El llamado “modelo económico chileno” sólo beneficia a una ínfima minoría. Son rasgos
destacados del mismo la expoliación creciente de los trabajadores, el saqueo de nuestras riquezas
básicas, la degradación sostenida del medioambiente, la concentración de la riqueza en pocas
manos, la profunda desigualdad en la distribución del ingreso, altos niveles de desprotección de la
población ante todo tipo de contingencias y mecanismos de representación política que distorsionan
gravemente la voluntad popular, amparando el fraude, la usura, el nepotismo y la corrupción más
desenfrenados.
Otro tanto acontece a escala global. Como resultado de la voracidad del gran capital, hoy
nos vemos enfrentados a una profunda crisis civilizatoria que cobra expresión en las abismales
desigualdades sociales existentes, en las múltiples manifestaciones de violencia social y política
concomitantes y en la catástrofe ambiental que se desarrolla ante nuestros ojos.
El pensamiento neoliberal nos pinta un mundo de fantasía
Las incuestionables realidades antes señaladas son, sin embargo, sistemáticamente
ignoradas o profundamente desvirtuadas. Desde las altas esferas del poder económico, la llamada
“clase política”, los centros académicos y los medios de comunicación, se nos presenta al mundo
actual como el mejor de los posibles.
A la base de esa representación engañosa, pero amplia y fuertemente difundida, se
encuentra la silenciosa labor que, desde los think-tanks vinculados a los sectores políticos que hoy
cogobiernan el país, desarrolla la amplia y bien pagada franja de intelectuales que trabaja al servicio
de las clases dominantes. Quienes laboran en instituciones como Paz Ciudadana, Libertad y
Desarrollo, el Centro de Estudios Públicos, Project-América, CIEPLAN, Expansiva, la Fundación
Jaime Guzmán, Chile XXI y diversos grupos de investigadores de distintas universidades, contando
con la mentoría intelectual y el apoyo financiero de una vasta red de organismos internacionales y
del propio Estado chileno, consagran sus mejores energías y su talento a defender, consolidar y
proyectar el sistema económico vigente, y con ello el tipo de sociedad de clases en que vivimos,
siendo hoy uno de los principales focos temáticos de su labor la “modernización del Estado”.
Esto, sumado al hecho de que no existen ni una Izquierda Parlamentaria ni centros de
estudios que, con medios equivalentes, trabajen en sintonía con los problemas de la baja ciudadanía
y los sectores populares configura, desde la perspectiva de todos los que aspiramos a recomponer
las relaciones sociales sobre la base del reconocimiento y respeto de la soberanía popular, una
situación sumamente grave que necesita, de algún modo, ser prontamente encarada.
La necesidad de un rearme ideológico del movimiento popular
Las nuevas formas de explotación, de exclusión, marginalidad y conflicto subjetivo han
logrado desorientar, fragmentar y dispersar al movimiento popular. Se hace necesario un estudio
sistemático y profundo para poner de relieve y denunciar eficientemente el significado de estas
nuevas formas de dominación, permitiendo generar desde la base social un movimiento cultural y
político capaz de sobreponerse a la hegemonía burguesa y proyectarse, con éxito, hacia una
democratización real y profunda de la sociedad chilena en todos sus aspectos: económico, social
político y cultural.
Esa necesidad plantea un desafío ético y profesional a los intelectuales y ciudadanos que
tienen sensibilidad social y conciencia histórica de lo que ocurre. Es preciso reanimar el pensamiento
crítico y la proyección propositiva del movimiento popular, pero no centrado en un ejercicio
académico de elites profesionales que necesitan ser generosamente remuneradas, sino en el
ejercicio libre de intelectuales y profesionales unidos por gestación comunitaria; en un trabajo
institucionalizado y eficiente, pero de ética colectiva responsable; y en una proyección política
creciente, pero no como centro o partido, sino como levadura coadyuvante de un movimiento
popular amplio.
La experiencia acumulada recientemente indica que la reanimación cultural y política del
movimiento popular no vendrá ni de las “universidades progresistas” ni de este o aquel centro
académico con sensibilidad social, sino de la propia auto-educación popular, con la ayuda
desinteresada de un nuevo tipo de ‘chispa intelectual’ de rango profesional. Una chispa que no brille
por arriba, sino que ilumine por dentro de la base social. Una chispa que debe articularse del mismo
modo en que lo está haciendo esa base social: por autogestión y mutualidad. Una organización del
pensamiento crítico que se proponga disputar, en todos los espacios sociales y políticos, la
hegemonía que hasta hoy ejerce el pensamiento único neoliberal o que pueda ejercer cualquier otro
tipo de discurso ideológico burgués.
¿Por qué una “Mancomunal”?
Hemos acordado constituir una “Mancomunal del Pensamiento Crítico”, capaz de ser
levadura de ese indispensable proceso de auto-educación popular. ¿Por qué “Mancomunal”? Porque
esta denominación evoca el punto de vista de clase con que nos interesa abordar los grandes
problemas y desafíos del presente. Ese fue el nombre de las organizaciones obreras que existieron
hace un siglo, cuando Chile se aprestaba a conmemorar el primer Centenario del Estado
republicano. Dichas organizaciones constituyeron uno de los esfuerzos de autoorganización más
señeros de los trabajadores en el cuadro de un Estado oligárquico que se negaba a admitir la
existencia de la espinuda “cuestión social” y cuya respuesta principal ante las demandas proletarias,
era la represión.
Para hacer frente a la crítica condición popular, para unir y educar a los trabajadores,
organizar sus luchas y darles una perspectiva política general, las mancomunales se dotaron de
plataformas de lucha y programas, publicaron periódicos, incentivaron la organización popular,
constituyeron fondos sociales autogestionados, dirigieron huelgas e incursionaron en el terreno
político. Ellas adoptaron formas de organización muy flexibles, de acuerdo con sus características de
positiva hibridez en tanto instituciones que combinaban las tareas mutualistas y sindicales, de
educación, ilustración y recreación popular. En consecuencia, admitían en su seno a diversos
gremios obreros (hombres y mujeres) e intentaban agrupar a la diversidad de organizaciones
populares, que en algunas ciudades incluía las sociedades de resistencia.
Un instrumento de nuevo tipo
La Mancomunal del Pensamiento Crítico nace en otro contexto y en base a otros sujetos
sociales (intelectuales, profesionales, artistas, activistas de organizaciones sociopolíticas populares)
para desarrollar una lucha en el terreno de las ideas, con una orientación y características muy
distintas a las de otros centros de producción intelectual existentes actualmente en Chile. Se tratará
de una institución que no pagará sueldos a los intelectuales y activistas que quieran ingresar en ella,
sino al contrario: exigirá de ellos un pago de cuotas en proporción a sus ingresos como expresión de
su compromiso real con la tarea que debiera unirnos a todos. Un centro de elaboración de ideas que
no se regirá ni por el sueldo ni por el prestigio sino por el compromiso, la solidaridad, la
responsabilidad y la eficiencia.
Esta Mancomunal se centrará en la investigación, el estudio y la propuesta, al nivel
necesario para salirle al camino, competir mano a mano y doblegar en el terreno de las ideas a los
think-tanks neoliberales. Esta iniciativa aspira a lograr un crecimiento cuantitativo y cualitativo que le
permita formar equipos de trabajo temáticos (Cultura, Educación, Asamblea Constituyente, Trabajo,
Salud, Economía, Defensa, sindicalismo, movimientos sociales, mujeres, jóvenes, Ecología, pueblos
originarios, etc.) en distintos puntos del país. En segundo lugar, formar una red de instituciones
asociadas o federadas a la Mancomunal del Pensamiento Crítico mediante acuerdos de
colaboración basados en una convergencia esencial de principios y propósitos. Una tercera línea de
acción se estructurará en torno a convenios de colaboración con organizaciones sociales, en base a
principios de cooperación mutua que excluyan el paternalismo o el asistencialismo que caracteriza
en muchos casos las relaciones entre ONGs de intelectuales y organizaciones populares.
Entre los aspectos del discurso ideológico dominante y de las realidades que necesitan ser
confrontadas desde la perspectiva de las clases subalternas podemos mencionar, la interpretación
neoportaliana de la historia de Chile, la pretensión de cientificidad asociada al discurso de los
economistas ortodoxos, el inmenso perjuicio que para la mayoría de los chilenos suponen las
políticas económicas, sociales y medioambientales actualmente en aplicación, el modo
completamente distorsionado en que desde la ideología dominante se aborda y se trata
persistentemente el tema de la violencia social, la arquitectura jurídico-política del Estado que
distorsiona y de hecho niega real reconocimiento y respeto a la soberanía popular y el rol
deliberadamente alienante que desempeñan actualmente los medios de comunicación de masas.
Nuestro llamamiento
Acometiendo el estudio y caracterización de esos problemas, levantando frente a ellos las
propuestas que nos parezcan pertinentes, debatiéndolas y difundiéndolas lo más ampliamente
posible, en estrecho contacto con las organizaciones populares, estaremos aportando una
contribución que nos parece hoy indispensable para potenciar el rearme ideológico, político y
organizativo del pueblo trabajador chileno y poner de esa manera en marcha un proceso de
democratización real y profunda de la sociedad en todos los planos.
Se trata de avanzar teniendo como meta la construcción de un Chile para todos, ayudando a
rearticular al sujeto protagónico de esta lucha y a ponerlo en condiciones de desplegar un accionar
consistente en pro de sus derechos, intereses y aspiraciones, para alcanzar la vida digna, segura y
confortable que las condiciones materiales del mundo actual posibilitan. En consecuencia, llamamos
a todos los intelectuales, profesionales y dirigentes sociales que se sientan identificados con estos
propósitos a sumarse activamente al trabajo de esta naciente Mancomunal del Pensamiento Crítico.
Comité de Iniciativa:
Silvia Aguilera, editora; Patricio Cid, médico cirujano; María Eugenia Domínguez, periodista; Claudia
Drago, profesora; Claudio Duarte, sociólogo; Mario Garcés, historiador; Jorge Gonzalorena,
sociólogo; Sergio Grez, historiador; Carlos Molina, médico cirujano; Manuel Ossa, teólogo; Manuel
Rubio, profesor; Gabriel Salazar, historiador; Ángel Saldomando, economista y cientista político;
Carlos Sandoval, historiador; María Emilia Tijoux, socióloga; Miguel Urrutia, sociólogo y profesor de
Historia.
Correo electrónico: [email protected]
Declaración Inaugural de la mancomunal del pensamiento crítico
El llamado “modelo económico chileno” sólo beneficia a una ínfima minoría