La decisión acordada por la presidenta Michelle Bachelet y el ministro del Interior, Mario Fernández, de recalificar la querella presentada por los comuneros mapuche en huelga de hambre, ha traído consecuencias en el núcleo más duro de La Moneda.
La determinación fue, literalmente, una quitada de piso al subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, quien sostenía en la interna del gobierno la tesis de mantener el uso de la Ley Antiterrorista en estos casos y, además, daba el visto bueno a operaciones de dudosa procedencia por parte de las fuerzas policiales en territorio mapuche. Incluso viajó a Argentina a reunirse con la ministra de Seguridad trasandina para ver opciones de colaboración.
Luego vino la crisis, la tensión, los brazos caídos de Aleuy, rumores de renuncia, la reunión de Bachelet con el subsecretario y la salida: La segunda autoridad del ministerio del Interior se tomaba su período de vacaciones hasta la primera semana de noviembre. Todo con aroma a renuncia solapada, muy al estilo de la actual administración.
Ante este escenario, el analista político Ernesto Águila explica a El Ciudadano que a pesar que Aleuy es de la absoluta confianza de Bachelet, el plan del Subsecretario chocaba con la estrategia de La Moneda de «proyectar el legado de su mandato», a lo cual se suma que «la agenda del gobierno es generar una imagen progresista y de realizaciones en esa dirección, por lo que una política dura en el tema mapuche generaba costos altos».
Junto con eso, el analista sostiene que Bachelet «está inmersa en ese mundo de ideas y valores, por lo que se fija mucho en las políticas que sigue la ONU», lo que tsenía consecuencias para la estrategia plateada y añade: «Una política dura en el tema mapuche generaba costos altos».
Aleuy resistió la crisis de Peñailillo y las boletas, las desaveniencias con Burgos y el estilo del ministro Fernández asumiendo un gran poder, pero ahora se queda sin piso ¿Falta alguna pieza o es simplemente el estilo Bachelet?
Yo creo que Mahmud Aleuy es una de las personas de mayor confianza de la Presidenta, a quien le gustan las personas sin agenda propia y, por sobre todo, leales, características que cumple bien Aleuy y era uno de los pocos funcionarios que tenía línea directa con ella. De hecho, traspasó diferentes conflictos de este gobierno y siempre fue alguien a quien Bachelet escuchó. Ahora, lo que privilegia Michelle Bachelet es proyectar el legado de su mandato que puede ser tangible, en algunos casos, y la agenda del gobierno es generar una imagen progresista y de realizaciones en esa dirección, por lo que una política dura en el tema mapuche generaba costos altos, que vulneraba una promesa de campaña.
¿Esta forma de salir es una ratificación del modus operandi del gobierno para resolver problemas, siempre dejando una puerta abierta para que se siga hablando de ello?
Claro, recordemos que en esta etapa final del gobierno cayó también el equipo económico, cayó Aleuy. En estos momentos, el criterio de Bachelet es el que va a predominar porque está muy empoderada y, además, siempre ha sido bastante fría en el sentido de deshacerse de colaboradores que, a primera vista, parecen muy cercanos. Es muy celosa con el poder, busca que no quede establecido que está cediendo poder.
Ahora ese pragmatismo no se altera con sus más cercanos, considerando que Aleuy es parte de círculo más cercano de militancia
Lo que queda claro es que en aras de que se solucione un problema ella toma decisiones. La huelga de hambre tenía un sentido, porque más de un año de prisión preventiva era una condena, no había sensación de justicia. Por lo tanto, la actitud de la Presidenta fue correcta para buscar otro tipo de medida cautelar. Objetivamente la razón la lleva ella. La línea dura de Aleuy quedó aislada dentro del gobierno.
Siempre se dijo que este gobierno no tiene agenda o rumbo ¿Pero si revisamos los principales hitos de estos cuatro años tienen mucha relación con la agenda internacional de Bachelet?
Creo que ella se va a proyectar a un cargo internacional, aunque no creo que necesite hacer ciertas cosas para hacer esa proyección, que ya la tiene ganada. Ella ha asumido la agenda de Naciones Unidas y de los organismos internacionales, que es su referencia ideológica, considerando que la globalización tiene buenas causas. Está inmersa en ese mundo de ideas y valores, por lo que se fija mucho respecto de las políticas que sigue la ONU, que está más cerca del progresismo que lo que pasa en Chile, que es más cercana a la derecha o extrema derecha.
¿Se puede considerar éste como el último choque entre los sectores progresistas y conservadores de la coalición de gobierno?
Es difícil decirlo. Creo que la Nueva Mayoría fue una mutación de la Concertación, y fue un proyecto fallido, que terminó en una restauración conservadora de la Concertación. Además, está en estado de transición hacia algo que no es claro y una derrota de Guillier puede significar un fortalecimiento de los sectores nostálgicos de la Concertación. En cambio, el triunfo de Guillier puede significar la separación definitiva del mundo socialdemócrata del mundo DC. Eso está en curso. A ello contribuiría que el Frente Amplio hiciera una propuesta hacia los sectores de izquierda de lo que fue la Nueva Mayoría, algún tipo de acuerdo programático que pueda abrir un campo de alianzas distinto, pero eso tampoco se ve que esté en el horizonte, porque lo que predomina son los valores identitarios que no dialogan entre sí y hay muy poca vocación de cooperación.