueblos venimos en franca lid creciendo y ganando aceptación en que hay que organizarnos y tratar de deslindar campos con los partidos de la derecha, sin embargo apoyamos el plebiscito y deseamos que a nuestros compañeros de las FARC les vaya bien y que a sus bases también; ojalá a todo el país, en este proceso.

Meritxell Freixas

@MeritxellFr


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