Elecciones Fech 2007: ¿Hacia un nuevo mapa político en el país?


Autor: Cristian

e suele decir que las elecciones universitarias suelen expresar movimientos y tendencias que más tarde se verán en la política nacional. Más, la que por historia y actualidad, aparece como la más relevante del país: la de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Fech .

Aquí les va una lectura de las recientes elecciones de la Fech. Eso sí, no está de más decir, de partida, que es una mirada desde un sector determinado de la política universitaria y nacional, y que participa directamente en la coalición triunfante, por cuarta vez consecutiva, en nuestra federación de estudiantes.


Un poco de historia…

Desde la dolorosa victoria de la derecha en las elecciones Fech del 2003 , que sorprendió al mundo político del país pero no tanto al de la universidad y menos a las izquierdas dentro de ella (la revista Surda ya lo predecía en su portada con un “La Udi amenaza a la Fech” un mes antes), que parece haberse iniciado un nuevo ciclo político en una de las organizaciones sociales más importantes de nuestro país. El ciclo anterior, conducido por las Juventudes Comunistas desde 1995, se cerraba con una dispersión en 5 listas de izquierdas, con un agotamiento de la federación como expresión de la organización de los estudiantes, y con la llegada del fenómeno que, se pensaba, estaba vetado dentro de los recintos universitarios: el ascenso de la derecha y el lavinismo a la presidencia de la federación.

En medio de una caótica gestión de la derecha el 2004, con casi todas las izquierdas se concertaban para hacer ingobernable la gestión gremialista, se concreta una nueva alianza, entre dos de ellas: los Estudiantes de Izquierda, sector amplio que había sido creado por las Juventudes Comunistas, y que se había escindido del Partido un año antes, y el Movimiento Surda, presente en varias federaciones por esos años, y que era expresivo, a su vez, de un archipiélago de colectivos o franjas de estudiantes autonomistas a lo largo del país.

El referente se llamó Izquierda Amplia, y la amplitud era mucha, al menos en el mapa político, pues además integraba a las Juventudes Socialistas (que eran críticos ya a fines de “su” gobierno de Lagos), aunque su participación fue sólo electoral, y se retiraron de la alianza una vez que no integraron a nadie en la mesa directiva de la Fech, en parte, por diferencias políticas con el eje Surda – Estudiantes de Izquierda, en parte, por su casi total pasividad y poco anclaje al interior de la Universidad.

Pero la amplitud, desde tal espacio, intentaba ser no sólo de las fuerzas políticas que integraban la alianza, sino que principalmente era la de un nuevo proyecto político recién delineado, y su encarnación real en el movimiento estudiantil. La crisis a la que apuntábamos no era solo algo de orgánica estudiantil, ni del siempre presente tema del financiamiento estudiantil y universitario: era una crisis total del sentido de las universidades “públicas” del país, una expresión más, pero de particular relevancia nacional, del avance general del proyecto histórico de las fuerzas reaccionarias en nuestro país, por ya más de tres décadas. Había que recuperar a la Fech como actor político dentro y fuera de la Universidad, había que ser parte de un nuevo auge de los movimientos sociales del nuevo Chile que muchos a lo largo del país construyen, a pulso, sin un referente politico claro, pero con un sentido común y una articulación política en formación.
izquierda amplia
Izquierda Amplia en la Fech (2004-2007)

En los tres años de triunfo de “los amplios”, algunos sucesos de la política del país fueron repercutiendo adentro de ella: el ascenso y triunfo del progresismo bacheletista , que alejó a la JS de las fuerzas no gubernamentales, pero que ha ido alimentando una franja de estudiantes que en la “nacional” votan concertacionista siendo “díscolos”, y que muchas veces votan y apoyan nuestra coalición a nivel universidad, un inesperado auge de las movilizaciones y los movimientos sociales en los que la Fech y su actual conducción suele tener bastante contacto y cercanía, y, más en general, del descontento y la visisbilización de las muchas tensiones y grietas del proyecto neoliberal en nuestro país. Incluso las elites ya hacen explícita la necesidad de cambios urgentes que atenúen tales tensiones. Pero también, la inexistencia, aún, de un instrumento político más o menos unitario y amplio que exprese a las multitudes, cada vez más mayoritarias, de ciudadanos descontentos, de fuerzas sociales sin representación en las instancias de representación política y electoral del país.

En la universidad, eso se ha traducido en que el único referente electoral de las izquierdas de estos años, el “Juntos Podemos“, nunca haya triunfado dentro de la Universidad de Chile, y en que la conducción ya lleva cuatro años con presidencia de una coalición de colectivos e identidades políticas “no tradicionales”, y sin una visible expresión nacional. La con más anclaje social (al menos, universitario), y mayor espesura ideológica e identidad de “izquierda nueva”, el Movimiento Surda, no lograba dar el salto de “emergencia política” que buscaba, y las franjas y colectivos universitarios “autonomistas” nunca lograron construirse con grados de coordinación e incidencia nacional. Estudiantes de Izquierda, por su parte, crearía un referente con miras a lo nacional, el Movimiento Nueva Izquierda, conformado por los dirigentes que fueron egresando de la universidad, y que se insertaría en el esfuerzo de construcción que la Surda y Fuerza Social han emprendido hace años en dirección a la construcción de un referente político, sin ese resultado final hasta el día de hoy.

Así, los intentos de construir tal “otro” referente han quedado aún en el plano de los proyectos, cuestión especialmente relevante para una organización social que históricamente ha mirado y estado muy compenetrada con la política nacional, como la Fech. El resultado es que las principales identidades políticas presentes en la política universitaria en los últimos años, han estado fragmentadas en distintas opciones a nivel de la política nacional: quienes participan en los esfuerzos de “reconstrucción de la izquierda” vía representación electoral, y un cierto acuerdo con la Concertación para acabar con el excluyente sistema electoral (las distintas facciones del Podemos, en especial el PC); quienes, no obstante discrepar del proyecto general de la Concertación, participan o la apoyan al menos electoralmente, bajo la lógica del “mal menor” frente a la peligrosidad de un triunfo de la derecha más reaccionaria, bajo distintos motivos puntuales y opciones políticas, pero todas algutinadas por la idea de inexistencia de un real referente alternativo (casi siempre, por distancia con el PC y la izquierda más tradicional); y quienes, simplemente, se abstienen de la participación en las elecciones nacionales, u optan con muy poca convicción en las anteriores opciones. Dentro de estos últimos, se encuentra, en muy importante medida, los sectores que han conducido la Fech los últimos tres años, y que han triunfado por cuarta vez consecutiva en las recientes elecciones.

Sin la expresión política que identificara a nivel nacional el esfuerzo “local” que se comenzó a empujar desde la Fech, bien puede decirse que ha ido generando las condiciones para que ello vaya construyéndose, tanto por la conformación interna de un conjunto de colectivos políticos y equipos de trabajo en muy diversas áreas, como por, hacia fuera de la universidad, trabajando inmersos en los movimientos y organizaciones sociales, en algo así como una misma corriente histórica, con un sentido común y una visión compartida de las formas y contenidos de la transformación social que queremos. Una identidad política, que cruza a las universidades y que va más allá de ellas: en el movimiento secundario del año pasado, en la creciente organización y movilización del mundo sindical, en las luchas de las comunidades frente al despojo ambiental neoliberal. Lo vemos como un grupo muy diverso y aun disperso de esfuerzos sociales y políticos, pero que tienen en común el estar atravesados por problemáticas comunes, y actuar bajo ciertas ideas e intuiciones similares al afrontar la disputa de poder en el Chile de hoy.
izquierda en movimiento
Una nueva corriente política… en Movimiento

El colectivo “U Social” surgió desde el sector de las Juventudes Comunistas de la U. de Chile, que se habían mantenido en ellas tras la escisión del espacio de Estudiantes de Izquierda, el 2003. Con el tiempo, y sobre todo bajo el alero de la construcción del referente Juntos Podemos para las elecciones presidenciales del 2005 (el año pasado el Podemos había logrado casi llegar al 10% en concejales, y nucleaba a buena parte de las izquierdas), tal espacio creció tanto como Izquierda Amplia. Sin embargo, al otro año se independizarían de la Jota, conformando U Social, repitiendo la historia del referente Estudiantes de Izquierda, (que había salido de la órbita del PC en el mismo proceso que los que conformaron Fuerza Social). Con un discurso que apuntaba a cuestiones similares a las de los colectivos autonomistas, pero bajo otra conducción y con una identidad más “de izquierda” (como solían reprocharles a estos, por no ser “de izquierda”), U Social aglutinó a una importante sector de dirigentes estudiantiles en la Universidad, e incluso logró instalarse en los centros de estudiantes de los bastiones locales emblemáticos de los colectivos autonomistas: en la Facultad de Derecho (Estudiantes Autónomos) , y en la de Ciencias Sociales (al Movimiento Autonomista Libertario, lugar de fundación de la Surda). Así, U Social se constituyó como segunda fuerza política a nivel universitario, tras Izquierda Amplia, que, por su parte, en el camino engrosó significativamente su número de participantes, además de acumular, también, todos los pros (y contras) de la experiencia de tres años seguidos en la presidencia de la federación.

El 2005 fue de masivas movilizaciones universitarias contra la Ley de Crédito Privado bajo Garantía Estatal, con cerca de diez mil estudiantes marchando durante varias semanas por las calles de Santiago (y también otros miles más en regiones), y con ensayos de nuevas formas de movilización, como las marchas “al revés”, las tomas relámpago (a la sede de CODELCO, a la Bolsa de Comercio, al Palacio de Bellas Artes), o las apariciones en programas de TV. Tras eso, la Fech encabezó, junto a otras federaciones de la dispersa pero incidente corriente autonomista y actores cercanos (donde especial relevancia tenía el hecho de que la Feuc, ese año estaba bajo conducción de una alianza entre progresistas y el espacio autonomista, y no como casi siempre, de la derecha gremialista), el Acuerdo Confech-Mineduc, que tocaba solo al financimiento estudiantil, pero que avanzaba un paso hacia la diferenciación del pago de los aranceles universitarios, y por tanto, hacia grados mayores de igualdad en el acceso a las universidades. Tal acuerdo, leíamos desde Izquierda Amplia, permitía dar un salto en las preocupaciones de la organización y las movilizaciones universitarias: de las periódicas luchas por la repartición de las ayudas estatales para el financimiento estudiantil, hacia una disputa más general por el sentido del sistema de educación superior público, y su “privatización silenciosa”. Además, se obtenía un triunfo concreto del movimiento universitario nacional, acostumbrado a marchas y pequeñas revueltas año tras año, pero con poco resultado, salvo logros parciales y, casi siempre, muy locales y de carácter solo gremial. Era, quizás, el primer triunfo importante del movimiento universitario, desde la caída de la dictadura. Tras las otras movilizaciones emblemáticas, las de 1997, solo se logró parcialmente, y sólo en la Universidad de Chile, avanzar en la creación de unos nuevos estatutos democráticos.
mundo social a reformar la educación
De todas formas, fue el 2006, y sobre todo, lo gatillado por las gigantescas movilizaciones impulsadas por los estudiantes secundarios, los que afianzó un sentido común en cada vez más estudiantes, y sobre todo, en el activo político de la Universidad, que iría forjando un camino hacia la unificación de estas fuerzas, en un referente más amplio aún: Izquierda en Movimiento. La movilización pinguina mostró la eficacia y la potente legimitimidad de las formas asamblearias y participativas de hacer política, y la existencia de una ciudadania y unos movimientos sociales en proceso de construcción y nuevo empuje en nuestro país. El cerco mediático y político que impedía a las movilizaciones universitarias pasar a ser un fenómeno de la política nacional, fue ampliamente superado por la originalidad y lucidez de los estudiantes secundarios. Desde la Fech, nos pusimos a brindar todo el apoyo y trabajo posible a la movilización: desde la toma de la emblemática Casa Central de la Universidad (que sirvió de centro de operaciones a nivel Santiago), la publicación de material impreso y generación de contenidos y redes de difusión por internet por parte de nuestros equipos de comunicaciones, o la conformación del Bloque Social por la Educación, espacio multisocial que se puso como objetivo brindar apoyos desde otros sectores del mundo social. Por primera vez, desde la caída de la dictadura hace casi dos décadas, los movimientos sociales tenían la inciativa política ante unas elites políticas y mediáticas sorprendidas ante tal demostración de democracia social protagónica.

Este año, con un también inesperado auge de las luchas de los trabajadores y de un nuevo sindicalismo, o con las sostenidas movilizaciones en torno a la problemática ambiental-territorial, dan muestras del mismo fenómeno, y en él hemos estado también presentes los estudiantes de la Universidad de Chile, con iniciativas como la Escuela Sindical de la Facultad de Derecho, o nuestra participación en movimientos sociales como la Red de Acción por la Justicia Ambiental y Social (RAJAS), o instancias como las de los “Pueblos de Chile”, o en trabajos territoriales como las de la Organización Remolino en la Comuna de Recoleta. Tal camino nos ha reafirmado la convicción en los planteamientos con que hemos ido construyendo este nuevo ciclo en nuestra federación de estudiantes: los movimientos y las organizaciones sociales construyen, poco a poco, una nueva política, un nuevo ideario y práctica de transformaciones para los Pueblos de Chile. De tal proceso es parte Izquierda en Movimiento, una coalición que construimos e integramos con la pretensión de generar, desde abajo y con un sentido autonomista, una nueva expresión política para las grandes mayorías de nuestro país.

Por: Héctor Testa Ferreira
Desde el quinto infierno


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