El concepto del Buen Vivir es más necesario que nunca

Entrevista con el Doctor en Estudios Latinoamericanos, Sergio Salinas, autor del libro en preparación: 'El buen vivir: una nueva narrativa política recorre América Latina', ganador de un Fondart 2016.

El concepto del Buen Vivir es más necesario que nunca

Autor: Wari

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En América Latina en los últimos años han surgido nuevas narrativas, míticas y con fuerte contenido político de futuro que habían sido escondidas por más de 500 años por el poder intelectual dominante y racionalista. Si bien su implementación en la práctica de la política real tiene una evaluación bastante negativa siguen estando presentes en el debate intelectual por su potencia discursiva. En este escenario el escritor Sergio Salinas está preparando un libro sobre estas nuevas narrativas políticas.

-¿Existe algún hilo conductor entre estas diversas narrativas?

-Creo que, como sostiene Fernando Huanacuni Mamani[1], actual ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia es posible encontrar un hilo que cruza estas narrativas y que se pueden resumir en los siguientes puntos: «Al hablar de vivir bien se hace referencia a toda la comunidad, no se trata del tradicional bien común reducido o limitado sólo a los humanos, abarca todo cuanto existe, preserva el equilibrio y la armonía entre de todo lo que existe. Aunque con distintas denominaciones según cada lengua, contexto y forma de relación, los pueblos indígenas originarios denotan un profundo respeto por todo lo que existe, por todas las formas de existencia por debajo y por encima del suelo que pisamos. Algunos la llaman ‘Madre Tierra’, otros, como los habitantes de la Amazonía, la ‘Madre Selva’, para otros Pachamama y para los Urus, que siempre han vivido sobre las aguas,  la Qutamama”.

-¿Estamos frente a una visión sistémica que rompe con la predominante  antropocéntrica que ha existido hasta la actualidad?

-Exacto, como señala en varios textos Fernando Huanacuni, el buen vivir o el vivir bien, es una forma de vida en plenitud y en la que todos estamos integrados. Saber vivir en armonía y equilibrio; en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia en permanente respeto. Y ese justamente es el camino y el horizonte de la comunidad, implica primero saber vivir y luego saber convivir. No se puede vivir bien si los demás viven mal, o si se daña la Madre Naturaleza. Vivir bien significa comprender que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto.

-¿Cómo estas narrativas pueden influir en la política?

-En la medida en que algunas de estas narrativas, como el “Vivir bien” o el “Buen vivir”, influyan en nuestras percepciones de la realidad política podrán también afectar la construcción de nuestra conducta política. En el caso chileno, el Küme Mongen es una propuesta vital que se hace urgente para nuestra sociedad. No es sólo para el mundo rural. En medio del ruido de las grandes ciudades también necesitamos vivir en relación con el medio ambiente. En un texto llamado Mesas Hurtadianas se dice “el barrio, el hogar, el trabajo, la escuela, el liceo son todos lugares donde cada hombre y mujer de nuestra patria también anhela vivir en relación y no en continua competencia; vivir en equilibrio y no en la frenética carrera por acumular bienes. Es una propuesta que nos mueve a buscar otras formas de economía, de relaciones políticas y sociales”[2].

El Küme Mogñen (mapuche) expresa, al igual que el Sumaq kawsay (quechua), Suma kamaña (Aymará), el Utzilãj K’aslemal (Guatemala) y el Ñande reko (guaraní), entre otras, una concepción del “Buen Vivir” anidada en las cosmovisiones de culturas indígenas latinoamericanas, desde la cual emerge, como una síntesis, una nueva narrativa política que cuestiona la concepción occidental del desarrollo fundada en el crecimiento, la acumulación y la explotación, por sus consecuencias materiales, ecológicas (incluyendo aquí las alimentarias y energéticas) y culturales, y frente a lo cual propone “descolonizar las mentes y las economías” como señalan Rodríguez y Thomson, articulando procesos en base a formas sustentables y armoniosas entre las comunidades y la naturaleza. [3]

¿Entiendo entonces que estas propuestas están inscritas en el debate actual de la crisis del sistema capitalista y del deterioro del medio ambiente, la Pachamama o la Madre Tierra está enferma debido al uso indiscriminado que se ha hecho de ella?

-Exacto, nuestros pueblos indígenas, tantas veces criticados y estigmatizados por nosotros, dialogan desde sus valores culturales ofreciendo lo que consideran puede ayudar a la humanidad y al planeta entero, pero también –como sostiene Gloria Caudillo– parten de la necesidad de ejercer libremente su autodeterminación para que el buen vivir sea una realidad, una práctica, no sólo discurso[4]. Pero hay que tener claro que hay muchos cientistas sociales, economistas y antropólogos que critican estas narrativas. Para algunos autores el término buen vivir es una etiqueta posmoderna producida por el socialismo del siglo XXI, cuya cara visible fue la fracasada Nueva Izquierda latinoamericana, por lo cual estaría lejana del ancestral sumak kawsay, así readaptado en forma de new age o light a modo de “una partícula indigenista del socialismo”.

Otros autores resaltan su carácter utópico y la poca concreción que adoptan sus postulados. Incluso para algunos autores, resulta un ejercicio estéril intentar revivir las cosmovisiones indígenas porque en la actualidad no son practicadas por la mayoría de las comunidades y porque, aunque lo fueran, estas formas de pensar no necesariamente se caracterizaron por la armonía en cuanto a la relación entre seres humanos y naturaleza.

-¿Entonces podemos sostener que del discurso a la realidad hay un trecho muy grande?

-Concuerdo, en el debate actual cada vez son más los cientistas sociales y políticos que critican las políticas públicas de los gobiernos de Ecuador y Bolivia que estarían en contradicción con el “Buen vivir”.  Por ejemplo, el único ámbito en el que indudablemente ha habido avances significativos en los años de la Revolución Ciudadana en Ecuador:  Es el de las necesidades básicas (reducción de la pobreza y la desigualdad, mejora de los indicadores de salud y educación), pero en la otra gran pata de esta estrategia, la armonía con la Naturaleza, la divergencia entre principios y aplicación práctica es abrumadora, sin señales de cambio en el modelo económico primario exportador, denominado por otros “(neo) extractivismo”. No olvidemos que la mayoría de los últimos conflictos, que incluso han dejado lamentablemente indígenas y policías muertos, se han originado en este tema. No olvidemos lo sucedido en Perú, Ecuador, y, a mi juicio, más que el robo de madera (entiéndase delincuencia), lo que sucede en el sur chileno es una lucha por mantener y cuidar recursos naturales versus su explotación indiscriminada.

-¿En este escenario qué esperas lograr con esta investigación y posterior libro?

-Debatir y debatir. Estamos en un año electoral. Creo que hay que dejar de hablar sólo de los cientos de temas malos y reales que nos aquejan, como la corrupción, la relación de la política con el capital y proponer temas nuevos, temas inspiradores, temas que nos unan no sólo entre los chilenos, sino también a los ciudadanos de este país con sus naturaleza y el entorno planetario. Creo que la magnitud de los megaincendios que vivimos recientemente así lo ruega. Tenemos que dejar de hacernos los lesos como país. El problemas ambiental se sustenta en la idea de crisis ambiental global que describe el paradójico fenómeno en donde el propio crecimiento económico, junto al elevado nivel de desarrollo y estándar de vida alcanzado por la denominada Civilización Industrial –cuyo exponente arquetípico es el Primer Mundo–, creó problemas de carácter ecológico y ambiental de tan enorme magnitud que por primera vez en la historia se puso en riesgo la continuidad de la vida del ser humano en el planeta, así como el propio proceso de la vida que ocurre en la biósfera. Y, entre estos macro problemas, se destacan, principalmente, aquellos referidos a la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la destrucción de la capa de ozono, y la llamada “explosión demográfica”. Insisto, debatir y debatir. Lo importante es el caminar y caminar, no sólo llegar a la meta. O como decía Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.

Por Aldo Fernámdez

NOTAS

[1] Huanacuni Mamani, Fernando. 2010. Vivir Bien/Buen Vivir. Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales andinas, Convenio Andrés Bello, Instituto Internacional de Investigación y CAOI, La Paz, 32p. https://www.reflectiongroup.org/stuff/vivir-bien.

[2] Mesas Hurtadianas. 2013. Documento sobre el pueblo mapuche, Compañía de Jesús-Chile,  3p. http://creasfile.uahurtado.cl/Mesa%20PUEBLO%20MAPUCHE.pdf

[3] Véase Rodríguez, Carlos. 2014. Debatir el desarrollo, construir desde procesos sociales, Veredas, N°28, 41-57p y Thomson, Bob. 2011, Pachakuti: Indigenous perspectives, buen vivir, sumaq kawsay and degrowth, Development, Vol. 54, N°4, 448-454p.

[4] Caudillo, Gloria. 2012. El buen vivir: un diálogo intercultural Ra Ximhai, vol. 8, N° 2, enero-abril, Universidad Autónoma Indígena de México, 350p.

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