Todos los diarios del mundo llevaron el tema. Para muchos analistas, el Presidente de EE.UU., Donald Trump, enfrenta por estos días uno de sus momentos más complicados en la Casa Blanca, todo a causa del impasse con el exdirector del FBI, James Comey, y su investigación sobre Rusia.
«Por qué Trump podría acabar como Nixon» fue uno de los titulares con que el diario El País de España analizó la situación del mandatario, que de acuerdo a la agencia EFE entró hoy en modo «defensivo» contra sus «críticos» y los medios de comunicación, mientras el Senado aumentaba su presión sobre la Casa Blanca para obtener respuestas sobre las polémicas relacionadas con Comey.
En el influyente New York Times analizaron en específico los estatutos federales que son los que complicarían a Trump. Esto, porque varios de esos estatutos «penalizan acciones que impidan las investigaciones oficiales. Algunos prevén ejemplos específicos, como matar a un testigo o destruir evidencia, pero la ley también incluye prohibiciones abarcadoras. Por ejemplo, las secciones 1503, 1505 y 1512 del Título 18 hacen referencia de distintas maneras a que es un delito si alguien obstruye, influye o impide cualquier procedimiento oficial de manera corrupta».
El reporte del NYT se pregunta, en ese sentido: «¿Podría eso incluir pedirle al director del FBI que dejara parte de una investigación y después haberlo despedido? Teoréticamente, sí. Los estatutos son muy generales». Y a continuación citan a Julie O’Sullivan, exfiscal federal, quien señala que la relación de poder entre un presidente y el director del FBI puede significar que una solicitud para cerrar un caso sea un acto que impide una investigación oficial.
“Necesita un abogado”, dijo O’Sullivan sobre Trump. “Están armando un buen caso en su contra”. Pero a pesar de esta evidencia, O’Sullivan cree que no es realista esperar que el Departamento de Justicia del gobierno acuse al presidente. Finalmente, fue el Departamento de Justicia, mediante el fiscal general adjunto, Rod Rosenstein, quien anunció el nombramiento de un fiscal especial para el caso, situación que fue calificada como «excepcional», ya que anteriormente, la fiscalía sólo había designado una vez a un investigador especial: en 1999, para investigar la matanza de Waco de 1993.
Trump culpa a los medios
Durante la jornada del martes, la agencia EFE reporta que el Presidente no se refirió en ningún momento a la controversia sobre el despido de Comey, ni a la información de que él había pedido al exdirector del FBI que no investigara a uno de sus exasesores, ni a la polémica relacionada con su propia decisión de compartir con Rusia información confidencial sobre el Estado Islámico. Intentó, en cambio, poner el foco sobre los medios de comunicación, con los que está en pie de guerra desde la campaña electoral del año pasado.
«Miren cómo me han tratado últimamente, especialmente los medios de comunicación. Ningún político en la historia ha sido tratado peor o más injustamente», dijo Trump en un discurso ante los cadetes de la Academia de la Guardia Costera de Estados Unidos, en New London (Connecticut), según reporta la agencia EFE. En ese sentido, Trump insistió en que ha «conseguido hacer una tremenda cantidad de cosas en el periodo muy corto» que lleva como presidente.
Mientras, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, se limitó a indicar que el artículo del diario The New York Times que hacía referencia a la conversación entre Trump y Comey «no es una descripción precisa de cómo ocurrieron las cosas» en esa reunión, y dijo que no haría «más comentarios» sobre el tema.
Otra información que ha revolucionado Washington esta semana es la de que Trump compartió información confidencial con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sobre un plan del EI para usar ordenadores portátiles con el fin de atentar contra aviones en vuelo. El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó hoy que si la Casa Blanca lo autoriza, está dispuesto a entregar al Congreso estadounidense la transcripción del encuentro que Trump y Lavrov mantuvieron la semana pasada en el Despacho Oval.
Preguntado al respecto durante una breve conferencia de prensa, Spicer no quiso responder a esa oferta de Putin, y se limitó a indicar que no estaba «al tanto» de que los rusos hubieran grabado o tomado notas de la reunión en la Casa Blanca. Mientras, los líderes republicanos en el Congreso se dividían entre la defensa a Trump y la petición de explicaciones por las últimas controversias.
«Es obvio que hay gente ahí fuera que quiere dañar al presidente Trump», aseguró el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., el republicano Paul Ryan, en una comparecencia en el Capitolio. En el extremo contrario a Ryan se situó el congresista republicano Justin Amash, quien dijo estar a favor de abrir un proceso de destitución o «impeachment» a Trump si se demuestra que presionó a Comey para que abandonara la investigación de Flynn, dado que eso podría tratarse de obstrucción a la justicia.
Por su parte, los jefes del Comité Judicial del Senado pidieron a la Casa Blanca y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) que les entreguen las grabaciones y memorandos sobre cualquier intercambio o conversación entre Trump y Comey. «Necesitamos todos esos memorandos», dijo el presidente del Comité Judicial del Senado, el republicano Chuck Grassley, sumándose a una solicitud similar que ya había hecho este martes al FBI el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.
En el mismo sentido, los senadores que lideran el Comité de Inteligencia del Senado invitaron hoy a Comey a testificar a puerta abierta y a puerta cerrada sobre la investigación que dirigía para determinar la influencia de Rusia en los comicios del año pasado.
Se configura así el cuadro político más complejo que Trump ha debido enfrentar en su corta estadía en la Casa Blanca. Un cuadro que incluso afectó la economía, causando la peor caída en ocho meses en Wall Street. Y echando un vistazo a la historia reciente de Estados Unidos, de los dos presidentes que fueron sujetos a procedimientos para un juicio político durante el siglo pasado -Bill Clinton en 1998 y Richard Nixon en 1974-, los dos fueron acusados justamente de obstrucción de justicia. Desde ese punto de vista, la historia que ya se repitió primero como tragedia y después como farsa, se repite ahora -podríamos decir- como práctica recurrente del poder, en todos sus niveles. ¿O quizás sólo sea como una simple torpeza, dado el protagonista de la historia?