Con el fantástico resultado de someter al pueblo griego a un verdadero martirio, con una cesantía que alcanza el 27% (un 60% para los jóvenes), cinco años de recesión que redujeron el PIB en un 22%, y una deuda pública que gracias a sus inteligentes políticas –y a la “ayuda” de la troika– pasó de un 120% del PIB a un 190% en el mismo período. En medio de una insostenible austeridad destinada a liberar fondos para pagar la deuda…
Angela Merkel alza el tono, truena, amenaza: “tendrán que pagar la deuda”, esa deuda impagable, a menos, como dice Jean-Luc Mélenchon, que el proyecto social de Grecia consista en vivir pagándola, eternamente.
Alexis Tsipras, líder de Syriza le responde a Merkel: “los alemanes tendrán que pagarnos los costes de la ocupación nazi”, que bien calculada –principal e intereses– da la simpática suma de 163 mil millones de euros (el PIB griego es del orden de € 180 mil millones). Pasa que cuando las tropas de Hitler invadieron Grecia –para terminar el trabajo que Mussolini no fue capaz de realizar– Alemania obligó a los griegos a pagar la ocupación. Que nadie oponga el falaz argumento que se trata de cosas del pasado: no hace mucho Rusia aceptó pagarle a Francia un célebre préstamo contractado por los zares que databa de fines del siglo XIX, deuda que había sido anulada por los bolcheviques…
Plata debiese haber, visto que el Banco Central Europeo (BCE) decide ahora (después de haberse negado desde el 2008) un relajo monetario –que los economistas llaman coquetamente quantitative easing– de € 60 mil millones mensuales, durante 18 meses. ¿De qué se trata? De inventar plata, y de inyectar ese dinero que no existe en un sistema que no lo hace circular.
€ 60 mil millones representan apenas un 0,3% del PIB europeo: como estímulo se han visto mejores. Durante los 18 meses que estará en vigor, el BCE creará –a partir de la nada– más de un billón de euros, para crear inflación como dicen los “expertos”. Ya te había contado que ahora la inflación es buena. Con estos genios uno no puede sorprenderse de nada.
Si Syriza llega al poder, le abriría la puerta a una alternativa democrática en Europa, y hay quién imagina una suerte de efecto dominó. Pronto habrá elecciones en España, y a fines de año en Francia. Si la “izquierda radical”, cuyos programas no van mucho más lejos de lo que prometía la socialdemocracia hace algunas décadas (Mitterrand llegó al poder prometiendo romper con el capitalismo…), le devuelve el poder a los ciudadanos, la Unión Europea va a cambiar de cara.
Y, dejando atrás la larga noche de la Europa de las finanzas, podría llegar a ser la Europa de los pueblos.
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