El exsubsecretario de Previsión Social Christian Larraín demandó por tutela laboral al Ministerio del Trabajo, acusando un trato «innecesario y desproporcionado» en su salida del cargo y exige una indemnización de 580 millones de pesos por «daño moral».
Larraín presentó esta acción judicial luego de dos meses de su salida del cargo por supuestas denuncias por acoso sexual y laboral, además de presuntos hostigamientos a funcionarias de la Subsecretaría.
La exautoridad demandó al Ministerio del Trabajo acusa daños morales; por vulneraciones de la garantía constitucional de garantizar el «respeto y protección a la honra» de la persona y su familia; y de haber incurrido en errores de procedimiento, lo que fue presentado por el abogado Jorge Bofill en el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, según consignó La Tercera.
La demanda plantea que «la actuación del Estado Empleador fue innecesaria, desproporcionada y carente de razonabilidad».
Por tales argumentos, Larraín solicita una indemnización de perjuicios por 80 millones de pesos -equivalente a 11 remuneraciones mensuales- por la violación del derecho al honor, y otros 500 millones por la valorización del daño moral causado a su reputación profesional y personal.
Larraín señala en la demanda que se avaló públicamente la causa de la petición de renuncia por las denuncias de acoso sexual y laboral «sin investigación previa, sin comprobación de los hechos, sin cautelar el debido proceso, sin medida de protección preventiva ni respeto al principio de inocencia», confesando asimismo que «de un día para otro mi imagen quedó estigmatizada».
Cabe recordar que a raíz de la denuncia de Larraín trascendió a los medios que una funcionaria del Ministerio del Trabajo interpuso una denuncia en su contra por acoso sexual, en específico, por haber hecho comentarios de índole sexual.
El ex funcionario reconoció que la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, le informó sobre la denuncia en su contra y le solicitó la renuncia para «evitar un escándalo» y argumentando que “hay gente que la estaba pasando muy mal en la subsecretaría” por “distintos tipos de conductas de hostigamiento“.
Ante esta situación, el exsubsecretario le habría pedido antecedentes, pero no se le dieron ya que se debe resguardar la identidad de la denunciante.
De igual forma, Larraín señaló que “me dijo (Jara) que era secreto” y que tras insistir le indicaron que fue por “uso de lenguaje de connotación sexual en público”.
Sin embargo, en la demanda se plantea que «nunca se le instruyó sumario previo que permitiera comprobar o descartar la veracidad de las denuncias, ni se realizó investigación formal, como tampoco se le solicitó una declaración al respecto. No se aplicó la normativa vigente, ni protocolo, ni medida de protección alguna, cuestiones jurídicas de la mayor relevancia garantizadas por la Constitución».
Tras casi dos meses de su salida del Ministerio del Trabajo, Larraín habría recibido un correo electrónico el pasado 28 de julio donde, en el marco del sumario administrativo que instruyó la ministra Jara, se le cita a declarar el 3 de agosto a las 09:30 horas, en dependencias de la Subsecretaría de Derechos Humanos, ante el subsecretario de dicha cartera, Xavier Altamirano Molina, quien actúa como fiscal; y la actuaria Marcela Ruiz Calderón.
De acuerdo con la acción judicial “se ha sometido la reputación personal y profesional del Sr. Christian Larraín Pizarro a un mal irreparable y grave (…) es una persona conocida nacional e internacionalmente en la esfera de la economía, de manera que la forma humillante e indigna en que ha sido despojado de su reputación profesional equivale, en los hechos, a una ‘muerte profesional’“.
Por tal motivo, Larraín señala en la demanda que el Ministerio del Trabajo «debe excusarse» mediante una comunicación formal y pública mediante los medios de prensa nacionales, como también debe ser consignado en la página web de la cartera.
A la denuncia se suma un informa de un psiquiatra, el cual señala que la exautoridad empezó a tomar ansiolíticos tras presentar síntomas como sueño interrumpido, trastorno del apetito, irritabilidad, cefalea, llanto frecuente, abatimiento y desesperanza, sensación de ahogo y vértigo, mareos, crisis de pánico con taquicardia, entre otros.
“De un día para otro mi imagen quedó estigmatizada como un acosador. Los primeros días ni siquiera quería salir de mi casa por miedo a ser reconocido y apuntado“, indica Larraín en un texto consignado por The Clinic.
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