Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia: “En el nombre del poder popular constituyente”

El último libro del historiador Gabriel Salazar, “En el nombre del poder popular constituyente”, apunta a la importancia del Poder Popular que se opone a la actual institucionalidad para rescatar su propia soberanía

Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia: “En el nombre del poder popular constituyente”

Autor: Sebastian Saá

El último libro del historiador Gabriel Salazar, “En el nombre del poder popular constituyente”, apunta a la importancia del Poder Popular que se opone a la actual institucionalidad para rescatar su propia soberanía.

-Una de las ideas que plantea en su libro es la existencia de este “topo” que emerge y socava la institucionalidad. ¿En qué se diferencia el “topo” actual y aquél que emergió en otros momentos de la Historia de Chile?

-Lo que hoy estamos viendo se diferencia profundamente de los movimientos de masas de 1950-1960, y en cambio tiene mucha similitud con el movimiento social de comienzos del siglo XX, alrededor de 1920, porque también ese movimiento estaba sustentado en una profunda memoria propia, en la adquisición de una serie de capacidades que fueron desarrollando a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, capacidades que le dieron la suficiente asertividad y fortaleza como para comenzar a ejercer poder local en sus propios problemas, y a partir de allí, también poder comunal, a través de las mancomunales, y finalmente poder nacional, a través de las asambleas nacionales que fueron convocando con otros actores sociales (…) Este es un movimiento social todavía emergente, no ha madurado, yo diría que estamos todavía en los inicios dentro de su proceso de desarrollo, que se asimila, por tanto, a estos movimientos anteriores y que tienen en común su capacidad de auto generar su conducta y que, al mismo tiempo, se plantea como una revisión profunda del sistema político vigente y de la Constitución Política respectiva.

-¿Cuál sería el proyecto de descentralización que están exigiendo las asambleas territoriales como las de Magallanes y Calama?

-Las comunidades regionales han estado constantemente exigiendo eso, lo hicieron a lo largo del siglo XIX, por lo menos hasta 1860-70, lo hicieron a principios del siglo XX de nuevo, y están comenzando a hacerlo de nuevo. Entonces es una expresión de la demanda ciudadana tan antigua como Chile y lo que resulta sorprendente es que nunca Santiago o la oligarquía central ha admitido una parte de esto.

Creo que es una demanda consustancial que requiere de una vez por todas resolverse, porque el centralismo hoy sigue funcionando, casi peor que nunca. Por eso yo pienso que el movimiento regionalista tiene que ser una de las bases sustantivas del movimiento ciudadano.

-¿Cómo se incorpora el poblador como actor fundamental para lograr esta vía hacia un poder popular constituyente?

-Los pobladores fueron desarrollando un tipo de acción política que Clotario Blest llamó acción directa; se resuelve el problema por sí mismo sin esperar que el Estado lo haga o forzando al Estado para que lo haga. Un tipo político distinto a la política peticionista de los movimientos sindicales; y por otro lado, ellos desarrollan una capacidad de gobierno local, porque ellos se toman un sitio, se apoderan de ella, la liberan, pero luego se ven obligados a organizarla, gobernarla y a mantenerla. Por eso, el movimiento poblacional a diferencia del sindical, toma la sartén por el mango, ejerce soberanía, desafía la ley, y luego desarrolla capacidades de autogobierno. Por eso que el movimiento de pobladores está mucho más cerca de desarrollar capacidad soberana de resolución de problemas.

-¿De qué forma los trabajadores pasan de negociar un reajuste salarial con el Gobierno a fortalecerse como gremio? Considerando que los estudiantes han dicho que “sin los trabajadores esta pelea no la ganamos”.

-Estoy absolutamente convencido de que el movimiento estudiantil tiene una enorme capacidad de iniciar cambios estructurales, así ha sido a lo largo de la Historia, pero por sí solo no puede.

Hoy, es absolutamente indispensable que el movimiento estudiantil, que tiene un gran apoyo ciudadano tácito, se convierta en una alianza de actores sociales explícita. Pero ahí tiene problemas porque la CUT –Central Unitaria de Trabajadores- en este momento no se parece nada a la Foch (Federación Obrera de Chile) de 1920, es un ratón, no hay comparación. Así como no podemos comparar a Arturo Martínez con (Luis Emilio) Recabarren o con Clotario Blest, es casi un chiste.

Lo mismo podemos pensar de los profesores, que organizan su cúpula, pero que no está moviendo las bases. Entonces, el movimiento estudiantil que sí funciona en asamblea tiene dos movimientos potenciales, pero que no son genuinamente actores sociales de origen ciudadano.

Hace falta, por parte de los estudiantes, un mayor acercamiento al movimiento de pobladores. Se han movido muy solos, se han asociado con

los profesores y con la CUT, pero con la cúpula. Hace falta una política de alianza; están muy preocupados de Piñera, del Gobierno, de lo que pueda pasar en el Congreso; están poco preocupados de crear un frente de actores sociales. Eso está un poco en pañales.

Yo creo que es el movimiento que viene de abajo, a través de las asambleas territoriales, los que están más preocupados de crear este frente.

Por eso, creo que hace falta una política enérgica de crítica a la CUT, crítica al Colegio de Profesores –transformación de esos– y un potenciamiento de los pobladores y las asambleas territoriales ciudadanas que están en la base.

Por Patricio Cid

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