La carta dirigida por el edil al actual timonel de la colectividad, Javier Macaya, explica su necesidad de acción con libertad para poder desarrollar un diálogo consistente y que contribuya al éxito de lo que será el próximo Consejo General de la UDI, instancia en donde se tratarán las acciones a seguir tras los escándalos vividos por parlamentarios de la colectividad y sus ilícitas conexiones con empresarios.
Dentro de la misiva, De la Maza señala también que su condición de vicepresidente del partido, “lo inhibe de alcanzar aquella independencia que desde mi fuero interno considero una necesidad imperiosa”. Con esto, el alcalde se desmarca del centro de la controversia y de la mesa directiva que ya ha sufrido bajas como la renuncia de Ernesto Silva e Iván Moreira, presidente y vicepresidente, respectivamente, quienes también están vinculados a las enrarecidas conexiones con los empresarios Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, imputados por el caso Penta.
Ante la posibilidad de presentar una posible candidatura a la presidencia, el edil señaló a Radio Bío Bío que era una opción que no descartaba y que algunos alcaldes del partido, como la autoridad de la comuna de Colina, Mario Olavarría, lo propusieron como una posible figura para liderar la colectividad.
La reacción de Macaya no se hizo esperar y se mostró sorprendido con la decisión de De la Maza, señalando además que «las razones de por qué él lo hace de esta manera nosotros no las comprendemos. Esta directiva ha trabajado en pos de la unidad, de sacar adelante al partido de un momento que evidentemente no es un momento fácil. Desde ese punto de vista nos parece inentendible la definición que él ha tomado».
La decisión tomada por Francisco de la Maza solo viene a confirmar el momento de profunda crisis que vive el partido de oposición y de cómo tras el avance de las investigaciones en el caso Penta con la visibilización de todos los parlamentarios de la colectividad involucrados directamente, esta intenta encontrar un rumbo que les devuelva algo de credibilidad frente a una ciudadanía indignada y defraudada por sus malas prácticas.