Cristian Cuevas Zambrano es un emblemático dirigente nacional de la CUT. Fue electo el año 2008 con la segunda mayoría. Además, es presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores del Cobre (CTC), de la que declara con orgullo que es una de las organizaciones del sector minero fundamental para los trabajadores por su proyecto político y social. El Ciudadano conversó con Cuevas en los preparativos de un nuevo Día Internacional de los Derechos del Trabajador.
– ¿En qué está la Confederación de Trabajadores del Cobre en la actualidad?
-La CTC va a cumplir 5 años desde que fue fundada en Machalí en el 2007, cuando nace en el seno de la lucha del trabajador contratista. Hoy está en un proceso de fortalecimiento institucional después de su congreso en el 2011. No nos estamos rindiendo a las luchas, trabajar por su institucionalidad no significa relativizar sino ponerle base a las luchas de los trabajadores. En la industria del cobre estamos creciendo en diversas regiones y provincias y tenemos que fortalecer nuestra presencia en las federaciones y especialmente en los sindicatos, porque sin ellos no podemos avanzar. Tenemos presencia en Codelco y en la industria privada del cobre y pero debemos seguir fortaleciéndola. La CTC es parte del imaginario colectivo y una de las organizaciones principales del sector minero fundamental para los trabajadores por su proyecto político y social, que se plantea no solo reivindicaciones laborales, sino también transformaciones profundas y con vocación de poder.
-¿Cuál es el proyecto principal en este proceso de ‘fortalecimiento institucional’?
-La CTC es una organización muy simbólica que convoca a muchos trabajadores pero tiene que basificarse. Está por sobre los cuarenta mil afiliados proyectados. La CTC no solo se plantea crecer y resolver temas salariales, sino también tener un proyecto social, donde el trabajador puede ser un nuevo sujeto social. Reafirmamos nuestras demandas centrales que son terminar con lo que denominamos la columna vertebral que afecta al trabajador del subcontrato, la precariedad que también llamamos tercerización de los trabajadores. Nos preocupa su situación de precarización e inestabilidad, queremos mejores remuneraciones y no de primera y segunda categoría. Estamos por avanzar en materia de salud ocupacional, por capacitación para las competencias que se necesitan. Y también por un proceso de concientización contrarios a la generación de mano de obra barata y precaria sin un proyecto político. Cuando hablamos de vocación de poder es para recuperar la soberanía sobre nuestros recursos naturales y tener capacidad de decisión y más participación, por lo que creemos en la necesidad de reformas a la constitución y de trasformaciones reales para el Chile del siglo XXI.
-¿Cómo ha sido la experiencia en la CUT durante estos cuatro años?
-Yo fui electo en el consejo directivo nacional en el 2008 con la segunda mayoría nacional dispuesto a trabajar por los trabajadores. Llegamos a la CUT con la perspectiva y esperanza de avanzar tras esas grandes transformaciones. Con el paso del tiempo vimos que ese proyecto no existía. Y creo que en gran parte se debe a la conducción actual de la CUT, que por sus formas y métodos que no permite que se generen estas fuerzas transformadoras. A eso le sumo las malas prácticas generan una crisis de representatividad que hacen que la CUT no sea oportuna al movimiento social. La institucionalidad de la CUT, su política conciliadora, las formas y métodos de hoy no permiten que se generen estas fuerzas transformadoras.
-¿Qué opinas frente al reciente acuerdo CUT-Confederación de la Producción y el Comercio (CPC)?
-Si con la Concertación ya era constante la política de consensos, que en un gobierno de derecha se mantenga esa postura es impresentable y dramático para los trabajadores. Hay que recordar que el anuncio CUT-CPC transcurre en el mismo período en que se sucedían los acontecimientos de Aysén, con aplicación de ley de seguridad interior de estado incluida. Es demasiado cuestionable más cuando un ministro sale aplaudiendo este nuevo modo de relacionarnos (…) cuando lo que hace ese acuerdo es renunciar a los principales derechos de los trabajadores poniendo el énfasis en el diálogo social y no sobre reformas reales, como el derecho a la negociación colectiva, el derecho a la sindicalización y permite la flexibilidad, mientras que las reformas laborales reales con que recuperemos los derechos de los trabajadores han quedado en el olvido.
– ¿Crees que hay un escenario de crisis al interior de la CUT?
-Hay malas prácticas en sus métodos que generan una crisis de representatividad en general que hacen que la CUT no sea oportuna al movimiento social, aunque es distinto en las CUTs provinciales donde vemos mucho trabajo de base, interés por organizar en las regiones, solidaridad en los conflictos. Hay una serie de situaciones cuestionables durante estos últimos años donde la política del consenso ha sido la tónica de la CUT. La falta de solidaridad tras el terremoto del 2010, el silencio frente a los despidos que se dieron en el sector público con la llegada de Piñera, o el descabezamiento de la Dirección Nacional del Trabajo frente a lo que la CUT simplemente no hizo nada. O el ejemplo del almuerzo con langostas en Valparaíso el pasado 21 de mayo donde es inexplicable, no puedes tener gastos de representación de esa magnitud cuando tenemos miles de trabajadores que ganan el sueldo mínimo. Hay que revisar nuestras conductas y quehaceres. Necesitamos de dirigentes con un alto sentido de compromiso ético que no pongan en duda su papel frente a los trabajadores.
– ¿Por qué crees que pasa por esta crisis la CUT?
-Porque su cabeza ha sido cooptada por el sistema. Es un tema político e ideológico, hay un dique de contención de las luchas del propio movimiento sindical que no transmite lo que los trabajadores señalan, donde ha ganado un mal concepto de diálogo social con la concertación y hoy con la derecha, por sobre los intereses reales de los trabajadores. Y creo que frente a las próximas elecciones nacionales de la CUT tenemos que disputar su conducción para una nueva mayoría con distintos sectores con una profunda legitimidad de los trabajadores reales, con sindicatos y afiliados reales, con asambleas vivas. Tiene que ser un proceso se dé en un escenario transparente, con un padrón electoral que lo podamos conocer todos para asegurar un proceso legítimo y una campaña que llegue a todos los trabajadores, donde participen dirigentes representativos y con sindicatos base reales. Sin esa información real se siguen dañando las confianzas y se siguen produciendo fraudes como los que se comprobaron el 2008.
-¿Cuál es el rol de los trabajadores frente a este escenario?
-Cerca de un nuevo 1º de mayo creo que debemos trabajar por recuperar una CUT de clase que trabaje por un proyecto político de poder para los trabajadores. Nuestras propias demandas deben ser revisadas. El sueldo mínimo debiese estar por sobre los 350 mil pesos. Hay un tema dramático ante el que tenemos que actuar cuando el 60 por ciento del país gana menos de 300 mil pesos mensuales. Esta CUT no ha estado a la altura en esto tema y en otros, como es el hecho de ir en la búsqueda de miles de trabajadores no organizados porque el trabajo ha cambiado. Por ello el cambio en la CUT debe ser sustancial, terminando con la conciliación y el énfasis principal en el diálogo porque es con los trabajadores con quienes debemos construir, recuperando el sentido de transformación política, con solidaridad y generosidad incluso con los trabajadores que no están sindicalizados. Es momento de avanzar por un proyecto de democracia real y justicia social recuperando el sindicalismo como actor real de poder.
Por Karen Medina E
El Ciudadano