Este miércoles los candidatos a la presidencia de la Casa Blanca se juegan sus últimas cartas en las Vegas (Nevada), en el que será el tercero y último cara a cara presidencial antes de las elecciones del próximo 8 de noviembre.
Ambos candidatos deberán polemizar en torno a una agenda que incluye temas de inmigración, economía y el nombramiento de un juez en la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos.
En medio de una renovada ola de ataques ante nuevas revelaciones personales que han opacado la discusión de temas sustantivos, a tres semanas de las elecciones, Trump se presenta con las encuestas en contra y con la necesidad más que nunca de ganar como sea si quiere remontar su posición en los sondeos.
El tercer debate, que iniciará a las 19:00, hora de México, se celebra en un momento de gran tensión entre ambos, después de que Trump invitara al segundo debate a tres mujeres que acusaron al expresidente Bill Clinton de abusos sexuales y luego de que saliera a la luz un video de 2005 en el que alardeaba de poder seducir a cualquier mujer por el simple hecho de ser una estrella y disparara con comentarios misóginos y denigrantes contra las mujeres.
El candidato republicano considera que es víctima de complot de los medios de comunicación y de los Clinton para evitar que él sea Presidente de Estados Unidos.
Clinton, por su parte, deberá mantener la sangre fría y ganar el tercer debate, lo que podría darle un empujón decisivo en su carrera hacia la Casa Blanca. La demócrata llega más segura al tercer enfrentamiento, después de haber ganado los dos primeros, aunque no por tantísimo margen, y con las encuestas a su favor.
Según los últimos sondeos de la cadena estadounidense de noticias CBS News ,Clinton saca 9 puntos de ventaja a Trump en intención de voto, pero eso son solo encuestas y nada está decidido hasta la noche electoral.
Hillary Clinton apuesta a conquistar en estados donde los demócratas no han ganado en décadas. La campaña de Clinton hizo nuevas apuestas para ampliar su ventaja y ayudar a su partido a recuperar el control del Congreso. Para ello, su equipo gastó tres millones de dólares para realizar mítines o comprar publicidad en Arizona –donde asistirá la primera dama, Michelle Obama–, así como en Misuri, Indiana, Texas y Utah.
Por su lado, la campaña de Trump redobló de forma drástica su compra de anuncios en siete estados.