Los precandidatos demócratas estadounidenses a las presidenciales de noviembre, Hillary Clinton y Bernie Sanders, sostuvieron un debate en Nueva York, donde cada uno puso en dudas las facultades del otro para ejercer la jefatura de la Casa Blanca.
El intercambio, matizado por fuertes ataques personales, tuvo como principal objetivo la audiencia neoyorquina, a escasos cuatro días de las primarias partidistas del próximo martes, con vista a las cuales las encuestas auguran un triunfo holgado de Clinton por el lado demócrata y de Donald Trump por los republicanos.
Clinton acumula 1.289 delegados a partir de sus victorias en las primarias y caucus, mientras Sanders tiene 1.038, pero al sumar los superdelegados, la exprimera dama tiene 1.758 y el senador 1.069. Para alcanzar la nominación, se necesita un mínimo de 2.383.
Durante el encuentro realizado en la noche del jueves en Brooklyn, en el barrio donde nació Sanders hace 74 años, ambos cruzaron palabras acerca del papel de las instituciones financieras, la necesidad de incrementar el salario mínimo, el control de las armas de fuego y otros temas latentes en el actual proceso electoral.
La exsecretaria de Estado dio muestras de sus dotes como polemista en gran parte del encuentro, pero no presentó sus mayores armas en esta ocasión, al parecer por el nivel de agresividad de Sanders, quien contó con el apoyo de una audiencia que en múltiples ocasiones lo aplaudió, destaca este viernes el diario The Hill.
Para el diario The New York Times, ambos políticos estuvieron todo el tiempo a la ofensiva, aunque Sanders aprovechó las vulnerabilidades de Clinton en cuanto a sus lazos con donantes ricos y Wall Street, con una actuación feroz que la exjefa de la diplomacia norteamericana respondió con una confianza de acero.
El senador echó en cara a su interlocutora el apoyo que ella otorgó a la guerra contra Iraq iniciada en marzo de 2003 y a los «desastrosos» acuerdos de libre comercio con otras naciones.
Añadió que «por supuesto que Clinton está calificada para ser presidente debido a sus años de experiencia en cargos públicos», pero enumeró a continuación una lista de críticas a sus posiciones sobre diversos asuntos.
La ex primera dama mostró su incomodidad por el hecho de que Sanders intentara descalificarla como gobernante y en varias ocasiones reafirmó sus vínculos con el presidente Barack Obama para sugerir que los cuestionamientos contra ella también son una condena al mandatario.
El senador intentó además neutralizar las críticas a sus posiciones contrarias al control de las armas de fuego, en particular un voto para un proyecto legislativo que prohibía demandar a productores de armamentos por el uso de sus productos con fines delictivos.
Una pregunta del moderador de la CNN puso al legislador en aprietos al cuestionarle cómo iba a estimular el crecimiento del comercio y la economía estadounidense en general con sus posiciones de rechazo al papel de las grandes corporaciones estadounidenses.
Análisis preliminares de expertos en medios de prensa estadounidenses sugieren que, a pesar de la buena actuación de Sanders, este no fue capaz de neutralizar al menos una parte de las ventajas que mantiene la exprimera dama en dicho territorio y en general en toda la campaña.
Fuente: Prensa Latina