La muerte del fiscal Nisman es sin duda uno de los acontecimientos más oscuros desde el retorno de la democracia. Las circunstancias de su muerte dejaron al desnudo un entramado de sospechas, espionaje, tráfico de influencias y fondos públicos desviados que causó un fuerte impacto en un sector de la sociedad. Por otro lado el hecho reviste una ineludible gravedad institucional dado que el muerto, en este caso, es un fiscal de la nación que además tenía a cargo la investigación del caso del atentado a la AMIA.
Tampoco puede obviarse que el fiscal, en una jugada de corte mediática y confusa, acusó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de encubrimiento. Sin embargo, la dudosa maniobra no quita ni un ápice de legitimidad al reclamo por justicia. Es fundamental para la democracia argentina, el esclarecimiento del hecho y las condiciones en las que el fiscal Nisman murió.
En ese sentido la investigación encabezada por la fiscal Viviana Fein parece haber llegado a un punto crítico en el cual deberá redefinir la hipótesis de la investigación. Hasta ahora la posibilidad sostenida por la fiscal y las que se desprende de la interpretación de las pruebas es que el fiscal cometió suicidio. Sin embargo en las últimas semanas, parece ser que la fiscal habría encontrado sólidas pistas sobre que dicho suicidio podría haber sido inducido.
Como podemos leer en el matutino El Cronista, la fiscal Fein “ espera recibir en octubre información desde el FBI sobre un exhorto que hizo a Estados Unidos a las empresas Microsoft y Yahoo! sobre los movimientos y las claves de ingreso a las cuentas de e-mail del fiscal en las 48 horas previas a su muerte. Fein estuvo reunida con representantes de esa agencia, que le brindarán ayuda para dilucidar detalles que aporten certezas en la causa.”
“Hace diez días, al despacho de Fein llegó un informe de la División Fraudes Bancarios de la Policía Federal que analizaba entrecruzamientos de comunicaciones telefónicas y a través de Nextel durante la jornada del domingo en que, según la fiscal, murió su colega. Esos llamados le hicieron ruido a Fein, en especial diálogos extensos con aparente vinculación a Nisman realizados entre espías de la ex Secretaría de Inteligencia, que el Gobierno había desplazado de sus puestos un mes antes, como Antonio «Jaime» Stiuso y Alberto Mazzino, una presunta agente de inteligencia llamada Silvia Tomalini, personal del Ejército y, también, un hombre vinculado a la Justicia. Se trata de charlas «muy jodidas», según afirmaron fuentes del sector.”