Elecciones de medio término y América Latina

La influencia del voto latino en Estados Unidos no se limita al ámbito presidencial, sino que también tiene abultada influencia en varias circunscripciones.

Elecciones de medio término y América Latina

Autor: Mauricio Videla
fuente: telesurtv.net

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Al tiempo que se llevan a cabo las elecciones del Senado en EE. UU., no se han tomado en cuenta los efectos que estas elecciones podrían tener en sus países vecinos, especialmente América Latina, mas allá de una mala percepción sobre el debate de la inmigración.

Para EE. UU.,  América Latina es relevante tan solo por su proximidad, fuertes lazos comerciales, seguridad, el tráfico de drogas y porque la estructura demográfica de este país norteamericano está cambiando. En otras palabras, lo que es importante para América Latina, lo es también para EE. UU.

Es importante tener presente al Senador demócrata de Nuevo México Tom Udall, pues preside el Subcomité sobre el Hemisferio Occidental y Narcóticos que aborda temas de América Latina y el Caribe.

Si Udall pierde, podría haber una gran reorganización del órgano legislativo, lo cual es esencial para las relaciones de EE. UU. con el resto de occidente. Esta lucha es el epicentro de la contienda entre Republicanos y Demócratas por el control del Senado estadounidense, ya que depende del voto latino y del voto por una política migratoria progresista. En la carrera electoral de Colorado, las últimas encuestas dan ventaja a Gardner sobre Udall por un par de puntos dentro los márgenes de error.

No se debe pasar por alto la participación del voto latino y el rol que desempeñó en la victoria de Obama. Es por esto que esta comunidad y los temas referentes a ella tienen gran importancia en el resultado final de estos comicios; De igual forma, una victoria de los republicanos podría determinar la visión de EE. UU. sobre América Latina.

América Latina en Estados Unidos

La influencia del voto latino en las elecciones del Senado no es tan decisiva como en las elecciones presidenciales, sin embargo, sí podría afectar el resultado de algunas circunscripciones electorales. El voto de las personas de ascendencia latina tiene poca influencia debido a la ubicación geográfica de los latinos, solo Colorado tiene una población de latinos que podría ser significativa para estos comicios.

Uno de los mayores efectos que tiene la presión del voto latinoamericano es el tema de la inmigración, ya que aproximadamente 70% de los latinos en EE. UU. consideran que la reforma migratoria es una prioridad. La mayoría pide que se le otorgue la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados o que se les dé al menos permisos de trabajo.

Obama es el primer gobernante de origen no caucásico que ganó no una sino las dos carreras presidenciales, esto gracias al apoyo de 67% del voto latino en 2008 y 71% en 2012, cuando derrotó al republicano Mitt Romney.

El apoyo que tenía el partido de Obama ha disminuido debido al retraso que ha tenido la reforma migratoria durante su mandato. Comparado con las elecciones legislativas de 2010 cuando 65% de los votantes hispanos apoyaba a los demócratas, en la actualidad solo 57% de ellos respalda a los candidatos demócratas.

No obstante, las encuestas también indican que a los estadounidenses de origen hispano les preocupa menos las políticas que EE. UU. pueda tener hacia sus países de origen que las condiciones de trabajo y oportunidades que puedan tener. Esto significa una sola cosa: reforma migratoria; y uno los temas más importantes son los mecanismos que les den un estatus legal a los entre 10 a 12 millones de hispanos indocumentados que residen en EE. UU.

Además de la apuesta por Udall, el voto latino también podría influir en la elección de otros candidatos: en el 21° distrito congresional de California, el republicano en ejercicio David Valado se enfrenta a la demócrata Amanda Renteria. Sin embargo, los demócratas alineados representan 75% de los votantes registrados en una circunscripción donde la población latina es numerosa. No obstante hay mucha apatía por parte de los votantes debido principalmente a los pocos cambios que ha habido durante el gobierno de Obama, es por ello que los republicanos tienen grandes posibilidades de ganar.

En Florida, la contienda electoral se da principalmente entre el gobernador republicano Rick Scott y la demócrata Charlie Crist, quienes se encuentran en un empate virtual, según las encuestas. En este estado, el voto de latinos de diferentes regiones podría ser decisivo. Ambos candidatos notaron esto y por lo tanto han escogido latinos como compañeros de fórmula. El cubano-estadounidense Carlos López-Cantera es el primer vicegobernador  hispano en la historia de Florida. Su oponente la  Annette Taddeo-Goldstein, de madre colombiana, que Crist escogió como compañera de fórmula para el partido demócrata de Miami-Dade para el cargo de vicepresidente.

Durante años, Cuba ha sido el tercer riel de las políticas del Sur de la Florida. Tanto los políticos demócratas como los republicanos han apoyado fervientemente el embargo. La sabiduría popular indica que cualquier cambio de la política estadounidense hacia Cuba, cualquier concesión que la comunidad cubano-estadounidense le haga al gobierno de la isla caribeña, significaría la no elección de un candidato.

No obstante, los comicios nacionales y locales de 2012 desafiaron la sabiduría popular. El presiente Obama dio fin a las restricciones de viaje que tenían las familias cubano-estadounidenses, además de disminuir las restricciones en los viajes de carácter educativo y con un objetivo claro. Mas a pesar de estas “concesiones”, el presidente Obama llegó a ganar el Sur de la Florida y los sondeos a pie de urna indicaron que o ganó o estuvo cerca de ganar el voto de los cubano-estadounidense. Ese año, Joe García, congresista demócrata que fue candidato en un distrito que incluye partes de Miami, ganó el programa electoral que apoyaba la decisión del presidente sobre los viajes a Cuba.

Por esto, el voto en Florida es decisivo y muestra cuánto cambia  la aceptación o no del embargo por parte de los inmigrantes cubanos contrarios a Fidel Castro.

Algunas encuestas a nivel nacional indican que la mayoría de los estadounidenses está a favor del fin de las restricciones de viaje para Cuba. Asimismo, las últimas encuestas realizadas por la Universidad Internacional de Florida y el Consejo del Atlántico muestran que la mayor parte de la comunidad cubano estadounidense a nivel nacional y en el estado de la Florida también está a favor de un cambio de las políticas en este sentido. Al igual que Curbelo, muchos políticos han cambiado su posición.

De igual manera, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, quien se podría candidata a la presidencia en 2016, manifestó públicamente su oposición al embargo, al igual que en febrero de 2014 lo hizo el entonces candidato demócrata a la gobernación de Florida, Charlie Crist, aunque antes lo apoyaba.

No obstante, el número de votantes de la comunidad latina tiende a ser bajo si se compara con otros grupos demográficos, por esto la falta de participación representa un reto. Según un censo nacional de mayo de 2013, asistencia de electores latinos a las presidenciales de 2012 fue de 48%, comparado con 64,1% de electores blancos y 66,2% de electores negros. Para las elecciones del Senado, esta cifra es aún menor: en las legislativas de 2010, solo 31% de los hispanos habilitados para votar lo hicieron.

Además de la poca participación, también está la decepción hacia Obama, lo cual no significa que la población latina de tendencia democrática ahora apoye a los demócratas, sino que es más probable que se queden en sus casas y, en consecuencia, los republicanos tendrían una ventaja en las elecciones del Senado.

Si vemos hacia exterior, América Latina no puede dejar de lado la relación con su vecino del norte, puesto que esta es la región que más suministra petróleo Estados Unidos y es un socio fundamental en el desarrollo de combustibles alternativos. Asimismo, es el socio comercial  que crece más rápido y, también, el mayor proveedor de drogas ilícitas. De igual forma, la mayor parte de los inmigrantes documentados e indocumentados provienen de  América Latina. Por consiguiente, lo anterior refuerza los lazos profundos que EE. UU. tiene con la región tanto a nivel estratégico como económico y cultural.

Parece que Obama le ha cedido la táctica a los Estrategas de la Guerra Fría, quienes aún piensan, entre otros, que los golpes de estado aún son un medio aceptable para cambiar de régimen. Sin embargo, infortunadamente el Partido Republicano tiene más una aproximación de confrontación con América Latina que con otras regiones del mundo.

Por ejemplo, los republicanos ven al gobierno venezolano, que fue elegído de manera pacífica y justa, como un posible “puesto de avanzada iraní” en occidente. Su plataforma acusa explícitamente a Venezuela de brindar refugio a miles de terroristas de Oriente Medio, algo tan increible que no se puede querer. En términos generales, parece que el Partido Republicano ve la región, cuando en verdad la toma en cuenta, como una amenaza más que una oportunidad.

Con todo, EE. UU. aún tiene presencia en la region, aunque es importante destacar que su influencia ha disminuido. Por ejemplo, en Venezuela se han limitado las actividades de las petroleras estadounidenses, sin embargo, aún operan en este país.

EE. UU. Mantiene profundas relaciones económicas y culturales con la región, tildada de “patio trasero”. Por ejemplo, en 2013 EE. UU. importó el equivalente a US$180 millardos de América Latina y exportó US$160 millardos hacia esta región.

Por esto ya no se puede simplemente dividir el hemisferio entre consumidores (Estados Unidos) y productores (los demás). Los viejos patrones ya no tienen cabida en un hemisferio occidental que debe ser visto desde una nueva pecepción. Venezuela queda a tres horas de vuelo, Cuba a 90 millas de Florida, y la frontera con México es de más de 2.000 millas.

Si los republicanos ganan más control, otra de las políticas clave que podría cambiar es la referente a la frontera con México. Quien esté al mando del Senado estadounidense después del 4 de noviembre, también decidirá el futuro de los que quieren llegar a tierras estadounidenses, donde hay muchos centroamericanos que buscan escapar de la violencia.

El presidente Obama no cumplió con sus promesas de campaña de una reforma migratoria y ahora muchos electores latinos amenazan apartarse del partido demócrata. Hay muchos demócratas en el Congreso como Rubén Gallego que buscan fortalecer su electorado con la población hispana y de hecho ya cuenta con muchos simpatizantes para las elecciones del Senado como candidato por Phoenix.

Aunque Obama no haya cumplido su promesa sobre la reforma migratoria y la seguridad en la frontera, es muchos menos probable que los republicanos realizen estos cambios, pues solo poco apoyan algún tipo de reforma progresista.

También es necesario resaltar que gran parte de los fondos de política exterior que EE. UU. destina a la región están relacionados con medidas “contra los narcóticos”, que hasta ahora no ha podido disminuir el tráfico de drogas en la región: el plan Mérida, por ejemplo, es un paquete de ayuda para México y América Central que busca militarizar la región bajo la máscara de las “Guerra contra el Terrorismo” y “Guerra Contra las Drogas”.

La militarización de la frontera con México es el resultado del fracaso del plan de combatir los problemas sociales y políticos con medios militares. El Plan Mérida está centrado principalmente en fortalecer instituciones respresivas para socavar los derechos humanos, esto con el apoyo a la represión de los derechos a la libertad de expresión y a la protesta. Una vez más, es poco probable que los demócratas secunden un cambio real, lo que se teme es que los republicanos empeoren las cosas y que esto se vea reflejado en la tendencia penosa de la política exterior de EE. UU. para con América Latina.

Las relaciones de EE. UU. Con Cuba también integran parte de las elecciones del Senado; no solo porque los candidatos de Florida intentan calmar a los inmigrantes cubanos contrarios a Fidel Castro, sino también por la remota posibilidad de una reforma del bloqueo de la isla caribeña.

En 2011, el presidente Obama pudo disminuir algunas restricciones en los viajes y las remesas, sin embargo aún permanece el bloqueo que se implantó hace décadas. La semana pasada, EE. UU. votó nuevamente en Naciones Unidas para el fin del bloqueo, aunque hay algunos demócratas a favor de poner fin a esta política del gobierno de Kennedy, no hay ningún republicano fundamentalmente que la apoye, por lo tanto las posibilidades se reducen casi a cero.

Lo ideal sería que en los meses venideros los políticos de la Casa Blanca, del Departamento de Estado y el Congreso debatan significativamente si esta reunión sirve como un trampolín para darle ímpetu a las relaciones de EE. UU. con Cuba. Aunque esto dependerá en grande medida de cual sea composición del Senado después noviembre. Es posible que un Senado al mando de los republicanos continúe con el estatus quo.

Ciertamente América Latina no será parte de las elecciones de noviembre, pero esto no significa que las elecciones del Senado no tengan, para bien o para mal, repercusiones en la región.

América Latina ha sufrido a manos de la continua intervención de EE. UU. Durante décadas, sin embargo, se pueden hacer un esfuerzo conjunto para abordar varios temas, incluyendo el crimen organizado trasnacional, el tráfico de drogas y problemas de inmigración. Estados Unidos debería fomentar alianzas económicas justas con la región, no solo con países individuales sino con bloques económicos como Mercosur.

Las elecciones del Senado también nos revelan, sin embargo, otro aspecto: no solo los latinoamericanos están cansados de ambos partidos, casi dos tercios de los estadounidenses considera que necesitan otro partido viable, según un encuesta realizada en septiembre. Ya se ha visto que este es un camino estrecho para los candidatos independientes que están ganando terreno y para la socialista que ganó un escaño en las elecciones de Seattle.  Quizá sea con el apoyo de partidos alternativos y con la presión de las bases sobre los partidos tradicionales que haya una opción positiva para los latinoamericanos en EE. UU. y el exterior.


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