Ensayos misilísticos y nucleares -que incluyen una bomba de hidrógeno que terminó provocando un temblor de 6,5 grados en la escala de Ritchter en territorio norcoreano-, amenazas y planes de guerra, forman parte de un resumen de los hechos que han tensionado al máximo el conflicto en una zona estratégica del Asia Pacífico y que tiene como protagonistas a Corea del Norte, Estados Unidos y China.
El teatro de operaciones de esta crisis es complejo y concentra el interés de las potencias militares del mundo: Estados Unidos, China y Rusia, las que han dado su interés de convertir al Pacífico en su nueva -y principal- área de influencia, dado el crecimiento de la zona en términos comerciales, políticos y militares.
En la disputa, aparecen como actores secundarios, pero no menos importantes, Japón y Corea del Sur, los que con el aval de Estados Unidos intentan equilibrar la correlación de fuerzas y, de paso, mantener las condiciones geopolíticas que existían hasta 2011, año de la llegada de Kim Jong-un al poder.
Hasta ahora, el gobierno norcoreano no ha explicitado el objetivo político de su ofensiva nuclear y balística, aunque sí ha apuntado a golpear a Estados Unidos, ya sea en su propio territorio o en los que tiene a su cargo en el Pacífico -como es el caso de la isla de Guam, la que se cerca de Filipinas,- y ha dado muestras de contar con el armamento y las tecnologías para cumplir con su amenaza.
Para el académico de la Universidad de Chile y analista internacional, Gilberto Aranda, en conversación con El Ciudadano, sostiene que el objetivo de la política de Kim en este período tiene relación con potenciar el liderazgo norcoreano en la zona y asegurar «la sobrevivencia del régimen, la perpetuación familiar de los Kim, que tiene elementos dinásticos y autocráticos».
El origen de Corea del Norte es también un elemento a considerar a la hora de revisar el actual escenario. Hasta 1945, la península de Corea era parte de los territorios del Imperio de Japón y, finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y Estados Unidos se hacen de los territorios del norte y del sur, respectivamente, dividiendo el país en dos Coreas. La guerra que se desarrolló entre 1950 y 1953, el primer conflicto armado de la Guerra Fría, vino a sellar el destino de la península, siempre tenso y lleno de escaramuzas armadas.
Al respecto, Aranda sostiene que la actitud del gobierno norcoreano tiene relación con el origen del país y explica que «es una sociedad fundada en el miedo: Nace en 1948, entre el 50 y 53 se lleva a cabo la guerra de Corea, donde los norteamericanos bombardearon objetivos militares y civiles». Junto con eso agrega que «el general Douglas MacArthur -jefe militar estadounidense en este conflicto- evaluó la posibilidad de ocupar nuevamente la bomba atómica».
«Ellos piensan que la única forma de no ser avasallados, basados en su ideología Juche, que fomenta la autosuficiencia política, económica, militar y que fue desarrollada por Kim Il-sung (padre del actual mandatario), es impulsar sus programas misilístico y nuclear», argumenta el académico al explicar el actuar norcoreano y recalca que «ellos piensan que teniendo este desarrollo nuclear y misilístico pueden tener trato igualitario, sosteniendo un equilibrio del terror».
Kim, el «Amado Líder»
En estos meses la imagen del joven Kim Jong-un ha copado las páginas internacionales de los medios de comunicación a nivel mundial -caracterizado bajo el paraguas de la crueldad y la tiranía- aunque en realidad no existe mayor conocimiento del líder norcoreano, quien tiene caminando sobre huevos a las autoridades estadounidenses, chinas y rusas, junto con mantener expectante a la comunidad internacional.
Kim es el menor de los hijos del anterior mandatario de Corea del Norte, Kim Il-sung, fallecido en 2011 provocando un vacío de poder, llenado por el actual líder, que hasta 2010 era un desconocido y que para esa fecha fue nombrado general de cuatro estrellas y vicepresidente de la Comisión Militar Central del Partido de los Trabajadores.
El vástago vino a tomar la posta de la política nuclear iniciada por su padre y a profundizarla hasta el punto actual, con el fin de, según propone el periódico catalán ara.cat, «para hacer que el país ‘no sea amenazado nunca más’ con un crecimiento económico que deje atrás el recuerdo del hambre que caracterizó al país asiático».
El mismo medio sostiene que el liderazgo de Kim Jong-un se sustenta en su puño de acero, el queda demostrado en «condenar no sólo el disidente, sino también todos sus familiares vivos y sus generaciones futuras a la penuria más extrema y el ostracismo social». Al respecto, el New York Times, en un artículo dedicado a descifrar al enigmático líder, fuera de la imaginería que circula en diferentes medios sostiene que «Kim ha mejorado el acceso a la comida y los bienes de consumo al permitir más actividades comerciales. A pesar de las décadas de sanciones y aislamiento internacional, últimamente la economía ha mostrado sorprendentes signos de vida».
Este contexto económico ha permitido centrarse en el desarrollo de sus programas nucleares y misilísticos, los que serían, primero, herramientas de contención de posibles ataques a su territorio y, segundo, «para forzar al mundo, incluido Estados Unidos, a aceptarlo como miembro de pleno derecho de la comunidad internacional bajo sus términos, tal como Washington reconoció finalmente a China después de que se convirtió en una potencia nuclear», sostiene el tabloide norteamericano.
Zona estratégica en disputa
La zona del Asia-Pacífico viene, desde finales del siglo pasado, en un proceso de desarrollo que le ha permitido convertirse hoy en uno de los espacios comerciales, políticos y militares más importantes del orbe, y por ende, una zona en disputa por la influencia de las potencias mundiales.
De esta forma, China busca controlar el espacio del sudeste asiático como su patio natural y para ello el rol de Norcorea tiene un carácter fundamental. Situación similar vive Estados Unidos, quien tiene en Corea del Sur y Japón a los aliados de su política para la zona a cambio de defensa militar. Rusia, en tanto, se mantiene a la expectativa de lo que suceda, primero por su alianza con los chinos, y, segundo, por el interés natural en la zona dada la salida de su territorio al Pacífico norte.
En este contexto, Aranda explica que el rol geopolítico de Corea del Norte es importante, ya que «es parte de la entrada a la Asia profunda, por eso es de interés de China y Japón. Es la llave de entrada a este territorio». Al mismo tiempo, recalca que el gobierno chino no aceptará las restricciones comerciales que llevaría adelante la administración de Donald Trump puesto que «saben que asfixiando al régimen norcoreano éste cae, lo que permitiría una eventual unificación del territorio bajo el signo de Seúl, de clara influencia estadounidense».
Al mismo tiempo, el experto agrega que «para China es clave que el régimen de Norcorea esté bien controlado, que no desarrolle este armamento, pero que sí exista». Y recalca que en caso de caer el actual gobierno norcoreano «tendrá en la puerta de su casa a Estados Unidos, perdiendo control de su zona de influencia».
«No puedo decir que esta zona es menos compleja que Medio Oriente o que el sur de Asia, con el conflicto nuclear entre Pakistán e India», sostiene Aranda, el que además apunta a que en la zona se desarrollará una «carrera armamentística». Este escenario lo que ejemplifica con la posibilidad de que Japón y Corea del Sur alteren su estrategia militar actual -de carácter defensiva- en caso de que Estados Unidos no pudiera defenderlos y de este modo «aplicar la autodefensa, lo que sí es una noticia compleja, sobre todo en su relación con China».
Salida al conflicto: Entre la estridencia y la moderación
Uno de los elementos que ha caracterizado al conflicto, han sido las rimbombantes declaraciones de Kim Jong-un y Donald Trump, las que en vez de acercar posiciones y buscar algún punto de acuerdo, sólo han tensionado más el ambiente. A eso se suman las permanentes advertencias del gobierno ruso, a través del presidente Putin o el canciller Lavrov, de que la tensión escale hasta un conflicto bélico de proporciones. Los paños fríos que intenta poner China vienen a ser la excepción en este escenario.
«El día en que Estados Unidos se atreva a molestar a nuestra nación con armas nucleares y sanciones, su territorio continental será catapultado a un mar de fuego inimaginable», fue la respuesta del gobierno norcoreano a las sanciones propuestas por Estados Unidos y la ONU para frenar los ensayos nucleares. Trump no se quedó atrás en la verborrea bélica, expresando que «se encontrarán con un fuego y una furia nunca vistos en el mundo».
Gilberto Aranda indica que «Trump tiene un discurso estridente», el que es contenido por la troika de generales que están a cargo del aparato militar y seguridad estadounidense: James Mattis (Secretario de Defensa, John Kelly (Secretario de Seguridad Nacional) y Herbert Raymond (Consejero de Seguridad Nacional), los que por haber participado en guerras, suelen ser más cautos.
Sin embargo, el académico advierte del dilema que vive el gobierno estadounidense: «En la medida que EEUU amenace puede conducir a una beligerancia; pero en el caso de que no se le dé contenido a los dichos de Trump, quedarán como bravatas, lo que hace mucho más complejo el escenario».
Así las cosas, China pareciera tener la manija en este asunto, puesto que, según Aranda, «es una de las pocas influencias que tiene Corea del Norte, considerando que el 90% del comercio norcoreano es con el gigante asiático». Además, sostiene, debe sumarse la alianza que mantiene con Rusia, lo que permitirá «apoyarse en muchos temas ante el Consejo de Seguridad, apareciendo juntos en muchas ocasiones».
Sin embargo, la posición del gobierno de Xi Jinping es compleja, ya que debe proteger su área de influencia y, al mismo tiempo, responder al apremio de Estados Unidos para que China «presione a Norcorea para que deje de realizar los ensayos nucleares y las pruebas misilísticas».
Por tales motivos, el conflicto pareciera, al menos en el corto o mediano plazo, no tener una solución práctica y las tensiones se mantendrían entre los protagonistas de esta disputa. «Estamos caminando sobre una cuerda floja y cualquier paso en falso puede llevar a un estado de situación crítico», recalca finalmente Gilberto Aranda.