La Concertación de Partidos por la Democracia, que ha gobernado por 20 años, se encuentra al borde de perder el poder a manos del magnate derechista Sebastián Piñera. El alejamiento de los sectores sociales que le dieron sustento en su origen, así como la mantención de las políticas neoliberales explican –en parte- su decadencia expresada en la baja votación obtenida por Eduardo Frei en la primera vuelta de las presidenciales. Señalando haber escuchado ese mensaje, la presidenta Michelle Bachelet promovió –con urgencia- leyes de corte progresista que apuntan a marcar distancia con la derecha y a resucitar a Frei de cara al balotaje de este 17 de enero.
«La Concertación es una coalición que no busca cambios significativos en la sociedad, que se contenta con administrar, quizás con algo más de gasto social, el mismo modelo que dejó la dictadura y esto va quedando vez cada más en evidencia, sobre todo para los jóvenes que no se inscriben para votar, porque se dan cuenta que este sistema no permite cambios importantes en la sociedad chilena”.
La afirmación es del sociólogo, y académico del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile Felipe Portales, quien es considerado uno de los más agudos analistas del presente político e histórico de Chile. En entrevista con El Ciudadano, examina las causas profundas de la baja votación obtenida por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, aspirante a Presidente de Chile -en los comicios del 13 de diciembre pasado- por parte de la Concertación de Partidos por la Democracia.
De ganar Piñera, le daría el primer triunfo en 50 años a la derecha chilena. En 1958 está llevo al poder a Jorge Alessandri quien venció por tres puntos porcentuales al izquierdista Salvador Allende.
Cabe recordar que en la primera vuelta de las presidenciales, registradas el pasado 13 de diciembre, Piñera obtuvo 3 millones 56 mil 526 votos que representan 44.05% del total de sufragios válidamente emitidos. Por el democratacristiano Frei Ruiz-Tagle votaron 2 millones 53 mil 514 personas, esto es, 29.6% de los votos. Marco Enríquez-Ominami (mejor conocido como MEO) sacó un 20% de los votos. El abanderado del Partido Comunista, el ex socialista Jorge Arrate, obtuvo un 6%.
En las cinco elecciones presidenciales que ha habido desde 1989, nunca un candidato de la Concertación había bajado del 45%. Un taxista de Valparaíso, nos dio a conocer su visión de Frei Ruiz-Tagle que pueden ayudar a entender su falta de respaldo: “su primer gobierno fue muy malo… privatizó todo lo que pudo… y ahora viene con que va a gobernar pal pueblo… esa no se la cree nadie… ¿por qué no lo hizo antes?… yo no tengo candidato, voy a anular”.
El bajo respaldo a Frei contrasta con el alto apoyo a Bachelet quien goza de 80% de popularidad. Consultado Portales respecto de esta aparente contradicción este lo atribuye a la manipulación informativa que “nos ha hecho creer a los chilenos que somos el país que está mejor en América Latina”, imagen que se habría acrecentado con el reciente ingreso de Chile a la OCDE, ratificado por la presidenta Bachelet el pasado 11 de enero. El investigador también da méritos a algunas políticas sociales impulsadas por Bachelet que han resultado de alto impacto como la Red de Protección Social que incluye apoyo a mujeres embarazadas y bonos periódicos de 80 dólares a sectores vulnerables.
El pasado 13 de enero la prestigiada encuestadora MORI dio a conocer un estudio demoscópico en el que Piñera aparece con un 50,9% de las preferencias frente a un 49,1% de Frei. Esto, sin considerar los votos nulos, que en todas las encuestas rondan el 12%. Ese mismo día MEO anunciaba su apoyo a Frei. Este importante apoyo era la joya más preciada por el candidato oficialista. Arrate y el PC habían confirmado su apoyo al candidato oficialista apenas concluidas las elecciones del 13 de diciembre.
EL CONTUBERNIO
En su libro más político y contingente: Chile, una democracia tutelada (Editorial Sudamericana, 2000), Portales reveló el “pacto secreto de la transición”, mediante el cual la dirigencia de la Concertación se comprometió –en el ocaso del Gobierno Militar- a no alterar el orden político y económico consagrado en la Constitución de 1980.
Este “pacto secreto” tuvo un efecto práctico. En el citado libro de Portales se revela como la Concertación y los partidos de derecha: Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional, acordaron elevar los quórum requeridos para hacer cualquier tipo de cambios legislativos. Esto ocurría en el contexto de la realización de una serie de reformas constitucionales –plebiscitadas en julio de 1989- que dieron inicio a la “política de los consensos”, entre la derecha y la Concertación, política que se ha mantenido hasta nuestros días. Los alcances de la reforma citada no fueron informados por la prensa ni por las dirigencias políticas, siendo opacadas por otras modificaciones legislativas como el aumento del número de senadores a elegir (de 26 a 38).
De esta manera los gobiernos democráticos -que hicieron su estreno el 11 de marzo de 1990 cuando asumió la primera magistratura Patricio Aylwin- quedaban imposibilitados de hacer cualquier cambio de políticas laborales, tributarias, educativas y de manejo de los recursos naturales, sin el concurso de la derecha. Desde 1990 hasta ahora, la Concertación siempre se ha excusado de no hacer los cambios que prometió en su programa de 1989, señalando que la derecha los bloquea en el Congreso “cuando fue ella misma la que se ató las manos”, asegura Portales.
“Una muestra del acuerdo existente hasta nuestros días entre la derecha y la Concertación” –continúa el sociólogo- se verifica en la “política de exterminio de medios de comunicación” que a su entender habrían impulsado los gobiernos de la Concertación. El sociólogo alude específicamente a la discriminación del avisaje estatal que sufrieron los medios que fueron oposición a la dictadura militar como las revistas Cauce, Análisis, Apsi, Hoy, Pluma y Pincel, además de los diarios La Época y Fortín Mapocho, todos los cuales desaparecieron por razones económicas.
Un informe –de octubre de 2007- de la Comisión Especial Investigadora de la Cámara de Diputados sobre Avisaje Estatal, constató que los principales destinatarios de la inversión publicitaria del Gobierno fueron los diarios de las cadenas El Mercurio -48% del total- y del grupo La Tercera-Copesa (29%). Ambos declaradamente derechistas. En la actualidad no existe ningún diario de circulación nacional, salvo el gubernamental La Nación, que exprese otras visiones de sociedad.
Portales expresa que la ciudadanía chilena carece de información respecto de lo que realmente pasa en Chile, puesto que lo que ocurre con la prensa también ocurriría con la Televisión. “Si los chilenos supieran el 10, el 20 ó 30% de la verdad, se produciría un terremoto político”, afirma.
La visión de este pensador respecto de las razones del desgaste de la Concertación y el posible triunfo de la derecha filopinochetista encabezada por Piñera es compartida por numerosos cientistas sociales chilenos y extranjeros. El brasileño Emir Sader, director ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), sostiene en su artículo Chile: entre el fin de la Concertación y el neopinochetismo -revista Punto Final, primera quincena de enero- que la Concertación implementó “políticas de conciliación con el modelo heredado de Pinochet, sin siquiera haber convocado a una Asamblea Constituyente para permitir que Chile tenga una Constitución democrática y no un remedo de aquella impuesta por la dictadura”.
Portales va más allá. Señala que la Concertación, la derecha y el empresariado se han concertado para privatizar los recursos naturales especialmente el cobre, que es la principal fuente de ingresos de este país sudamericano. Resulta atingente consignar, en este sentido, que el Informe de la Comisión Especial del Senado sobre Tributación de las Empresas Mineras, de 2005, expresa que 45 de las 47 grandes empresas mineras, que entonces operaban en Chile declaraban engañosamente pérdidas con el fin de no pagar impuestos. Esto es particularmente grave si se considera que Chile detenta el 38% de las reservas mundiales de cobre y produce sobre el 50% del metal rojo que se transa a nivel internacional. El cobre es el “sueldo de Chile”.
En entrevista con El Ciudadano el economista y presidente del Comité de Defensa y Recuperación del Cobre, Julián Alcayaga, sostuvo que la normativa que permite “el robo inconmensurable al Estado de Chile que realizan las grandes mineras”, se originó en la Ley Nº 18.985, que incentivó la inversión extranjera en Chile y que se sancionó en junio de 1990, tres meses después que comenzara el Gobierno de Aylwin. En un acápite de esta Ley -que pasó desapercibido para la opinión pública- se establecía que las grandes empresas mineras pagarían impuestos en razón de las ganancias que tuvieran y no de las ventas totales como ocurría hasta ese entonces. “Si no tenían ganancias, dejarían de pagar impuestos. Entonces, ¿Qué hicieron las empresas?: ¡comenzaron a buscar subterfugios para declarar pérdidas operacionales y así no pagar tributos”, dice Alcayaga. Cuando la Concertación asumió el poder, el Estado a través de la empresa Codelco, controlaba el 80% de la producción cuprífera nacional: hoy esta cifra es de 28%.
La oleada privatizadora no se ha detenido, puesto que el pasado martes 12 de enero el pleno del Senado de la República votaba favorablemente un proyecto que reforma la Ley de Pesca y Acuicultura, y que supone la privatización del mar austral de Chile, en favor de las empresas salmoneras y de la banca.
Chile ha sido pionero en materias privatizadoras: hace 30 años ya había sido el primer país en privatizar el agua (Código de Aguas, 1981). Hoy, con 56 tratados de libre comercio, Chile es la economía más abierta y globalizada del planeta.
Una de las consecuencias de la aplicación de la ortodoxia neoliberal es que Chile tiene, junto con Brasil, la peor distribución de la riqueza en América Latina. Según datos del Banco Central, en agosto de 2008, el decil de los hogares más ricos recibía el 44.7% del ingreso nacional, mientras el decil más pobre recibía alrededor del 1% del ingreso.
Estas cifras, sin embargo, contrastan con lo expresado en el Informe de Desarrollo Humano (PNUD, 2009), que ubica a Chile como el país con mejores índices en esta materia. No obstante, las estadísticas enviadas por el Gobierno de Chile, que dieron sustento al citado Informe, han sido descalificadas por numerosos economistas. Felipe Larraín, quien es director de la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza y académico del Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica, estima que la cifra real de pobres en Chile es de un 28%, y no de un 14% como sostiene el Ministerio de Planificación Nacional.
A entender de Portales, uno de los grandes logros de la Concertación “es que siempre se ha presentado como una coalición reformista, progresista, convirtiéndose en un modelo a seguir a nivel internacional, pero que en la práctica no ha tenido ninguna voluntad política de implementar reformas al modelo neoliberal”.
El desencanto con la Concertación es notorio entre los jóvenes, los profesionales, funcionarios de la salud y la educación pública, progresistas e izquierdistas, sectores en los que el exsocialista candidato independiente Marco Enríquez Ominami obtuvo una alta votación.
En este sentido es importante consignar que el padrón electoral, compuesto por 8.285.186 personas inscritas en los registros electorales, se ha envejecido notoriamente desde el plebiscito de 1988 en que un 55% de los chilenos dijo “no” a la continuidad de Augusto Pinochet en la Presidencia. En aquel entonces, según cifras del Registro Electoral, los electores de entre 18 y 30 años, representaban un 36% de los votantes. Hoy los jóvenes de este rango etario son un 9,2% del universo de inscritos. Un 95% de quienes actualmente tienen entre 18 y 24, no se ha inscrito para votar. El 46,4% de quienes hoy votan tiene más de 50 años.
El Movimiento G-80, una de las numerosas agrupaciones progresistas que han quitado su apoyo al proyecto de la Concertación, expresó el 12 de enero -en una declaración pública– su voluntad de no votar por ninguno de los aspirantes presidenciales en el balotaje. “La responsabilidad –de que pueda ganar Piñera- recae por entero en la Concertación, quien legitimó el modelo económico, social y político de la dictadura, y no vaciló, una y otra vez, en establecer con los seguidores de (Augusto) Pinochet, la tristemente célebre “democracia de los acuerdos”.
Paradojalmente, han sido representantes de la derecha quienes más han defendido la obra de la Concertación. El diario La Tercera, en su editorial del pasado 11 de enero, sostuvo que la Concertación es la alianza política “más exitosa” de toda la historia de Chile. Más locuaz había sido el presidente de la patronal Confederación de la Producción y el Comercio Hernán Somerville quien a fines de 2005 sostuvo que “mis empresarios aman al presidente (Ricardo) Lagos”.
FREI AÚN PALPITA
A pesar de la importante ventaja que obtuvo Piñera en primera vuelta, su triunfo no está asegurado. El decidido apoyo que Bachelet le ha dado al candidato oficialista, se está haciendo notar. El 14 de diciembre la ministra secretaria general de gobierno, Carolina Toha, dejaba su puesto –por encargo de la Presidenta- para convertirse en la jefa de campaña de Frei.
Bachelet y los partidos concertacionistas, han querido mostrar que comprendieron el mensaje entregado por la ciudadanía el pasado 13 de diciembre. Como expresión de ello, Bachelet envío al Congreso -en el transcurso de la última semana- tres proyectos de ley muy anhelados por la ciudadanía y temidos por el empresariado y la derecha. Lo hizo con carácter de suma urgencia, lo que implica que deben ser discutidos y votados en un máximo de tres días.
Se trata del proyecto que modifica el Artículo N°19 de la Constitución, estableciendo que “las aguas son bienes nacionales de uso público (…) pudiéndose establecer limitaciones al ejercicio de los actuales derechos de agua que estén en posesión de privados”; de la iniciativa que permitiría la inscripción automática en los registros electorales, el voto voluntario y el derecho a sufragio de los chilenos que viven en el extranjero. Y del proyecto de “fortalecimiento de la educación pública”. El envío de estas iniciativas fue decisivo para obtener el apoyo de MEO para Frei.
Aunque la derecha ha querido que el centro de la campaña sea la delincuencia de menor cuantía, el principal tema de la campaña, en la fase final de esta, han sido las violaciones a los derechos humanos ocurridas en dictadura, y el papel que jugó la derecha en esta. Sin duda que el principal beneficiado ha sido el candidato concertacionista que ha logrado revivir gracias a esto.
Tres hechos ayudaron a que esto ocurriera. El primero fue el sorpresivo procesamiento de seis personas, dictado por el ministro Alejandro Madrid, quien investiga las causas de la muerte de Eduardo Frei Montalva.
Una segunda situación que favoreció a Frei en este sentido, fue la filtración de mensajes de correo electrónicos intercambiados entre Piñera y el prestigiado politólogo Patricio Navia. En estos, este condicionaba su apoyo al magnate si este se comprometía a hacer un gobierno sin personeros que hayan integrado puesto claves en el régimen de Pinochet. Como el presidenciable aceptó estas demandas, Navia le dijo que votaría por él. El equipo de Piñera, desesperado por dar a conocer esta noticia, filtró a El Mercurio el intercambio de mails. Este medio los publicó el 6 de enero. Lo que el comando de derecha no se esperaba fue que lo que hizo noticia no fue el respaldo de Navia, sino el hecho de que Piñera no incluiría a figuras del régimen militar en su eventual Gobierno. Esto desató la molestia generalizada de la UDI. Piñera tuvo que retractarse lo que fue aprovechado por los voceros de Frei para vincularlo con oscuros personajes del régimen militar.
La presidenta Bachelet también hizo lo propio para instalar en el centro del debate las violaciones de derechos humanos y la participación en ella de militares y civiles. El 11 de enero, en lo que ha sido uno de los actos más simbólicos de su Gobierno, inauguró El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, edificio destinado a recordar y rendir homenaje a las víctimas de la dictadura militar. En este acto Frei fue invitado estelar y Piñera no fue convidado.
Frei y la Concertación han conseguido pinochetizar la elección, a sabiendas del miedo que su régimen todavía inspira y del hecho que la matriz electoral de la política chilena está fundamentalmente determinada por la posición que cada sector tiene respecto del régimen de Pinochet. En todas las elecciones, desde 1988 en adelante, los que rechazan la figura del general y la derecha han sido más del 50%.
Estos últimos días se ha podido ver un verdadero drama –por todas partes- entre quienes, considerando deleznable a Frei, están pensando en darle el voto para evitar que llegue la derecha. Este redactor ha conocido casos de personas que le han confesado haber llorado por tener que enfrentarse a una decisión tan difícil.
Todo indica que quien gane esta elección, lo hará por una cabeza o, incluso, por una nariz. Lo claro es que, sea cual sea el resultado, esta elección ha tenido el mérito de haber instalado el debate político a lo largo del país. Y ha quedado claro, que hay un amplio sector, disidente de las políticas actuales, que con más fuerza y organización que antes, va a pujar por realizar cambios de fondo, que pasan, necesariamente, por una asamblea constituyente.
Por Francisco Marín
El Ciudadano
*Una versión del presente texto será tambien publicado en Revista Proceso ( México)