Columna de Andrés Giordano: «No es el momento»

El 26 de enero, Ignacio Briones dejó oficialmente su cargo de ministro de Hacienda para comenzar una carrera presidencial, en medio de un ridículo espectáculo junto a su familia -incluyendo niños-, y ocupando una mascarilla con el símbolo sumerio “AMA-GI», usado por los Libertarians, una corriente política de origen estadounidense que aboga por la total libertad […]

Columna de Andrés Giordano: «No es el  momento»

Autor: Pía

El 26 de enero, Ignacio Briones dejó oficialmente su cargo de ministro de Hacienda para comenzar una carrera presidencial, en medio de un ridículo espectáculo junto a su familia -incluyendo niños-, y ocupando una mascarilla con el símbolo sumerio “AMA-GI», usado por los Libertarians, una corriente política de origen estadounidense que aboga por la total libertad de mercado, la abolición del Estado y de los Sindicatos. Precisamente de esta doctrina derivan los Chicago Boys, muy admirados por el exministro, y fundadores del modelo neoliberal que colapsó el pasado 18 de octubre de 2019 en una incontenible revuelta popular. El presidente del 4% de aprobación, Sebastián Piñera, lo despidió asegurando que “durante este periodo alcanzó importantes logros y dejó profundas huellas”. Como veremos más adelante, se trata de grandes logros para el empresariado y dolorosas huellas en las familias trabajadoras, hazañas que realizó de la mano de la Ministra del Trabajo, María José Zaldívar. 

El día anterior a su salida, Briones se topó conmigo, un joven trabajador y dirigente sindical de Starbucks, en las afueras del Ministerio que encabezaba, registro que ha sido ampliamente viralizado en redes sociales y medios de comunicación digital, criticando la actitud despectiva y violenta con que rechazó mi interpelación. Este encuentro fortuito se dio luego de que un grupo de dirigentes fuésemos a dar apoyo a la movilización de trabajadoras y trabajadores de la Dirección del Trabajo que reclamaban que el servicio – casa de herrero- no les aseguraba insumos de protección para el COVID-19. Y así, en pleno Teatinos, al verlo desocupado, decidí aproximarme al ministro para darle nuestra visión respecto de la extensión de su engendro, la Ley de “Protección” del Empleo, y lo que implicará para cientos de miles de familias que nos comimos, o seguimos comiéndonos, nuestros ahorros de cesantía para sobrevivir la pandemia. Pero el candidato presidencial de Evópoli no está para rebajarse a hablar con ciudadanos de a pie, patipelados, mucho menos con sindicalistas, que, desde su filosofía, son innecesarios y generan grandes barreras al libre mercado. Así que, lanzándome innecesariamente a su escolta de guardias para bloquear el paso, se retiró del lugar con un “no es el momento”. 

Ante el revuelo, salió a replicar en Twitter que su reacción se debió a que se encontraba en un cortejo fúnebre de un funcionario del Ministerio -cosa que, como se aprecia en el video, jamás mencionó-, y lo hizo con su tono despectivo, tildándome de “Sr. Héroe” y de haber realizado un “show”. Pero acercarse a una autoridad de Gobierno no es de héroes; héroes y heroínas son las familias que han tenido que cargar con las “huellas” que Piñera le celebró. Por ejemplo, la Ley de “Protección” del Empleo, que obligó a cientos de miles a autofinanciarse desde los ahorros en el seguro de Cesantía, subsidios que alcanzan el 45% de los ingresos regulares de sus hogares. Dicho de otro modo, fiel a su ideología de un Estado reducido, Briones decidió meterle la mano en el bolsillo a cientos de miles de trabajadoras y trabajadores para beneficiar a empresas de todo tamaño, incluyendo multinacionales que dejaron de pagar salarios. Y ahora, la guinda de la torta, el Gobierno pretende mantener este sistema tal cual y como está hasta diciembre, con complicidad de buena parte del Congreso. Y, en paralelo, cuando miramos los despidos masivos en Ripley, Corona, París, Bravissimo, uno se pregunta ¿Dónde quedó la protección del empleo? 

Pero esa no es la única “huella” dolorosa que deja; haber celebrado con furor que el IFE apenas alcanzara la suma de $65.000, o, en otras palabras, el 0,7% de su sueldo de Ministro que ascendía a $8.833.758 es un hito tatuado en nuestra memoria. O haber propuesto un reajuste del sueldo mínimo de 0 pesos; un clásico inolvidable.  Durante la tramitación de ese reajuste, también nos encontramos, pero tampoco “era el momento” de escuchar las opiniones del mundo del trabajo. De hecho, le recordé al Sr. Briones que en su escritorio hay una propuesta técnica para mejorar el ingreso mínimo mensual sustantivamente, presentada por diversas organizaciones sindicales como el Sindicato Starbucks, que hasta hoy no tiene respuesta. También se topó conmigo durante dos trámites legislativos de la mal llamada Ley de “Protección del Empleo”, pero ni siquiera allí “era el momento” de dialogar. Sinceramente, no hubo momento en toda su gestión como Ministro y a su salida. L, las y los trabajadores han aportado -desde sus ahorros en el seguro de Cesantía y las AFP- con más de US$35.000 millones de pesos, prácticamente el triple que la agenda del Gobierno, fuertemente centrada en las empresas. 

Volviendo al inicio, los simbolismos dicen mucho, y directo mensaje envía al elegir para su salida triunfal una mascarilla con el “AMA-GI» de los Libertarians. No es un mensaje para el pueblo, sino para los grandes grupos económicos y los súper ricos de este país, a quienes busca recordarles que fue el Ministro de los Empresarios, y que mañana quiere ser su Presidente. Y cómo no, si su gestión les generó indudables ganancias: dejaron de pagar salarios a la fuerza de trabajo que les sirvió en épocas de vacas gordas, recibieron inyecciones de capital desde el Estado y créditos blandos, y se beneficiaron del boom comercial provocado por los retiros de los Fondos de Pensiones.  

Su legado explica por qué nunca “es el momento” de escuchar a quienes generan la riqueza de sus aliados. Pero Briones se equivoca; olvida que, desde el 18 de octubre del 2019, millones de personas han alzado la voz para proclamar que sí es el momento de ser oídos y de dejar de pagar los costos de las crisis de un modelo fracasado. No queremos más “huellas” dolorosas ni un Estado al servicio de las empresas. Queremos una nueva democracia, radicalmente participativa, donde el poder se distribuya realmente con el pueblo organizado en sus comunidades; donde ser representante popular democráticamente electo no signifique llenarse de privilegios, sino más bien de la obligación de rendir cuentas permanentemente a la ciudadanía, y con la posibilidad popular de revocar su mandato a quienes se corrompan o no representen los intereses de la mayoría. Y por eso, a las pretensiones presidencialistas de personajes como Ignacio Briones le decimos fuerte y claro: No es el momento, ni ahora ni nunca. 

Por Andrés Giordano, dirigente Sindicato Starbucks, vocero Primera Línea Sindical y candidato constituyente por el D8.


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano