El político por vocación, según Max Weber, está al servicio de ideales, mientras que el político profesional hace de esta noble actividad una carrera para mejorar su status social por medio del dinero y del poder. Hoy hay muy pocos políticos por vocación, en su mayoría se eternizan en cargos públicos, transformándose de pobres en ricos.
No creo que las leyes hagan buenos a los hombres, como lo sostenía el ilustrado Juan Egaña en la Constitución moralista, por consiguiente, dudo de que las medidas legales permitan la transparencia, pues la costumbre de vivir a costa del fisco no es fácil de erradicar. Por cierto, que la confianza pública ya está dañada, sin embargo, el desprecio popular a la político y a los políticos profesionales no significa, necesariamente, el fin de una combinación política. En la historia chilena ha habido varios partidos y regímenes políticos carcomidos por la corrupción, como fue el período de predominio de la casta oligárquica 1891-1925. Si pensamos bien, esta oligarquía no murió hasta 1925, es decir, 35 largos años de deshonestidad; pienso que hoy conocemos algo parecido cuando algunos quieren encarnar una casta tecnocrática y neoliberal que predomina en la actualidad. La corrupción por sí sola no derrumba a los regímenes de casta, pues son necesarios otros elementos para provocar el fin del predominio de los políticos profesionales. Piense solamente que el Imperio Romano sobrevivió, desde el siglo II al V, a puro pan y circo.
.
Es cierto que la Presidenta propone medidas bien inspiradas, como establecer responsabilidades políticas y patrimoniales a los candidatos, la destitución de los parlamentarios cuando tengan responsabilidades en el mal manejo de fondos fiscales o de campañas electorales, prohibir las donaciones anónimas y de empresas, formar una comisión de hombres buenos, que controlen la idoneidad política de los funcionarios y la posibilidad de hacer concursable la mayoría de los cargos fiscales, entre otros.
Algunas Proposiciones:
- Plebiscito revocatorio de todos los mandatos que emanen de la soberanía popular.
- Limitar la reelección de los diputados a solo período consecutivo.
- Iniciativa popular de las leyes.
- Revisión de las leyes de quórum calificado
- Creación de una defensoría del ciudadano.
- Prohibición a ex ministros, jefes de servicio y ex parlamentarios a formar parte de directorios de empresas privadas antes reguladas por ellos mismos a lo menos durante dos año de la dejación de su mandato.
- Revisión de las urgencias, permitiendo a los parlamentarios iniciativas en la agenda de tratamiento de los proyectos de ley.
- Posibilidad de reformar la Constitución en forma plebiscitaria, eliminando el carácter pétreo de la Constitución de 1980.
- ASAMBLEA CONSTIUYENTE
Es evidente que estas proposiciones no serán acogidas de inmediato, pues limitan la monarquía presidencial, heredada de Pinochet, pero incorporan elementos propios de la democracia participativa o directa, además de entregar facultades al parlamento, convirtiéndolo en representativo de la soberanía popular, y no como hoy: un mero receptor del poder ejecutivo. Todos estas propuestas y las demás que surjan de los demás ciudadanos, serían intrascendentes si no superamos la democracia tutelada que aún predomina.