La revista Caras publicó una entrevista al diputado Gabriel Boric que ha tenido pendiente a los medios por los tajantes dichos en contra del manejo que tiene el Estado frente a diversas situaciones.
En relación a los préstamos del Congreso a los parlamentarios hasta en 28 cuotas, sin intereses ni reajustes, Boric dijo que no tenía idea y frente a la afirmación del contralor Ramiro Mendoza sobre los créditos que estarían al filo de la malversación de fondos, el ex dirigente estudiantil manifestó: «Si la figura de malversación es utilizar fondos que estaban destinados para otra cosa, evidente que lo hubo. Algunos políticos se defienden con que no ha habido enriquecimiento personal, pero si pides un crédito sin interés ni reajuste, ni siquiera el IPC, ¡claro que lo hay! Lo que me sorprende es la reacción de éstos cuando se evidencian estas situaciones».
También añadió que ellos tienden a defenderse, que actúan en bloque, «es una casta, se mueven corporativamente. Y hacen una evaluación negativa posterior al hecho, como Jorge Insunza cuando se descubrió que una minera le pagaba mensualmente mientras era presidente de la Comisión de Minería, dijo: “Jamás pensé que podía haber un error”. Hay un divorcio tan profundo con la sociedad, que en efecto no se dan cuenta de que están mal. Como decía la diputada Laura Rodríguez en su libro Virus de altura, hay que estar de cara al pueblo y de espaldas al Parlamento; no puedes marearte y creer que es allí donde suceden las cosas, porque es así como se generan las castas».
Éstas son algunas de las respuestas del diputado que marcaron la pauta de los medios esta mañana:
—¿Qué otros privilegios profundos separa a los congresistas del ciudadano común?
—Los sueldos son desproporcionados, los viajes, las vacaciones en período laboral, los dobles viáticos, el estatus de sentirse por sobre la ley. Tiene que ver más con una actitud existencial; hay muchos diputados y senadores que se creen dioses y sin motivos, porque las discusiones en el Parlamento son mediocres. Estamos en uno de los peores momentos de la calidad de la discusión política, por el cortoplacismo, egocentrismo, de carreras personales donde cada quien busca su propio negocio, desde Rossi, Rincón hasta Orpis.
— ¿Y con baja calidad intelectual para sueldos tan altos?
— Claro, pero uno no puede sujetar eso al sueldo o asociarlo al desempeño, porque, por ejemplo, hay parlamentarios que tienen 100 por ciento de asistencia y nunca han levantado el dedo, desde Enrique van Rysselberghe hasta el hijo de Joaquín Lavín; ¡jamás los he escuchado hablar! Están ahí por la burocracia de los partidos, endogamias familiares, pero no aportan al debate. El Parlamento está muy clientelizado, ya sea por las empresas que compran políticos y por el mismo parlamentario que muchas veces asume un rol de caridad con el ciudadano, cuando su papel es solucionar a través del Congreso las dificultades reales pero con política social y visión de largo plazo, no con canasta familiar; eso podría ser cohecho
—¿Cree que el 74 por ciento de rechazo a la Presidenta en la última Adimark es en contra de su gestión o de la clase política?
—Es un rechazo general más que a la figura de Bachelet. Y encuesta tras encuesta se consolida la distancia entre las instituciones y sus representados. Y el gobierno se equivoca con su objetivo de subir en estas mediciones porque eso se da producto de una buena gestión, de defender ideas, de no ser errático en las reformas. Y han caído en un encuestismo desquiciado.
—¿Queda algo de la bancada estudiantil?
—¡No existe!, nunca existió ni hubo pretensión de eso. Estamos en organizaciones diferentes; Camila (Vallejo) y Karol (Cariola) son parte de un conglomerado que no me hace sentido, que no lo hace bien y que ellas defienden.
—Pensaba que la política podía legitimarse con la reforma educacional, ¿perdió la esperanza?
—No, pero ha habido serios retrocesos a esa posibilidad, sobre todo en carrera docente, donde se terminó empujando una reforma en contra de los principales sujetos que eran los profesores.
¿justifica que la prioridad del gobierno haya sido la gratuidad?
—Es central en un diseño integral, donde la educación debiera ser concebida como un derecho social universal. Sin embargo, la discusión se ha llevado tan mal y centrado en lo económico que permite cuestionamientos. Tanta improvisación es porque la Nueva Mayoría se articuló en función de Bachelet sin una discusión de fondo de lo que se quería ni con un proyecto común, que se reflejó cuando ella dijo que sus hijas no debieran estudiar gratis, dando cuenta de que no estaba consciente de la discusión que se estaba dando en Chile. Cuando el liderazgo, ese manto de beata de la Presidenta, cae no hay nadie que ordene la coalición, no llegan a acuerdo, se buscan empates y se termina con cuestiones mal diseñadas como ha ocurrido con todas las reformas. La política está muy electoralizada, solo importa ganar elecciones sin saber para qué. Eso me frustra y provoca una impotencia tremenda, ¡pero se puede cambiar!