Uno de los eslogans más promocionados durante la campaña presidencial por la entonces candidata Bachelet era asegurar que durante su gobierno se concretaría la gratuidad universal en materia de educación superior, además de hacer gestos en favor de condenar el lucro en la educación. En resumen asumir como propias las demandas del movimiento estudiantil.
A dos años de asumir el gobierno, la administración de la presidenta Bachelet no ha dado pie con bola, ya que entre escándalos y mala gestión no ha podido concretar por completo lo comprometido con sus votantes.
Una muestra es el recién enviado proyecto de reforma a la Educación Superior, el que ha sido que ha sido duramente criticado tanto desde el movimiento estudiantil, los rectores de las universidades públicas e incluso por sectores de la Nueva Mayoría, por no «encarar cambios estructurales» y porque «busca consolidar la mercantilización del sistema».
al respecto,en conversación con El Ciudadano, el diputado del Movimiento Autonomista Gabriel Boric señala que «el proyecto es muy insuficiente. Pero más que una nueva trampa de la Nueva Mayoría, lo que hay aquí es una actitud permanente y muy consciente de construir las reformas de espaldas a las mayorías y respondiendo a intereses muy particulares, principalmente los del gran empresariado«.
«La Nueva Mayoría en este sentido no tiene nada de nueva, actúa de la misma forma que la Concertación. Nosotros hemos venido diciéndolo hace mucho tiempo, porque así lo hemos visto en otras materias: ya pasó en su momento con el CAE, que oxigenó a la banca privada y endeudó a miles de personas por educarse; en la Ley de inclusión que simplemente ordenó el mercado para los particulares subvencionados y también en la carrera docente que va a terminar agobiando más a las y los profesores de Chile y poniéndolos al servicio de un sistema muy mercantilizado. El problema entonces es cómo el Gobierno gobierna para algunos en desmedro de otros«.
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Ahora, la posibilidad de mejorar un proyecto que no responde a las necesidades ni demandas son complejas dada la posición que ha asumido el gobierno en esta materia como también por la correlación de fuerzas en el Congreso.
En este sentido Boric señala que «nosotros hemos sido claros en sostener que queremos reforma. Para eso hemos venido movilizándonos desde hace más de 10 años. No hay que olvidar que han sido los movimientos sociales los que abrieron la posibilidad de la reforma y no la voluntad de este o de otros Gobiernos. Pero también hemos sido claros en que para que esta reforma sea una buena reforma debe contar con un fuerte apoyo social, cuestión que el proyecto hasta ahora no tiene».
Y respecto de la base de apoyo que este proyecto tiene, el diputado por Magallanes agrega que «Los sectores que debiesen apoyar más fuertemente una reforma de este tipo, no están del lado de la reforma: los rectores, los y las trabajadoras de la educación pública, los y las estudiantes, los y las académicas, etc. Cuesta encontrar hasta ahora gente que apoye la reforma como viene. Así es díficil hablar de un proyecto políticamente viable«
«El Gobierno debe abrirse a una reforma discutida con la sociedad y para eso, debe renunciar a su idea obstinada de seguir perfeccionando el mercado educacional, porque desde todo este mundo social que mencioné, existe cada vez más sintonía en una idea central: el fin a toda clase de mercado en la educación, porque eso permite hablar de verdadera educación pública. Cualquier proyecto de reforma que no vaya en ese sentido, para nosotros será siempre políticamente inviable» recalca Boric.
Reglón seguido, Boric hace un llamado a la presión social para «Por eso es importante que desde los sectores críticos que nos encontramos fuera de los marcos de la transición nos articulemos junto a rectores, a estudiantes, a trabajadores y trabajadoras de la educación y disputemos duramente el contenido y sobre todo el espíritu neoliberal de la reforma, presionando mediante la movilización permanente y mediante propuestas concretas que extirpen el mercado de la educación en Chile».
«Proyecto Engañoso»
Entrando en el análisis del proyecto presentado por el gobierno, el diputado Boric lo califica de «engañoso» pues «si uno lee los titulares que el Gobierno intenta instalar, queda con la sensación de que nuestro sistema de educación superior va por buen camino: más regulación, más recursos, más gratuidad, etc. Pero es cosa de adentrarnos un poco para ver que eso no es tan así».
Y agrega que «si la reforma se aprobase hoy tal como está, el 45% de las instituciones de educación superior podrán seguir lucrando legalmente porque la reforma permite el lucro en IP y CFT. Casi la mitad del sistema continúa como un mercado. La otra mitad es regulada de la misma forma que se regula el mercado eléctrico o el mercado de las telecomunicaciones: vía superintendencia. Ante este tipo de cosas, es difícil creer que hay una voluntad real por cumplir con la demanda de la gratuidad».
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Respecto de la acción de La Moneda, y en específico de la gestión de la ministra Adriana Delpiano en el desarrollo de la Reforma, Boric expresa que «el Gobierno renunció a dar una discusión de fondo, democrática y abierta, de cara a la sociedad, para hacer las reformas educacionales. Si hubiera hecho eso, el panorama sería bien distinto y probablemente estaríamos hablando de un gran proyecto de reforma a la educación pública como un todo, de un proyecto que abordase el problema educacional de forma sistémica y no parceladamente, como lamentablemente se ha venido haciendo».
Finalmente, el parlamentario critica la actitud del gobierno frente a las demandas sociales y su sumisión a las reglas impuestas por la desprestigiada élite política y declara que «al Gobierno le preocupa más mantener una buena relación con ciertas élites, y eso es parte fundamental de su proyecto histórico. En este sentido, el Gobierno y la Ministra han sido continuadores de esta senda, que se inicia en la dictadura y sigue hasta hoy. Yo tengo la sensación de que el tiempo se les acaba, principalmente porque cada reforma ha acumulado más descontento que la anterior, porque hay un contexto de crisis de representación y porque la política tradicional está cada vez más deslegitimada«.