En una entrevista ofrecida a RT, el académico venezolano Mario Sanoja Obediente, miembro vitalicio de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela aseguró que «Estados Unidos nunca ha renunciado a sus pretensiones de dominar América Latina y el Caribe«.
El especialista señala que, a pesar de haber aparentado un giro en la reorientación geopolítica de la Casa Blanca, durante un muy breve período registrado entre la salida de Barack Obama y el inicio de la presidencia de Donald Trump, «las visitas del vicepresidente Mike Pence a Brasil y Ecuador, en medio de la aplicación de una serie de sanciones a Venezuela, reviven el debate sobre la hegemonía estadounidense en la región”.
Por su parte, el escritor e intelectual Luis Britto García afirmó, en entrevista al referido medio, que la clase dirigente de Estados Unidos realmente «se cree destinada por la providencia divina para dominar el mundo».
“Una idea de larga data y que ha inspirado la política exterior de esa nación norteamericana, bajo tres pilares fundamentales: superioridad racial, mandato divino y el mercado”, detalla Britto García.
Por su parte, el historiador dominicano Alberto Quezada observa que, desde principios del siglo XX y hasta nuestros días, «los pueblos de América y el mundo han tenido que acoger, de manera forzada» todas las imposiciones de Estados Unidos.
Quezada apuntó, en un artículo para El Nacional, que esas «teorías, doctrinas y conceptos no han sido más que instrumentos de intromisión en la política interna de los Estados».
Venezuela agradece a China y Rusia
Luis Britto García apuntó que “el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (Project for the New American Century) ha chocado con una realidad incuestionable: China aparece en el tablero como la primera potencia económica mundial, mientras Estados Unidos vive una crisis económica devastadora».
Sobre la amenaza permanente que Trump mantiene contra el gobierno de Nicolás Maduro, el intelectual asegura que «si en Venezuela no están lloviendo bombas, es porque aún contamos con un paraguas diplomático que sostienen China y Rusia, países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas».