El primer paso hacia la Independencia venezolana

Caracas, 18 de abril. Ese día el pueblo caraqueño se reunió en los alrededores de la plaza mayor para las celebraciones del Jueves Santo. El capitán general Vicente Emparan también se dirigió a la Catedral, pero cuando estaba cerca fue rodeado por un grupo de conjurados criollos que lo obligaron a dirigirse al cabildo. Una vez allí, le exigieron la renuncia, a lo que este se negó.

Luego de esto y pensando que tenía el apoyo del pueblo, Vicente Emparan salió al balcón y preguntó a los caraqueños congregados en la plaza si estaban contentos con su mando y si deseaban que continuase con su gobierno, sin percatarse de que, detrás de él, se encontraba el sacerdote Madariaga, quién agitó las manos haciéndole seña a las personas para que dijeran que no.

Los pobladores comenzaron a gritar que no lo quería, que se fuera. Y el fuego fue creciendo. Indignado y resentido, Emparán respondió: «¡Pues yo tampoco quiero mando!». El mismo día, renunció a su cargo y, dos días después, se marchó a España.

El 19 de abril marcó el inicio de la lucha por la Independencia de Venezuela. Así se dio paso a la formación de la Junta Suprema de Caracas. Meses más tarde, el 5 de julio de 1811, se procedió finalmente a firmar el Acta de la Declaración de la Independencia, con lo cual se conformó la Primera República.

19 de abril de 1810: Destitución de Vicente Empalam.

Aquel día se sentaron las bases. Sin embargo, el proceso de independencia venezolano se desarrolla en un lapso temporal que, sí, se inicia en 1810, con la instalación de la Junta Suprema Defensora de los Derechos de Fernando VIIº, y cierra militarmente con las batallas de Carabobo, de 1821, y del Lago de Maracaibo, en 1824.

Dos fases se reconocen claramente en este proceso político: un periodo político-civil, donde destacan la instalación de la Junta Suprema de Caracas, el 19 de abril de 1810, y la instalación y deliberaciones del Congreso Constituyente reunido en Caracas entre el 2 de marzo de 1811 y el 6 de abril de 1812. Se trata, pues, de un proceso histórico que consume catorce años de lucha y sacrificios de una generación, que va más allá de la presencia indiscutida del Libertador Simón Bolívar.