Elecciones en Colombia: Entre el miedo y la esperanza

Este domingo 30 de mayo los colombianos irán a las urnas para elegir a su Presidente de la República

Elecciones en Colombia: Entre el miedo y la esperanza

Autor: Cesarius

Este domingo 30 de mayo los colombianos irán a las urnas para elegir a su Presidente de la República. Desde hace ocho años, el país no vive una contienda electoral diferente, caracterizada esta vez por el debate, pero también por todo tipo de estrategias de ‘guerra sucia’.

Juan Manuel Santos (izq) y Antanas Mockus (der) son los principales candidatos a la presidencia de Colombia.

Las elecciones presidenciales en Colombia serán históricas. La decisión que tomen los colombianos este domingo determinará 4 años más de continuismo de la política de seguridad democrática de Álvaro Uribe, o un gobierno que le apueste a la educación y al cumplimiento de la Ley sin sangre.

Eso es lo que encarnan los dos candidatos con mayor intención de voto: Juan Manuel Santos Calderón, candidato presidencial del Partido Social de Unidad Nacional (o Partido de la “U”), y Antanas Mockus Sivikas, candidato presidencial del Partido Verde. El primero promete un gobierno de prosperidad económica, mientras el segundo un mandato de legalidad.

Por su trayectoria y forma de hacer campaña, cada uno genera amores y desamores entre los electores. Juan Manuel Santos, por ejemplo, confirmó su aspiración sólo después del 26 de febrero, día en que la Corte Suprema de Justicia declaró inexequible el referendo que buscaba la segunda reelección de Álvaro Uribe. Un mes después su candidatura se consolidó más, cuando Andrés Felipe Arias -de 37 años, es considerado el delfín del saliente mandatario- perdió la consulta interna conservadora frente a Noemí Sanín. El ‘guiño’ del uribismo quedó entonces en Santos, que fue Ministro de Defensa y no en Arias, que fue Ministro de Agricultura, durante los ochos años de gobierno de Uribe Vélez.

En el Partido Verde la candidatura presidencial cuajó de una forma distinta. Mientras en julio de 2009 el Congreso discutía la reforma política, nacieron los ‘quíntuples’: Un grupo integrado por los ex alcaldes de Bogotá, Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Luis Eduardo Garzón; el carismático ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo; y la ex ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez. Para octubre de 2009 el equipo se redujo a un trío, después de que Ramírez migrara al conservatismo y Fajardo decidiera seguir impulsando el movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia, que terminó ‘quemándose’ en las elecciones legislativas de marzo.

Con la propuesta de que los colombianos elegirían al candidato presidencial del Partido Verde, los tres ex alcaldes de Bogotá se sometieron a una consulta interna, que ganó el 14 de marzo Antanas Mockus. Ante los resultados, Fajardo aceptó ser su fórmula vicepresidencial.

La carrera política también genera diferencias entre los dos candidatos. Santos arrastra una cola de escándalos del Gobierno del que fue ministro. Entre ellos los ‘falsos-positivos’ (los asesinatos de inocentes en manos de las fuerzas militares para demostrar resultados operativos); las ‘chuzadas’, conocidas como interceptaciones ilegales de teléfonos, ordenadas presuntamente desde el palacio presidencial para seguir a magistrados del poder judicial, sindicalistas, periodistas y políticos considerados de oposición, así como la ‘Yidispolítica’, el ofrecimiento de notarías -puestos políticos en la jerga electoral colombiana- a congresistas para que votaran a favor de la primera reelección de Álvaro Uribe Vélez. Se llamó así a partir de que a una política llamada Yidis Molina, de la ciudad de Barrancabermeja, se le probó esta forma de corrupción.

A Antanas Mockus el país lo tiene en dos conceptos. En las regiones lo ven superficialmente como el político alocado que un día se bajó los pantalones cuando era rector de la Universidad Nacional, que se casó en un circo y se vistió de superhéroe cuando aspiró por primera vez a la Alcaldía de Bogotá. En la capital colombiana lo recuerdan en general como un buen alcalde, que fomentó la cultura ciudadana y la paz con mimos y actividades simbólicas, y que eliminó las cuotas políticas en el distrito, porque sus nombramientos de gabinete fueron por meritocracia. Aunque hay quienes opinan que redujo espacios para el arte y la cultura de calidad.

El partido político que representa cada candidato es otro de los puntos de discusión. El Partido de la ‘U’ es una mezcla de integrantes ‘tránsfugas’ (militantes de otros partidos) o de políticos que en otros movimientos no recibieron avales. Eso explica, en parte, por qué a la fecha, al menos 33 de sus integrantes son investigados por ‘parapolítica’, otro de los escándalos del actual gobierno, que consiste en la ya demostrada alianza entre políticos y grupos paramilitares, para controlar territorios con fines políticos y económicos. Esta alianza es la culpable no sólo de la corrupción en los estamentos del Estado, sino de masivos desplazamientos, desapariciones y masacres de personas inocentes.

En el Partido Verde el lunar es su origen. Muchos le critican que en 2002 su base jurídica fuera la de la Alianza Democrática M-19, el movimiento con el que políticos del talante de Gustavo Petro fue elegido representante de la Cámara, pero también con el que tuvo entre sus seguidores a Luis Alberto Gil Castillo, fundador del movimiento Convergencia Ciudadana y hoy detenido mientras lo investigan por ‘parapolítica’. Aunque el partido mutó de nombres como Opción Centro, Verde Opción a Partido Verde en busca de la renovación, hoy, Jorge Londoño, uno de sus integrantes, está a punto de perder su curul por un fallo de la Procuraduría que lo halló culpable en una contratación irregular cuando ejerció como alcalde en un municipio de Boyacá (región cercana a Bogotá).

La maquinaria marca distancia también entre los dos candidatos. El partido que preside Juan Manuel Santos obtuvo la más alta votación en las pasadas elecciones legislativas del 14 de marzo y, por tanto, tiene el mayor número de senadores y representantes en el Congreso. Por eso su maquinaria política es fuerte, con congresistas en los principales departamentos (así se llama a las regiones en Colombia), sin olvidar que por ser el partido oficialista cuenta con el apoyo del saliente Álvaro Uribe Vélez, quien sigue influyendo en la intención de voto.

Por su parte, la fuerza del Partido Verde está en el voto de opinión. Este partido no tiene maquinaria porque históricamente, antes de 2010, sólo le apostaba a las curules de minorías. Pese al esfuerzo del ‘trío de ex alcaldes’ en las pasadas elecciones legislativas, sólo lograron ocho escaños en el Congreso, de 268 en disputa entre Senado y Cámara de diputados, lo que supone un futuro complejo si Mockus llega a ser el Presidente.

Lo anterior explica, en parte, la forma como se realizaron las campañas. Juan Manuel Santos se creyó ganador desde el comienzo y desestimó la capacidad de sus homólogos. No se imaginó que un mes después de las legislativas, Antanas Mockus lo igualaría en las encuestas, en lo que se conoció como el fenómeno de la ‘ola verde’. En este punto Santos, muy a su estilo, contrató un equipo de asesores, incluyendo al polémico venezolano J.J. Rendón, conocido como el gurú de la propaganda negra.

El candidato oficialista, además, rediseñó su página, incorporó radio virtual, grabó quince estilos musicales con su ‘jingle’, cambió el color naranja inicial por los colores del partido y se metió de lleno en las redes sociales. A su campaña le atribuyen el pago de ‘digitadores prepago’ para saturar las redes sociales con mensajes en su favor, y de crear estrategias para hacer trastabillar a su principal contendor.

La del Partido Verde, en cambio, ha sido de una campaña de voluntarios, en su mayoría jóvenes, que diseñaron camisetas y afiches, pintaron murales, grabaron videos y compusieron canciones sosteniendo girasoles en sus manos, al son de “llegó el día llegó, llegó” (póngale música pegajosa).

Este domingo muchos enfrentan el dilema de votar por el miedo o la esperanza. A los más pobres se les ha vendido la idea de que si no votan por Santos perderán los subsidios que les ha dado el Gobierno durante los últimos ocho años. Y a los ricos, que sólo así tendrán garantizada la seguridad en sus fincas. Por el contrario, los potenciales electores de Mockus gritan “yo vine porque quise, a mí no me pagaron”, rechazando las actuaciones del contrincante, y cantando con esperanza, mientras los más escépticos critican que con girasoles no se ganará la guerra.

Otros dicen que, en esencia, los programas de gobierno de Juan Manuel Santos y Antanas Mockus son lo mismo. La diferencia es que el primero cree en la política “del todo vale”, sustentando la tesis de que el fin justifica los medios; mientras el segundo cree “que todas las vidas son sagradas, y que la historia de este país ya no se escribirá con sangre, sino con lápices y computadores”.

Por Ivonne Rodríguez

Periodista colombiana

Especial para El Ciudadano


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