Elecciones en Europa ¿Derrotas de quién?

Las elecciones en Holanda y Francia son objetos de manipulación de los grandes medios así como fue el caso del Brexit y el proceso electoral en EE.UU.

Elecciones en Europa ¿Derrotas de quién?

Autor: Mauricio Becerra

Mucho hablan y publican los grandes medios de las derrotas de Trump en su política migratoria, en torno al proyecto ´Obama Care´, entre otras. Estos grandes medios al servicio del capital financiero globalizado, se callan en todos los idiomas sobre las propias derrotas que están recibiendo, que analizaremos en este artículo cuando nos concentramos más en Europa en pleno proceso electoral. Las elecciones en Holanda, Francia y Alemania han sido y son objetos de manipulación de los grandes medios así como fue el caso del Brexit y el proceso electoral en EUA. En los dos últimos casos los medios fallaron y veremos aquí hasta donde logren o fallen en sus intentos de desestabilizar a la Unión Europea a fin de lograr unir fuerzas para su proyecto de un ´gobierno global´.

Si las derrotas de los globalistas no son presentados al público, menos claro queda aún cómo surge en medio de la disputa un tercer actor que parece ganar, paulatinamente, el espacio necesario para manifestarse como el ganador final de la disputa: el proyecto de China y Eurasia de instaurar un Mundo Universalista y Multipolar. No solo el proceso electoral en Europa echa luces sobre un probable acercamiento de la UE al proyecto universalista y multipolar que tiene su mayor dinámica desde China y Eurasia, los 27 jefes de estado de la UE firmaron el pasado 25 de marzo la Declaración de Roma en el contexto del 60 aniversario de la Unión. Los medios no le prestaron mayor atención. En la visita de los jefes de Estado al Vaticano, el mensaje del papa Francisco apuntaba en términos espirituales al reto de una Europa orientada hacia el proyecto universalista y multipolar, cuando afirmaba: ´Roma, con su vocación de universalidad, es el símbolo de esa experiencia y por eso fue elegida como el lugar de la firma de los Tratados´. Los medios no hicieron transcenderlo.

La primera ministra británica, Theresa May, al poner en marcha el Brexit en el mes de marzo, declinó aclarar si su Gobierno aspira a negociar con la Unión Europea (UE) la permanencia del Reino Unido en el mercado único. Ha manifestado más bien que quiere ser un “imán” para las inversiones y quiere impulsar la fortaleza del Reino Unido como una potencia del comercio mundial. La lectura es que Reino Unido y particularmente la City de Londres, no apuestan exclusivamente a un gobierno global siendo parte del capital financiero globalista, sino se abre a partir del Brexit también al Universalismo Multipolar impulsado desde China y Eurasia. En síntesis hay mucho por ver hacia donde se dirigirá la política internacional en esta coyuntura.

La manipulación globalista de la campaña electoral en Europa

En las primeras elecciones de 2017 de la Unión Europea (EU) en Holanda, las plataformas de comunicación dominantes basándose en sondeos dieron, hasta el penúltimo día, ventaja al nacionalista, xenófobo y euroescéptico Partido por la Libertad de Geert Wilders (PVV). Wilders, anunciaba en su campaña querer celebrar un referéndum sobre la permanencia o no del país en la Unión Europea siguiendo con ello el ejemplo del Reino Unido. La difusión de los medios en torno a la campaña por un referéndum sobre el Nexit, tenía como objetivo crear un ambiente anti-Unión Europea, y particularmente, con las elecciones en otros países más grandes en la mira: Francia (abril-mayo) y Alemania (setiembre).

Los principales medios controlados por el capital financiero globalizado tildan a partidos como el de Wilders o Marine Le Pen de populistas al movilizar ciudadanos decepcionados contra los poderes supranacionales establecidos y terminar con sus representantes y sus símbolos: la Unión Europea y sus instituciones. Esto ocurre porque la izquierda tradicional en Europa (la socialdemocracia) está asociada a las políticas económicas y sociales de los globalistas. Este posicionamiento, al fin de cuentas, ha impedido la perspectiva de construcción de otra sociedad y más bien ha ido contra la clase obrera y trabajadora. Los grandes medios integran dentro del concepto de ´populismo´ cualquier contenido, con tal de lograr su objetivo. El uso del término ´populismo´ confunde, a nuestro parecer, un análisis más profundo del proceso electoral y sus fuerzas políticas, motivo por lo cual no usaremos el término en este análisis.

Es muy llamativo que al anunciar los resultados de las elecciones en Holanda, los medios no solo erraron en su pronóstico a partir de supuestos sondeos objetivos, sino la diferencia con el conservador partido VVD, del actual primer ministro de Holanda (que se ubica cada vez más a la derecha) fue abismal. El partido de Wilders (PVV) logró 20 escaños de 150, o sea un escaso 13% de los votos, lejos de los 33 escaños (22% de los votos) de los liberales del VVD. Por poca diferencia el PVV no quedó en quinto lugar al obtener los Democristianos (CDA) y el D66 (partido socioliberal-federalista-europeo y democrático), cada uno 19 escaños, o sea, 12.6% de los votos. Con estos datos queda claro que los principales medios (bajo control de los globalistas) nunca informaron con objetividad al gran público durante la campaña, sino que se dedicaron a manipular la opinión pública para promover un clima nacionalista-xenófobo y sobre todo antieuropeo.

Para poder instaurar un Estado globalista unipolar y supranacional es necesario lograr la desintegración de la UE. El euroescepticismo constituye por lo tanto parte sustancial del mensaje que las plataformas globales de comunicación y sus redes propagan e instalan. Lo hacen con bombos y platillos, y esto coincide con el proyecto del capital financiero globalizado con sus centros de operaciones estratégicas en las cities de Nueva York y Londres en red con las cities de Paris, Frankfurt, Ámsterdam, etc. y los bancos centrales. El gran objetivo en 2017 es reforzar la posición de Marine Le Pen y su Frente Nacional en las elecciones claves de abril-mayo en Francia. En caso de su victoria en los comicios, Marine Le Pen, convocaría un referéndum sobre la salida de Francia de la UE. El euroescepticismo tiene que alcanzar su climax para las elecciones en Alemania a fin de derrocar a la canciller Ángela Merkel, líder indiscutible de la Unión Europea.

Las elecciones en Francia y el futuro de la Unión Europea

En Francia se realizará la elección presidencial el 23 de abril y se celebrará una segunda vuelta el 7 de mayo entre los dos candidatos con más votos. Las plataformas de medios francesas se han encargado en destacar, con sentido negativo, la supuesta rusofilia de François Fillon, tras su sorprendente victoria en la primera vuelta de las primarias. Según las encuestas Fillon sacó más de 28% de los votos, muy por encima de Macron y casi igualando a Marine Le Pen. De haberse consolidado la candidatura de Fillon, Marine Le Pen, líder del Frente Nacional y declarada favorita en la primera ronda presidencial, tendría que competir con este rival de los Republicanos y donde Fillon tendría posibilidades ciertas de derrotar a Le Pen. La posición de Fillon es que la única opción para derrotar a las bandas armadas del Daesh, como se demostró en el terreno en Siria, pasa por reconocer los aportes de Rusia en tal objetivo y también al gobierno sirio, posición que confronta con los intereses de los globalistas. Por lo tanto no podría ser un candidato ganador.

Es más, François Fillon tiene sus bases de apoyo entre los que aun adhieren al proyecto de Charles De Gaulle. Es bien conocida la histórica posición de De Gaulle en relación a la estrategia de tomar distancia e incluso enfrentar a los EUA, una posición opuesta al partido socialista de Hollande. La posición de Fillon es consolidar a la UE a partir de un fuerte vínculo entre Francia y Alemania y reunir al conjunto de los europeos, pero equilibrando la inclusión de toda Europa y, por último, tener la mirada a favor de incluir a Rusia con la cual la UE se fortalecería. Sería una posición como ´Make Europe Great Again´. Aunque no lo plantea Fillon, esta posición política, sobre el devenir de la UE, apuntaría a la posibilidad de integrarse al proyecto Universalista del Multipolarismo Brics-Ampliado.
Con ello queda claro que Fillon obviamente no podía ser la opción para las fuerzas globalistas. La popularidad del candidato de Los Republicanos se redujo en la segunda ronda televisada a 17.5% a raíz de una investigación de la Justicia francesa, bien divulgada por los medios, para verificar si su hija Penelope Fillon realizó realmente el trabajo por lo que cobró más de 900.000 euros. Esta información la lanzó el semanario satírico Le Canard Enchaîné. Detrás de esta campaña de difamación, con casi total seguridad, está la Casa Global Rothschild, ya que es la misma casa que compró el edificio de Charlie Hebdo y donde funciona el semanario satírico mencionado.

La estrategia de poner a Le Pen en el centro de la publicidad durante la primera vuelta apunta a fomentar el euroescepticismo para lograr la fragmentación de la UE. Después de las elecciones en Holanda, donde la derrota de Wilders fue celebrada con los bombos y platinos por los mismos grandes medios que le dieron una alta posibilidad de triunfar. Después del resultado en Holanda en Francia no se observó una opinión pública suficientemente favorable para la campaña de Marine Le Pen. Sus opciones de ganar se situaban en el 26% y estaban en retroceso. Los medios apuestan todo a dos candidatos ganadores en la primera vuelta: Marine Le Pen y Emmanuel Macron. Este último emerge como candidato de los mismos medios salido de la nada. Es el candidato de la élite globalizante transatlántica y Le Pen solo ha de servir para fomentar el euroescepticismo por toda Europa. Para lograrlo los medios procuran manipulan mantener a distancia los demás candidatos presidenciales.

En cuanto a la manipulación del proceso es importante prestar atención al comentario de Michael Bloomberg sobre la campaña electoral en Francia. Bloomberg es un magnate de los medios, quien dio su apoyo a la candidatura de Obama en 2012 y a Hillary Clinton en 2016 para las respectivas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Lo que él plantea tiene mucho significado no solo por lo que dice, sino por quién lo dice y a quiénes lo expresa. Bloomberg afirma que el atentado en Londres del 22 de marzo de 2017, a las puertas del Parlamento británico, disparó las opciones de victoria de Marine Le Pen para las elecciones en Francia, mostrando un abrupto repunte a más del 35%. El comentario se basa en los cálculos de las casas de apuestas. Nunca antes las casas de apuestas le habían concedido un 35% de posibilidades a Le Pen de ganar en los comicios presidenciales en Francia. Es muy notorio que en los últimos dos años Le Pen ha obtenido sus picos de popularidad, luego de cada atentado cometido en Europa por el “yihadismo islámico”.

Nuestra preocupación se eleva aún más cuando nos revelan quienes están detrás de los atentados terroristas de bandera falsa en Europa. Ole Dammegaerd (quien comenzó en 1983 a investigar a fondo el asesinato de John F. Kennedy y Martin Luther King) ha predicho los atentados llevados a cabo bajo bandera falsa en el último año y señala que es la propia élite que deja las evidencias necesarias para poder inferirlo. Dammegaerd nos informa que semanas antes del atentado bajo bandera falsa en París, la Casa Global Rothschild compró el edificio de Charlie Hebdo dejando en señales que los globalistas están detrás de estos hechos. Dammegaerd señala además que tanto el atentado en Bélgica hace un año, como el de Londres en marzo de 2017, sucedieron el día 22 de marzo (3/22). Lo anterior, afirma Dammegaerd, tiene relación con una organización secreta que está detrás: la sociedad secreta de Skull and Bones. Es una sociedad masona y sinárquica con sede en EUA, que tiene como número oculto 3/22.

Emmanuel Macron, es el candidato favorito de los globalistas. Ha sido un banquero de negocios de primer nivel al servicio de la banca Rothschild. Macron, fue ministro de Economía del gobierno ´socialista´ de François Hollande y ahora es candidato a la presidencia de la República por la plataforma En Marche (En Marcha). En los años ochenta Macron fue invitado a participar en la conversión del partido socialista al globalismo neoliberal. Esta “Comisión para la liberación del crecimiento francés” había elaborado la concepción de las “300 propuestas para cambiar Francia” presentadas al presidente Sarkozy como un proyecto de gobierno. Sarkozy fracasó al ponerlas en marcha por las reacciones sindicales. Los socialistas llamados “de izquierda”, con Hollande, llevaron a cabo el proyecto y se permitieron drásticas medidas antisindicales con un discurso más tranquilizador. Al justificar una inmigración masiva en términos morales, como medida humanitaria, el partido socialista en Francia se asemeja al partido demócrata, según el modelo estadounidense, pero el partido se hundió con esta postura ya que ha perdido buena parte de su electorado. Al partido socialista le sucede Macron como próximo socio político de la globalización neoliberal y su proyecto de crear “OTANistán”.

Nunca un candidato serio a la presidencia se ha parecido tanto a un robot de los medios como Macron. Es una creación artificial concebida por los grandes medios. Los últimos sondeos muestran un empate técnico entre su candidatura y la de Marine Le Pen. A una distancia importante se encuentra el candidato republicano François Fillon. Los candidatos de izquierda están en posiciones prácticamente imposibles para finalizar en primera vuelta. Entre ellos está el socialista Benoît Hamon que no tiene ninguna posibilidad ni tampoco Jean-Luc Mélenchon quien, al igual que Podemos en España, actúa fuera del marco de los partidos tradicionales y tiende a cambiar la palabra “izquierda” por la palabra “pueblo”.

Los grandes medios globalistas dan mucha atención a la opción por Marine Le Pen para ganar en la primera vuelta y así promover su discurso euroescéptico y el fin de la Unión Europea. En la segunda vuelta los globalistas esperan poder derrotar a Le Pen. Para evitar que Le Pen eventualmente ganara en la segunda vuelta, las fuerzas globalistas pueden esperarse nuevos hechos de falsa bandera, para luego atribuirlos a las mismas fuerzas ultra-nacionalistas. Ya pusieron en marcha una campaña mediática para evitar que gane Le Pen en segunda vuelta. La existencia misma de la cadena rusa internacional RT servirá para generarla. Es sorprendente como en Francia se adoptó desde ya la campaña anti rusa estadounidense. Esto muestra la lucha absoluta de los medios globalistas por el control del “relato”. El control del “relato” es el corazón crítico del “soft power”. Sin que Rusia se entromete en las elecciones, el relato es que sí lo hacen y que hasta manipulan los sondeos y eventuales resultados. “Nuestro” relato (globalista) es la verdad y lo que “ellos” dicen es falsa y mera propaganda y lo que hacen es motivo de guerra fría.

La campaña que denuncia las “falsas noticias” que partirían de Moscú golpea aún hoy duro en EUA y desde ya está presente no solo en Francia sino también en Alemania (Deutsche Welle) con las elecciones generales en perspectiva para setiembre. La acusación ya es que Marine Le Pen es “la candidata de Moscú”. Esta noticia no solo supone arruinar sus chances de triunfar en segunda vuelta, sino que también se trata de un globo sonda capaz de suscitar una “revolución de color” si por ventura ganara la elección en segunda vuelta el día 7 de mayo. La injerencia de la CIA en las elecciones extranjeras es histórica y mundialmente utilizada y no se limita a emitir boletines noticiosos controvertidos. Las mismas fuerzas actúan aquí apoyando a Macron, dispuestos a estigmatizar a todo oponente en segunda vuelta como un instrumento de Moscú y, de ser necesario, crear sucesos de falsa bandera para legitimar acciones que consideran necesarias. Para los globalistas no puede haber, en otras palabras, un Frexit ni otro Brexit.

1. Las fuerzas en pugna en torno a la Unión Europea

a) La dialéctica del nacionalismo europeo

Hay una aparente y contradictoria tendencia con la que juegan las fuerzas políticas nacionalistas y anti-UE de la llamada “extrema derecha” en la Unión Europea. En la carrera hacia la “toma del poder político” de las instituciones comunitarias, estas fuerzas políticas utilizan las únicas herramientas democráticas disponibles: en vez de quedar como una coalición de pequeñas representaciones nacionales y para poder avanzar y tener representación a nivel europeo, apuestan ir a las elecciones al parlamento de la UE como una sola fuerza política transeuropea. En junio de 2015 se creó el Grupo Europa de las Naciones y las Libertades (ENL), liderado por el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen y el PVV de Geert Wilders. El Grupo se compone de 40 miembros y 7 partidos políticos de 7 países diferentes. Es el mínimo requerido de países a representar para constituir un grupo político en el Parlamento Europeo.

Vale señalar que este Grupo representa a 5 de las 6 naciones fundadoras que constituyen el corazón de Europa: Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y Bélgica. Solo falta el paraíso fiscal Luxemburgo. Los resultados de las últimas elecciones europeas en 2014 les dieron 40 escaños. Estos 40 parlamentarios constituyen el grupo político más pequeño del Parlamento Europeo (5,4%), aunque ciertamente también es la fuerza más consistente y decidida. Es realmente una situación contradictoria que la llamada ultra derecha europea nacionalista, xenófoba y euroescéptica se presentará, como la fuerza política trans-europea por excelencia para las elecciones en 2019.

Esta llamada “derecha” o “extrema derecha” es también la expresión conservadora en cada país de las burguesías que han quedado relegadas en la conformación del bloque oligárquico continental de la UE. Estas burguesías nacionales están a la defensiva ante la oligarquía que asciende y centraliza poder a nivel de las instituciones de la UE. La última expresa lo que se denomina como el establishment o estamento de poder económico-estratégico en la Unión Europea. Desde la creación misma de la CEE en 1957, estas burguesías nacionales (Francesa, Alemana, Italiana, Griega, Española, Holandesa, etc.) están a la defensiva y entran en conflicto con poderes regionales. Esto solo se ha ido profundizando a partir de la caída del Muro de Berlín 1989 y de la URSS en 1991y más aún con el avance hacia la conformación de la UE en noviembre de 1993. Estos conflictos alcanzan su clímax con sucesos como la firma del Tratado de Lisboa en 2007, el estallido de la crisis financiera global de 2008 y la crisis Europea en 2010.

En este momento es muy importante dejar en claro que el establishment europeo no es homogéneo a como lo presentan generalmente. A partir de septiembre de 2001 y septiembre de 2008 se manifiesta la división en dos bloques enfrentados entre sí. Los intereses del capital financiero oligárquico continental europea (mal llamada franco-germana o gran Alemania) se expresa a partir de las instituciones políticas de la UE (Bruselas sobre todo) y se encuentra cada vez más enfrentada al capital financiero global. El último se expresa a partir de su poder e instituciones de las cities financieras (Londres, París, Frankfurt, Milán, Ámsterdam, Madrid, Dublín, etc.) y de los Bancos Centrales. Esta distinción nos permitiría avanzar en dejar en claro qué es lo que expresa la llamada “ultra derecha” y qué el “establishment” Europeo.

El Globalismo financiero con su centro en la Cities de Londres y Nueva York no solo está enfrentado al continentalismo Europeo, también lo está con el Continentalismo Norteamericano (expresado en la asociación de libre comercio Nafta reuniendo y subordinando a México, Canadá y EUA) así como con el Continentalismo con centro en Japón, que reunía al sudeste asiático (incluyendo a las provincias del sur de China) hasta la gran crisis de 1999-2001. Importante es notar que esta forma de continentalismo se desarrolla con fuerza a partir de la gran crisis económica de 1979-1987, con su revolución neoconservadora, y se manifiesta con toda fuerza a partir de la caída de URSS.

Por lo tanto, no solo nos encontramos en medio de un conflicto de las ultra-derechas nacionales contra las llamadas oligarquías en la UE, sino que también nos encontramos con otro conflicto entre la oligarquía europea continental que confronta con la oligarquía financiera global. Entender estas divisiones permite ordenar y observar el mapa del conflicto de intereses en los continentes y hacerlo inteligible (entendible) cuando observamos enfrentamientos entre fuerzas político sociales. Solo así comprenderemos que la derecha nacionalista anti-europea tras la constitución de un partido trans-europeo pueda tornarse básicamente anti globalista más que anti-europea.
Es importante señalar en este contexto que esa “derecha-extrema nacionalista”, al no lograr obtener suficiente poder a escala nacional, ha logrado coaligarse en una expresión política continental de UE. En este caso su interés ya no sería separarse de la UE sino imponerse con liderazgo para las elecciones del Parlamento Europeo en 2019. Con lo anterior es de esperar incluso que estos partidos nacionalistas no van a promover la salida de la Unión Europea, ni si llegasen al poder. Con ello, la siguiente pregunta obligada sería expresando qué interés continental tendrían. Ahora bien, al igual que Fillon incluso podrían llevarse la consigna de los Republicanos de ´Make Europe Great Again´ al tiempo de reivindicar no perder la soberanía ni la identidad nacional. Lo anterior demanda una mayor democratización de la misma EU. El proyecto de universalismo multipolar con su centro en China y Eurasia respeta la identidad y soberanía nacional como punto de partida y no sería contradictorio que estos partidos llamados de derecha euroescépticos y xenofóbicas, mañana sean los defensores del universalismo multipolar.
Después de la creación del partido trans-europeo de la llamada ´ultra derecha´, también las fuerzas principales de la izquierda europea están moviendo fichas para construir una alternativa trans-europea. El último fin de semana del mes de marzo, el exministro griego Yanis Varoufakis, que capitanea el Movimiento por la Democracia en Europa 2025 (DiEM25, por sus siglas en inglés), presentó (también en Roma) un ‘New Deal’ para ir a las urnas de la UE en 2019 con el objetivo de democratizarla. Dos semanas antes, en la misma ciudad de Roma, se reunieron los impulsores de ‘Plan B’, otra iniciativa que busca una convergencia de partidos y movimientos sociales ‘anti-austericista’ como alternativa a las políticas actuales de Bruselas. La tercera fuerza, la representa el Partido de la Izquierda Europea (PIE), planea un acto para noviembre en Marsella con el objetivo de atraer a otras formaciones. Estas tres plataformas o corrientes (con Podemos de España, Die Linke de Alemania, el Partido Comunista de Francia, entre otros) defienden ideas similares de ruptura con la dinámica europea actual y buscan una candidatura unitaria para las elecciones de 2019.

Los proyectos políticos dirigidos por el establishment ya sea de la oligarquía de la UE o de las fuerzas globalistas, carecen de esta fuerza trans-europea y, dialécticamente, desembocan en prácticas nacionalistas. Al no tener elecciones a nivel de la UE ni debates públicos a ese nivel, tampoco lo son sus debates en los medios de comunicación masivos. Debido a la falta expresión política a escala continental de UE, que solo pueden ser construidas por partidos trans-europeos, su debate sobre la Unión Europea se da, de manera contradictoria, en los medios nacionales e inevitablemente tiende a tener elementos nacionalistas. No nos sorprendería que dentro de no mucho tiempo los partidos que defienden precisamente el Continentalismo, con su liderazgo en la figura de Ángela Merkel del CDU, también apunten a la formación de un gran partido trans-europeo para defender a la UE. De suceceder esto, los partidos pro-globalistas (las socialdemocracias europeas) quedarían prácticamente solos a nivel nacional ya que serán que menos pondrán la UE en su agenda. Formar un partido trans-eurpeo para ir en contra de la UE es una misión bastante contradictoria para las fuerzas globalistas.

b. La dialéctica de izquierda y derecha en Europa

Lo que ocurra de aquí entre el 23 de abril y el 7 de mayo en Francia es un buen laboratorio para entender qué es lo que está ocurriendo con las viejas identidades políticas en Europa y por lo pronto más allá de sus fronteras. Las próximas elecciones presidenciales francesas se juegan sobre un tablero retórico novedoso y conviene seguir de cerca que es lo que dicen y cómo lo dicen estos dos candidatos líderes inéditos ya que ambos afirman no ser de la izquierda ni de la derecha.

Lo llamativo del fenómeno Macron es que retoma algunos de los principales lugares comunes del discurso del Frente Nacional y los ancla en un ´sentido común´ vinculado a lo que podríamos llamar, junto a Nancy Fraser, “neoliberalismo progresista” con sus concepciones liberal-individualistas del “progreso”. Estas concepciones tienen como objetivo el reemplazo de las interpretaciones expansivas, anti-jerárquicas, igualitarias, clasistas y anticapitalistas de la emancipación que habían florecido en los partidos socialistas (social demócratas) de los años sesenta y setenta. En la práctica el ´neoliberalismo progresista´, al justificar una inmigración masiva de mano de obra barata más flexible con el intento de debilitar las organizaciones sindicales y de trabajadores, se alinea con las minorías de etnia, genero, religión, la inclusión de individuos que pertenecen a las clases medias profesionales de alta calificación que son necesarias en las plantas gerenciales de las transnacionales. Para los trabajadores obreros y los trabajadores de la clase media-media y media-baja, esta política solo es discurso mediático. El objetivo de Macron es la unión de todos los “progresistas” que quieren entrar en el nuevo siglo, en la economía de las competencias, la cualificación y la innovación (la meritocracia) y se sienten vinculados a la laicidad y a Europa. Para ellos, los conservadores son aquellos quienes, tanto en la derecha como en la izquierda, desean proteger un orden antiguo con su llamado ´populismo´ de derecha e izquierda para descalificarlos.

Marine Le Pen desplaza el centro de la pelea política hacia otro eje distinto a lo que es la derecha e izquierda, al enfrentar a “los privilegiados” a costa de “los olvidados”. En la jerga ultraderechista con los privilegiados se refiere al conjunto de personas que viven “por encima de la ley”, o sea: élites e inmigrantes irregulares y, con los ´olvidados´ a los denominados “excluidos” o “invisibles”. La candidata del Frente Nacional, apela al “pueblo” de Francia. Para Le Pen, la construcción de una nueva Francia pasa necesariamente por la recuperación de la soberanía nacional para “no sucumbir ante el dominio del rey-dinero. Ella reivindica el retorno a la Europa de las naciones. En esencia va en defensa de la soberanía e identidad nacional. Con la participación del Frente Nacional en el partido trans-europeo ´Europa de las Naciones y las Libertades´ (ENL), no es nada imposible esperar que los partidos llamados euroescépticos, mañana serán los que se abrirán para el proyecto de universalismo multipolar con su centro en China, Rusia y Eurasia que sí respeten la soberanía e identidad nacional como punto de partida.
La esencia es su lucha por la libertad y protección del pueblo y su defensa de la amenaza del “totalitarismo neoliberal”, cuyo objetivo sería la conversión de todo en mercancía, objetivo esencial del globalismo. Marine Le Pen llama a la “revuelta” del pueblo francés contra unas élites que “pretenden crear un país de esclavos que produzcan barato para que consuman desempleados”. Con esta campaña no es nada extraño que Marine Le Pen logre reclutar votos y hasta activistas entre los socialistas decepcionados. Lo anterior explica como el partido socialista francés queda, al igual que el partido socialdemócrata de Holanda, prácticamente reducido a la nada.

c. El repliegue de los llamados partidos socialdemócratas y socialistas

En la actualidad estamos asistiendo al derrumbe del modelo social europeo nacido de la posguerra, e impulsado fundamentalmente, aunque no sólo, por la socialdemocracia. En el año 1945 se formaron los Frentes Populares de posguerra que alcanzaron el poder y se extendió por Europa el “espíritu del 45”. A la época que va desde 1947 a 1973 se les llama “los treinta gloriosos del capitalismo”. Esta fase estuvo dominada por el consenso socialdemócrata de posguerra. En los 80 nos encontramos, según Pedro Gonzalez de Molina, con dos modelos de actuación de los partidos socialdemócratas en el poder. Países, como en Francia, que con Miterrand, intentaron aplicar una política diferente a la que quería imponer Thatcher, y que tras unos años fueron derrotados, y luego siguieron la senda de las reformas neoliberales y, por otro lado, países como España con Felipe González, que a pesar de que construyeron el Estado del Bienestar en su país (o lo ampliaron) introdujeron desde el principio las reformas estructurales demandadas por el FMI y otros organismos del llamado “Consenso de Washington”.

En relación con el fenómeno de la decadencia de los partidos socialistas en muchos países europeos (Holanda, Suecia, Austria, Francia, España, Portugal, Grecia, entre otros), no podemos dejar de recalcar cómo estos partidos socialdemócratas han sido copados por sus cúpulas por el globalismo financiero. Su discurso y relato es socio-liberal/demo-liberal desarrollado por sus ideólogos en la Londinense “Tercera Vía” de Anthony Giddens, Tony Blair y su Neo-Laborismo y en los Neoyorquinos Clintons y su Neo-Partido Demócrata. Ambos expresaron el conflicto entre la oligarquía financiera global que emergía y avanzaba, y las oligarquías continentales que se retrasaban y defendían. Este conflicto se desarrolla primero al interior de los partidos conservadores como el Partido Republicano con Ronald Reagan y el Partido Conservador Británico con Margaret Thacher. Este enfrentamiento se manifiesta hacia finales de los años de 1970 y recorre todos los 80´s.

El social-liberalismo, o Tercera Vía, se basaba en sustituir la Justicia Social por la igualdad de oportunidades. Los Partidos Socialistas o socialdemócratas fueron desmontando su activismo social, y perdiendo su relación privilegiada con los sindicatos de clase (que en algunos casos llegó a la ruptura), por lo que los partidos se llenaron de profesionales liberales y funcionarios como elementos hegemónicos. Los partidos pasaron de partidos de masas a partidos electoralistas con el resultado que la militancia empezó a perder sentido. Abandonaron cualquier proceso de transición al socialismo, ni siquiera como objetivo lejano. Mientras los Partidos Socialistas iban virando hacia el social-liberalismo, los Partidos Comunistas desaparecían o iban virando hacia la socialdemocracia. Hacia fines de los 80´s y especialmente con la caída la URSS 1989-1991, se manifiesta el desplazamiento del discurso de la oligarquía financiera globalista hacia los partidos socialdemócratas. Este copamiento de sus cúpulas las asocian a las migajas de sus negocios globales y desaloja a quienes no accedían. Esto es claro en todos los partidos socialdemócratas tanto en Francia, Gran Bretaña, España, Portugal, Holanda, Austria Suecia e incluso en EUA.

A partir de este momento, la oligarquía global en el control de la cúpula de los partidos de “Izquierda” inicia su ofensiva sobre las organizaciones sindicales de trabajadores que habían sido las fundadoras de estos partidos y sobre quienes realmente resistían el copamiento. No es extraño que muchos de las organizaciones sindicales encuentren hoy más perspectiva en un programa trans-europeo y muchos de sus miembros incluso en el discurso de las llamadas ultra-derechas que en los propios partidos socialistas o socialdemócratas.

d. Las elecciones de Alemania ante la Crisis Europea

La socialdemocracia alemana (SPD), con Schulz como nuevo candidato a canciller, continúa lidiando con una crisis de identidad y ha de recuperar a los votantes que abandonaron el apoyo a la formación para apostar por alternativas como Die Linke (La Izquierda). El SPD pasó por una época crítica que comenzó en 2005 con la derrota de Gerhard Schröder y su Tercera Vía. Al igual que otras formaciones de ´centroizquierda´ europeas, el declive de los apoyos al SPD vino acompañado por luchas de poder internas, teniendo la formación alemana hasta seis dirigentes distintos. En estos años, la estabilidad del partido democristiano (CDU) se fue asentando con la figura y líder fuerte en Ángela Merkel de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), única dirigente del partido en todo este periodo de tiempo y principal fuerza para conducir a la Unión Europea. Junto con La Unión Social Cristiana (CSU) de Bavaria y el partido liberal (FDP), la coalición de Merkel cuenta con un 53% de los escaños en el parlamento alemán (Bundestag).

Además de la falta de liderazgo socialdemócrata, Schulz tiene también que enfrentarse a la herencia de la controvertida Agenda 2010, un paquete de medidas que fueron el comienzo del fin del canciller Schroeder. La Agenda 2010, es un paquete de reformas del segundo gobierno del antiguo canciller alemán Gerhard Schroeder que cumplió en 2013 diez años en medio de discusiones entre partidarios y detractores de la misma, pero con el consenso de que fue algo que dio un vuelco radical a la sociedad. La Agenda que sus detractores llaman “socio-liberalismo”, de hecho se puso en marcha para alinearse con la globalización y con este nuevo orden económico, político y social. Esta apuesta del por entonces líder del SPD encontró una oposición feroz de los sindicatos y de los sectores más a la izquierda del partido. Estos denunciaron un endurecimiento de la legislación laboral que desembocó en una precarización de los empleos, una presión desmesurada sobre los desempleados y una liberalización del mercado laboral.

La Agenda y sus recortes sociales no solo produjeron mucho descontento, sino la coalición de Gobierno presidida por Schroeder -formada por el SPD y Los Verdes- empezó a perder una elección regional tras otra. Las reformas sacudieron a toda Alemania y generaron una crisis dentro del Partido Socialdemócrata (SPD), dando origen a una disidencia de izquierdas que se oponía al curso que había tomado el Gobierno de Schroeder. Esa disidencia, con el ex presidente del SPD Oskar Lafontaine a la cabeza, se fusionaría con los postcomunistas del este de Alemania para crear el partido de La Izquierda (Die Linke). Actualmente es el tercer partido más grande de Alemania con 76 de los 620 escaños (12%) en el Parlamento Federal. Según el propio partido, es la única fuerza de izquierdas en el parlamento alemán.

Al frente del partido, los sondeos pronosticaban que Schulz y el SPD se situasen cada vez más cerca de la CDU de Merkel, con porcentajes de intención de voto que se igualaban en torno al 32%. El dilema sería, si el SPD ya lograra igualar al CDU en votos, si apoyara o pactara con los democristianos, apostando por una coalición amplia que buscara la estabilidad del bipartidismo en el gigante europeo o si por el contrario se decidiera por la colación roja-roja-verde, esto es, con Die Linke y Los Verdes (Die Grünen), partido pionero del ecologismo europeo y cuyo apoyo popular se muestra a la baja. Es probable que con ambas formaciones de centro-izquierda, la SPD no alcance una opción mayoritaria en el Bundestag.

Los comicios del 26 de marzo de 2017, en la región de Sarre (Oeste) constituyen el primer test en las urnas del año electoral alemán, a solo seis meses de las generales del próximo 24 de setiembre. A las regionales de este pequeño Land, con solo 800.000 electores, se les otorga un carácter de barómetro para las elecciones generales. La CDU, además de mantenerse en primera posición, logró aumentar casi un 5% de los votos, mientras el SPD quedó aproximadamente en el mismo nivel que en 2012. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller defendió su posición de primera fuerza y obtuvo un 40%. EL SPD con 30%, quedó por debajo de las expectativas tras el repunte pronosticado por los sondeos, desde que asumió Martin Schulz la candidatura a la Cancillería.

En tercera posición quedó La Izquierda (Die Linke) con un 13%. Los Verdes que se quedaron en un 4,5%, por debajo del mínimo del 5% para obtener escaños estarán fuera de la nueva cámara regional. Con este resultado se alejó la perspectiva de una hipotética alianza del SPD con estos dos partidos. A la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) le adjudican estos sondeos un 6%, muy por debajo del resultado récord obtenido el año pasado en Sajonia Anhalt (este) o el 15% en Baden Württemberg (suroeste). Ninguna formación ultraderechista logró escaños en el Parlamento federal (Bundestag). La misma AfD se quedó en 2013 a las puertas de lograrlo, al situarse unas décimas por debajo del mínimo requerido del 5 %.

La perspectiva de los globalistas de desplazar a Ángel Merkel como canciller, que se anunciada con bombos y platinos en los grandes medios, no se ven nada claras. Y como suele pasar en torno a las elecciones francesas era de esperar entonces observar atentados terroristas de bandera falsa. La llamada ultraderecha no está en su momento para quitar muchos votos al CDU a nivel federal. Sin embargo, los atentados afectarían de alguna manera a la coalición de la canciller. La matanza en el mercado navideño de Berlín fue un golpe para la coalición de Merkel a las puertas de un año electoral y en el justo momento cuando comenzaba a recuperar parte de su popularidad perdida.

Luego del reciente avance del CDU en las elecciones regionales de Sarre, el 11 de abril, el equipo de fútbol del Borussia Dortmund fue objeto de un “atentado terrorista”,. La fiscalía general de Alemania comunicó la detención de un sospechoso que podría tener vínculos con los islamistas. Según la prensa alemana las autoridades están estudiando los posibles vínculos del ataque con el islamismo tras descubrir en el lugar una carta que lo reivindica “en nombre de Alá”, justificación clásica con atentados de bandera falsa. Es temprano para pronosticar resultados de las elecciones alemanas en el próximo mes de setiembre, pero todo indica que los globalistas están contra corriente. A pesar de los atentados de bandera falsa, un nuevo triunfo de la canciller Ángela Merkel está en la mira.

d. Fuerzas encontradas en torno al Universalismo Multipolar

Cuando el presidente de China, Xi Jinping, en Davos se yergue como la personificación del globalismo, es decir, de todos los globalismos en general y del universalismo multipolar no financiero en particular, lo hace porque en las economías emergentes conviven en 2017, en especial en el Asia-pacifico, las transnacionales financieras globales y las grannacionales universales. Todo lo cual marca la escala del umbral de poder mundial del Universalismo Multipolar. La escala del Universalismo Multipolar nos muestra cual es la magnitud de poder en la cual se produce/realiza poder/valor. El Universalismo es el espacio probable que triunfe a partir del conflicto interno entre las dos fracciones de capital financiero dentro de EUA, que se agudiza con el proyecto de un nacionalismo industrialista de Trump.

Hoy parece no haber margen para el poder de un nacionalismo industrialista al estilo de la campaña de Trump, en el límite sí podría haberlo para un continentalismo militarista norteamericano, solo por el poder militar del complejo industrial militar y su amenaza de guerra termonuclear. Depender de este único instrumento de poder no le da estatus de muy probable. El nacionalismo industrialista tampoco podría ser contenido/subsumido por el continentalismo financiero militarista porque el primero necesita negar toda posibilidad de su despliegue como tal, pues lo fragmentaria. El nacionalismo industrialista antioligárquico solo podría ser contenido/subsumido por el universalismo multipolar industrialista de los BRICS ampliado. El presidente Trump tuvo el 6 de abril de 2017 un encuentro con el presidente chino Xi Jinping. No hay mayor noticia sobre dicha reunión y lo anterior da pie para muchas especulaciones. Era una oportunidad para abordar la adhesión de Estados Unidos al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura. Con esa jugada, Trump estaría dando un golpe para las fuerzas globalistas.
El bombardeo del 6 de abril de 2017 contra la base siria de Shairat, bajo evidente bandera falsa, todos los aliados de Estados Unidos no dejaron de cambiar la perspectiva. Irónicamente lo han aprobado en nombre de supuestos principios humanitarios. Es preciso señalar que, durante el debate en el Consejo de Seguridad de la ONU, el representante del secretario general de Naciones Unidas no apoyó el argumento de un ataque químico por Damasco. Al día siguiente los daños del bombardeo resultaron ser de poca importancia. A posteriori resulta comprensible por qué la defensa antiaérea rusa –cuyo funcionamiento es automático– no reaccionó ya que los rusos fueron advertidos con dos horas de anticipación. El ataque probablemente convence al pueblo estadounidense de que Trump no es un títere de Rusia. Sorprende también que la prensa liberal fue muy rápida para alinearse con Trump, como si se estaba alineando con el Estado Profundo Globalista.

Thierry Meyssan estima que el presidente Donald Trump parece haber culminado su cambio de postura al recibir el 12 de abril al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg en la Casa Blanca. El intento parece ser poner la fuerza aérea de la República Árabe Siria bajo control de la ONU, táctica aplicada por los globalistas contra Serbia hace 19 años, en 1998, hasta el momento de la intervención ilegal de la OTAN. De ser así estaríamos de vuelta en el mismo punto de hace 6 meses, cuando los Estados Unidos de Barack Obama se negaban a trabajar con China, Rusia y sus aliados –la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Washington se disponía entonces a dividir el mundo en dos partes completamente separadas, que ya no tendrían contacto alguno entre sí. Lo anterior significaría un NO rotundo al Universalismo Multipolar y de ser necesario a la fuerza. No necesariamente esta es la única lectura posible. A través de su política exterior, Trump busca eventualmente hacer sentir la potencia de los Estados Unidos. Desde el punto de vista más general, este paso a la fuerza no resolverá en nada los grandes problemas que afectan hoy al conjunto del planeta. Más bien, todo lo contrario.

En el actual juego de los tres – EUA, China, Rusia – Europa no será más que un socio de segundo rango prácticamente obligado a seguir a los Estados Unidos. Dentro de este contexto tenemos que analizar La Declaración de Roma del 25 de marzo de 2017, con motivo del 60 aniversario de la UE y con la firma de los 27 países (sin Gran Bretaña), para reconfirmar la Unión Europea. Esta reconfirmación es un claro revés para el globalismo. Por este motivo los grandes medios globalistas no le han prestado mayor atención a la Declaración. La firma de la Declaración revela que hay suficiente conciencia que los países de la UE no pueden encerrarse dentro de las fronteras nacionales y por lo pronto ni tampoco dentro de las regionales/continentales y la única opción de no desintegrar la Unión Europea y salvar la soberanía e identidad nacional es el Universalismo Multipolar.
En el contexto de la Declaración de Roma del 25 de marzo el mensaje del papa Francisco ante los 27 jefes de estado de la UE apuntaba, en términos espirituales, al reto de una Europa orientada hacia este proyecto universalista y multipolar que tiene su mayor dinámica desde China y Eurasia. El papa, con su Humanismo ecuménico-interreligioso es constructor de puentes entre los pueblos en vez de muros. El papa afirmaba ante los 27 jefes de estado y citamos: ´Roma, con su vocación de universalidad, es el símbolo de esa experiencia y por eso fue elegida como el lugar de la firma de los Tratados´. El espíritu de ´la solidaridad es especialmente necesario ahora, para hacer frente a las fuerzas centrífugas, así como a la tentación de reducir los ideales fundacionales de la Unión a las exigencias productivas, económicas y financieras´, refiriéndose a la amenaza globalista. El papa Francisco invita, en otras palabras, a la Unión Europea de alinearse con el Universalismo Multipolar, lo que significaría una derrota para el globalismo. Con una Europa orientada hacia China, Eurasia y BRICS-Ampliado, el estado global como proyecto estaría definitivamente fuera de toda posibilidad de realizarse.

Gran Bretaña después del Brexit: entre Globalismo y Universalismo

La Cámara de los Comunes del Reino Unido respaldó el 1 de febrero de 2017, con una amplia mayoría -498 votos frente a 114-, el proyecto de ley que otorgará a la primera ministra el poder constitucional para iniciar las negociaciones de ruptura con Bruselas. La primera ministra británica, Theresa May, declinó aclarar si su Gobierno aspira a negociar con la Unión Europea (UE) la permanencia del Reino Unido en el mercado único. Ella ha manifestado que quiere ser un “imán” para las inversiones y quiere impulsar la fortaleza del Reino Unido como una potencia del comercio mundial. Queremos salir fuera de la UE a un mundo más amplio, ha argumentado, citando a China e India, en un discurso donde ha subrayado el rol de un Reino Unido a nivel mundial. Lo anterior, a nuestro modo de ver, significa que el propio Reino Unido deja la opción abierta de ser parte del proyecto universalista multipolar que se vislumbra como alternativa a los globalistas.

El Parlamento británico, desde un punto de vista democrático, no puede contravenir la decisión popular de salida de la UE, pero bien podría aun bloquear una salida del Espacio Económico Europeo (EEE), en cuyo caso el ´pasaporte financiero´ de la City de Londres no se pondría en cuestión. El pasaporte otorga a toda empresa autorizada en uno de los países del EEE el derecho a abrir un establecimiento o una sucursal en cualquier otro Estado del EEE, o a ofrecer servicios transfronterizos. La pérdida de estas cuotas de mercado por Londres se explica solamente por la pérdida del famoso “pasaporte financiero” que proporciona acceso al mercado único. El tema es que este pasaporte financiero no depende de la UE, sino del Espacio Económico Europeo (EEE), es decir, el mercado único, compuesto por la UE28 más Liechtenstein, Noruega e Islandia.
El Espacio Económico Europeo (EEE) no es lo mismo que la UE por lo que, con o s
in artículo 50, el Reino Unido es miembro de pleno derecho del EEE y los derechos de sus ciudadanos a vivir, trabajar y comerciar en el mercado único no expira al dejar el Reino Unido la UE. Si estos argumentos prosperan, el Ejecutivo de la primera ministra conservadora debe además activar el artículo 127 del tratado del Espacio Económico Europeo, que prevé un periodo de doce meses antes de que un país pueda abandonar el acuerdo.

Ante la eventualidad que la City de Londres pierda el ´pasaporte financiero´, los pequeños centros financieros de la eurozona ya se frotan las manos. Estos centros que podrían recuperar la actividad financiera son esencialmente Fráncfort, París, Dublín y Ámsterdam. De acuerdo con la hipótesis de desintegración, Fráncfort podría repartirse el 45%, París 20%, Dublín 15%, Ámsterdam 10%. En este momento no existe aún la menor noción de complementariedad entre los diferentes centros financieros europeos, ni proyecto común. Lo que sí está claro es que la pérdida del ´pasaporte financiero´ por la City de Londres significaría una derrota de los globalistas ya que sus posibilidades de subsumir las naciones europeas al capital financiero globalizado recibirían con ello un duro golpe. Sin embargo, es un hecho que Gran Bretaña y sobre todo la City de Londres tienen la opción abierta de optar por el camino hacia la formación del Estado global y la ruta hacia el Universalismo Multipolar.

Conclusión

En este artículo hemos visto como el capital financiero globalizado procura desestabilizar a la Unión Europea. Con bombos y platinos celebran que este proyecto se cae a pedazos: primero el Brexit y luego seguirían triunfando los partidos euroescépticos de Holanda y Francia y por ende caería Merkel en Alemania. En Holanda los medios globalistas fracasaron una vez más con sus sondeos sesgados a favor de los partidos nacionalistas y euroescépticos. El partido de Wilders apenas quedó en tercer lugar. Esta derrota lo divulgó los mismos grandes medios como un triunfo del pueblo holandés sobre el populismo xenofóbico.

Los globalistas apuestan luego a que Marine Le Pen y su partido nacionalista ganen en la primera vuelta. El objetivo es divulgar por toda Europa el euroescepticismo que ocupa desarrollar los globalistas a fin de crear un Estado global. Instaurarlo supone acabar con el Continentalismo de la Unión Europea. El nacionalismo es propagado por las fuerzas globalistas para que actúen en contra el Continentalismo de la Unión Europea. En la segunda vuelta del proceso electoral, los globalistas se tornen en contra de Marine Le Pen para que triunfe su candidato Macron, marioneta de los grandes medios. Para ello asocien la candidatura de Le Pen con la intromisión rusa en la campaña, así como lo han hecho y hacen con Trump.

Un fenómeno muy interesante es que los partidos nacionalistas, a fin de obtener cierto peso a nivel político, se han organizado en partidos trans-europeos para entrar al Parlamento Europeo. Con ello su ira contra el Continentalismo de la Unión Europea podría transformarse en una alineación con el Universalismo Multipolar y por lo tanto en contra del Globalismo. Los partidos de la izquierda (no los socialdemócratas) europea están formado otra fuerza política trans-europea y no sería extraño que tarde o temprano lo mismo lo harán los partidos pro-continentalismo con el partido del CDU de Merkel en Alemania.

Los partidos socialdemócratas o socialistas están muy desprestigiados desde los tiempos de Blair y Giddens con su Tercera Vía. Su agenda está completamente a favor de las fuerzas globalistas a costa de la clase trabajadora y las organizaciones obreras. Es difícil que estos partidos levanten cabeza y se espera nuevamente su derrota en Alemania. Es probable que estos sean los últimos de unirse en una fuerza política trans-europea ya que su discurso va a favor del globalismo y en contra del Continentalismo de la Unión Europea. Con ello aparece una nueva figura que podrá salir ganando de todo este proceso: el Universalismo Multipolar que también propaga el papa Francisco y que lo planteó a los 27 jefes de estado de la Unión Europea cuando estaban reunidos en Roma para la reconfirmación de la ´Unión Europea´ a sus 60 años de existencia.

La dirección definitiva si el mundo se mueve hacia un Estado Global o más bien en dirección del Universalismo Multipolar depende no en pequeña medida del camino que sigue Trump. Si el actual presidente de EUA se junta al proyecto de las Rutas de Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, el mundo va por un tiempo en la dirección del Universalismo Multipolar; si en cambio se subedita a las fuerzas del globalismo, el camino hacia una confrontación con Rusia y China es casi inevitable. Estos países no renunciarán a su soberanía nacional y tendrán junto con los países de Eurasia opciones de segregarse del mundo Occidental y con más probabilidades de posponer una crisis económica profunda que Occidente. Un enfrentamiento militar entre las dos fuerzas mundiales sería el peor escenario para el mundo entero.

Wim Dierckxsens y Walter Formento

Mariwin

Vía La Haine

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