Donald Trump, magnate inmobiliario, estrella de televisión y expresidente de Estados Unidos, ha estado en el centro del escenario político durante casi una década. A sus 78 años, Trump desafía las convenciones políticas y busca retomar la Casa Blanca, respaldado por una base leal que incluye desde republicanos tradicionales hasta conservadores evangélicos y miembros de la clase trabajadora.
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Bajo su emblemática gorra roja de béisbol, «Make America Great Again» (MAGA), Trump ha logrado moldear el Partido Republicano a su imagen, incluso tras haber enfrentado diversas controversias personales y una condena penal. La clave de su perdurabilidad, según el politólogo Matthew MacWilliams, radica en su capacidad para activar una base autoritaria que ha tomado el control del partido, purgando a los disidentes en las primarias.
La pregunta que se plantea es si este relanzamiento de la marca Trump, caracterizado por una retórica cada vez más polarizadora y nativista, será suficiente para vencer a la actual vicepresidenta, Kamala Harris, en las elecciones de 2024. A lo largo de su carrera política, Trump ha mantenido un enfoque antiestablishment, prometiendo a sus seguidores un regreso a un pasado idealizado mientras apela a un descontento social creciente.
Desde su ascenso a la política en 2016, Trump ha cumplido varios objetivos conservadores, como recortes de impuestos y una mayoría en la Corte Suprema que culminó en la anulación del derecho al aborto. Sin embargo, su legado está marcado por la controversia, incluido el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, que lo llevó a ser sometido a juicio político en dos ocasiones.
Más allá de sus logros, la retórica de Trump plantea serios desafíos para el futuro del Partido Republicano. Su enfoque nacionalista y declaraciones incendiarias sobre la inmigración han generado divisiones, empujando a muchos republicanos tradicionales a un dilema: alinearse con él o arriesgarse a ser marginados.
A medida que se acercan las elecciones, Trump continúa enfrentando múltiples casos legales, incluyendo condenas penales, que podrían complicar su campaña. No obstante, su capacidad para superar adversidades y mantener el apoyo de una base ferviente sugiere que su influencia en la política estadounidense aún no ha terminado.
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