Documentos desclasificados recientemente, señalan que Pinochet intentaría un segundo golpe tras perder el plebiscito que lo sacó del poder en octubre de 1988. Así lo informó el National Security Archive (NSA), instituto privado que dirige Peter Kornbluh, ahora difundido por escasos medios internacionales, entre otros el diario La Jornada de México, la agencia Reuters e Hispan TV.
Esta historia periodística está vinculada a la competencia del premio Oscar, que se dirimió la noche del domingo en Hollywood, donde está nominada la película chilena NO, que relata la campaña publicitaria que contribuyó a acabar con el dictador hace 25 años. Naturalmente, la noticia tampoco fue difundida por los grandes medios chilenos, como ya es habitual.
Según un informe de David Brooks, corresponsal de La Jornada en Estados Unidos, los recientes documentos desclasificados incluyen advertencias secretas desde la Embajada de Estados Unidos sobre la intención de Pinochet de emplear la violencia para mantenerse en el poder en caso de no triunfar en el plebiscito, que su círculo más íntimo estaba convencido de que ganaría.
En rigor, Pinochet también se proponía doblar la mano de Estados Unidos, que lo apoyó para el golpe militar contra Salvador Allende en 1973, pero por razones imperiales, motivos geoestratégicos y financieros neoliberales, en 1998 apoyó el NO (a Pinochet) en el plebiscito, con ingentes aportes de diverso origen que financiaron organizaciones políticas e hicieron emerger medios de información anti-dictadura que después fueron abandonados «en democracia» hasta que desaparecieron definitivamente, con el consiguiente desempleo masivo de periodistas.
La película NO, dirigida por Pablo Larraín y cuyo rol principal desempeña el actor mexicano Gael García Bernal, está nominada como mejor film extranjero y ha sido muy alabada por críticos de Estados Unidos. La película describe la estrategia publicitaria empleada por la campaña del NO en la consulta popular convocada por Pinochet para legitimarse por otros 8 años en el poder.
Peter Kornbluh, director del Proyecto sobre Chile del NSA señaló que la película aborda eventos históricos reales, pero ha sido criticada por «barones» de la clase política chilena por «no destacar su trabajo político de años». La gente de Chile ya olvidó que el golpe fue apoyado por el partido Demócrata Cristiano y otras fracciones de derecha –más «sectores progresistas»– que con el correr de los años se opusieron a la dictadura inspirados por la política exterior de Estados Unidos y de los países europeos gobernados entonces por la social democracia.
El DC Genaro Arriagada, quien dirigió la campaña del NO, calificó la película de caricatura de lo que ocurrió, y dijo al New York Times que es una gran simplificación que no refleja la realidad del enorme y largo esfuerzo de organización que logró tumbar a una de las dictaduras militares más fuertes del continente americano, escribió Brooks.
Kornbluh señaló que aunque la película asume que el gobierno de Estados Unidos estaba apoyando el SI para mantener a Pinochet en el poder, documentos oficiales revelan que 15 años después de apoyar el golpe de Estado, organizaciones oficiales y cívicas estadounidenses promovían el NO. Por ejemplo, el entonces embajador de Ronald Reagan en Chile, Harry Barnes, apoyó abiertamente a organizaciones chilenas que estaban participando en promover el NO a tal nivel que los medios pro dictadura lo condenaron y Pinochet denunció el imperialismo yanqui por intromisión en su contra. Asesores y estrategas electorales estadounidenses también participaron en la campaña del NO y hubo organizaciones semi oficiales que otorgaron financiamiento, como el NDI (sigla en inglés del Instituto Demócrata Nacional, ligado al partido del mismo nombre).
DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS
Según el informe de Brooks, «tal vez lo más notable en los documentos de la CIA, el Departamento de Estado y la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) de Estados Unidos recién difundidos por el NSA son las revelaciones del plan de Pinochet de generar violencia y anular el plebiscito para mantener su poder si perdía, como los esfuerzos del gobierno estadounidense para dar a conocer y detener ese complot”.
La CIA informó en mayo de 1988 que entre los militares había gran temor de que un gobierno civil cooperara con el gobierno de Estados Unidos en perseguir el caso del asesinato del ex canciller Orlando Letelier (ultimado en Washington en septiembre de 1976, junto a su secretaria Ronni Moffitt) y también otros abusos de los militares.
Hacia septiembre, los cables diplomáticos de la embajada reportaban que crecía la perspectiva de un triunfo del NO. Pero a la misma vez el embajador Barnes empezó a enviar alertas a Washington sobre la posibilidad inminente de un golpe que promovería la dictadura si Pinochet era derrotado en las urnas. Barnes informó que la CIA y la DIA advertían de la determinación de Pinochet de emplear violencia en la escala que fuera necesaria para mantenerse en el poder.
La DIA informaba que sus fuentes en el comando militar chileno confirmaban planes de contingencia para descarrilar el plebiscito al alentar y realizar actos de violencia. Esperaban que tal violencia provocara reacciones de la oposición más radical e iniciara un ciclo de violencia y desordenes que permitirían suspender el referéndum, suspenderlo, declararlo inválido o postergarlo de manera indefinida.
Kornbluh comentó que funcionarios del gobierno de Ronald Reagan terminaron por percibir a Pinochet como un dictador indeseable, porque su intransigencia estaba radicalizando a la izquierda militante y marginando al centro político en Chile, y por tal motivo actuaron rápidamente, comunicando esta información al propio presidente Reagan. Enviaron mensajes oficiales al alto mando chileno, incluyendo a Pinochet, advirtiendo que no tomaran medidas para descarrilar ni anular el plebiscito, e incluso amenazaron que tales medidas dañarían seriamente las relaciones con Estados Unidos. A la vez, la CIA y oficiales militares estadounidenses emitieron mensajes parecidos a sus contrapartes en Chile.
De hecho, en el mismo día del plebiscito hubo un intento del gobierno de Pinochet de manipular la información sobre los resultados y tratar de incitar a la oposición y provocar desorden. Cuando eso falló, en un último intento desesperado, Pinochet convocó a los integrantes de su junta al palacio de La Moneda a la una de la mañana, donde estaba casi apopléjico por los resultados. Propuso anular el escrutinio y solicitó que la junta le otorgara poderes extraordinarios. Sus colegas rechazaron esta opción y sin su apoyo no tuvo otra alternativa que reconocer su derrota.
Los documentos oficiales se pueden consultar (en inglés) en el sitio del National Security Archive. El informe de David Brooks en el diario La Jornada de este domingo puede leerse AQUI.
Por Ernesto Carmona