Este es el primero de tres reportajes que se publican como una serie, a partir de la edición Nº 114 de El Ciudadano impreso, correspondiente a la segunda quincena de noviembre, sobre guerrillas latinoamericanas.
Los movimientos insurgentes forman parte ya de la historia contemporánea. Algunos, hoy, están en la presidencia de sus países, otros siguen activos y muchos se disolvieron en diversidad de circunstancias. Elogiadas o despreciadas, en Latinoamérica existieron unas 40 organizaciones armadas que movilizaron a miles de personas. El Ciudadano preparó una serie de notas para echar un vistazo al destino de las guerrillas. En este primer despacho, las armas que siguen activas.
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En el mes de octubre, el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, decretó Estado de Excepción en las provincias de Concepción y San Pedro, porque ahí operaba el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). En esas semanas, el gobierno peruano prorrogó el Estado de Emergencia en cuatro provincias por acciones de Sendero Luminoso (SL). En ese período se conoció la noticia de la muerte del jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia/Ejército del Pueblo (Farc-EP), Alfonso Cano. En tanto en México, seguía latente la presencia y la actividad del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) pese al cerco militar de las fuerzas del Estado.
En América Latina, en la actualidad, operan ocho movimientos guerrilleros, con distintas capacidades, diversidad de planteamientos y distintas modalidades. En Colombia, a las Farc-EP se agrega el Ejército de Liberación Nacional (ELN). En México, hay presencia del EZLN, el EPR (Ejército Popular Revolucionario) y el ERPI (Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente). En Perú, unidades de SL. En Paraguay está activo el EPP.
Son organizaciones insurgentes que reivindican figuras como la de Ernesto Guevara, al punto que algunos analistas las definen como “guevaristas”. Pero tiene otros referentes ideológicos como José Carlos Mariátegui, Ricardo Flores Magón, José Martí o Simón Bolívar (existió una Coordinadora Guerrillera que comulgó con el ideario bolivariano).
Varios estudiosos indican que se trata de movimientos de liberación nacional en algunos casos. El EZLN es indicado como “una guerrilla indígena”. Más polémicas son las miradas hacia los “senderistas” en Perú. Claramente todos llevados a la toma de las armas para encarar estructuras políticas y, como lo señalan, el modelo neoliberal.
Todas estas organizaciones están en el listado de “terroristas” establecido con mayor rigurosidad por Estados Unidos desde el 2001, en el diseño de la estrategia “antiterrorista”. En varios países hay ayuda financiera, tecnológica y militar de parte de entidades estadounidenses para combatir a las guerrillas.
APARICIÓN DEL EPP
Para el senador paraguayo José Manuel Bóbeda, el Ejército del Pueblo Paraguayo “es la chispa de un incendio que hay que apagar rápidamente”. El Gobierno ya movilizó a más de tres mil militares en las provincias de Concepción, San Pedro, Alto Paraguay, Amambray, Villa Hayes y Canindeyú para perseguir a lo que sería un centenar de guerrilleros. El EPP tiene en estado de alerta al gobierno de Fernando Lugo.
De este grupo se conoce un documento titulado “Programa Político y Social” donde se reconocen en el origen “francista” (José Gaspar Rodríguez de Francia, reconocido como padre de la nación paraguaya y promotor de medidas antioligárquicas y populares), plantean abolir “el sistema parlamentario liberal-burgués” e instalar “un régimen de congresos populares”, cambiar la Constitución, avanzar hacia “una nueva economía” desechando el modelo neoliberal, terminar con los latifundios y otorgar derechos a los pueblos originarios.
El EPP efectuó ataques a puestos militares y policiales, repartió carne y alimentos entre campesinos que había obtenido en asaltos y es señalado como autor de varios secuestros. Carmen Villalba, dirigente actualmente presa, dijo en una entrevista que el movimiento “está compuesto por patriotas paraguayos que creen en una nueva sociedad, que están cansados de la explotación, y va a depender de las grandes mayorías populares”.
Según el articulista Mariano Bartolomé, el EPP “modifica el mapa sudamericano de la violencia, pues implica la irrupción de una insurgencia armada en una nación sudamericana”.
LA GUERRA COLOMBIANA
La muerte en enfrentamiento armado del líder de las Farc/EP, Alfonso Cano, no hizo sino que comprobar que la guerra está latente en Colombia. Las dos fuerzas enfrentadas al Estado colombiano son las “farianas” y el ELN (“elenos”).
De acuerdo a informes del Ejército colombiano, las Farc/EP tiene unos nueve mil guerrilleros armados, aunque analistas y medios de prensa sitúan en 16 mil la cantidad de integrantes de esa organización que operaría en 24 de los 32 departamentos de Colombia, y que al menos hace un par de años reivindicada la existencia de 60 frentes guerrilleros.
Ante la muerte de Cano, el Secretariado de la agrupación emitió un comunicado donde señaló que “la paz en Colombia no nacerá de ninguna desmovilización guerrillera, sino de la abolición definitiva de las causas que dan nacimiento al alzamiento”.
En tanto, al ELN se le adjudican dos mil 500 insurgentes repartidos por el territorio colombiano, dirigidos por un Comando Central, efectuando diversidad de acciones armadas. Hace poco tiempo hubo noticias de que jefes “elenos” tenían algún tipo de conversaciones con personeros del Gobierno para negociar una salida política al conflicto.
Lo concreto es que Colombia cumple ya más de seis décadas con presencia guerrillera activa, originada en la extendida represión y pobreza en amplias zonas campesinas y en la continuidad de gobiernos conservadores con los que, a pesar de procesos de paz, la guerrilla no llegó a acuerdos concretos para poner fin a la guerra interna.
En la retina de gran parte de la opinión pública latinoamericana, Sendero Luminoso o Partido Comunista del Perú, estaba desarticulado y sin actividad alguna. Sin embargo, este grupo armado está operando en zonas rurales peruanas, sobre todo en la conocida como VRAE (Valle de los Ríos Ene y Apurímac), por donde atacó cuarteles militares y policiales, un helicóptero del Ejército y “objetivos económicos”. Edward Marín, jefe policial en Huancavelica, dijo que integrantes de SL están detrás de huelgas y “acciones violentas” en área cocaleras.
Hace pocos meses, el gobierno peruano debió prorrogar el Estado de Emergencia en Ayacucho, Huancavelica, Junín y Cusco por “persistir las condiciones contrarias al orden público” con acciones de Sendero Luminoso.
Nadie conoce a ciencia cierta la situación del grupo, pero los reportajes de prensa apuntan a que después de la detención de su líder, Abimael Guzmán (en 1992), SL se dividió a lo menos en tres tendencias y que la conocida como “Proseguir” sería la que está actuando en diversidad de distritos y provincias campesinas y de comunidades indígenas.
ZAPATISTAS
En uno de sus escritos de este año, el Subcomandante Insurgente Marcos, indicó que México es “una nación destruida…y rota irremediablemente”, y que por tanto “en nuestras tierras seguimos en resistencia”.
El EZLN, en efecto, sigue instalado con miles de insurgentes principalmente en el Sureste mexicano, resistiendo el asedio militar y policial y en permanente tensión. Pero los zapatistas no tienen sólo su capacidad de fuego y guerrillera. En amplios territorios de Chiapas se desarrollan las Juntas de Buen Gobierno, de las que dependen los municipios autónomos rebeldes y que se encargan de administrar las áreas judicial, educacional, salud, servicios y economía.
La insurgencia indígena tiene su fuerza en el EZLN pero también en las llamadas “bases zapatistas” y prosigue planteando como ejes: los derechos de los pueblos originarios, la autonomía, la liberación nacional, la soberanía y el término del actual sistema político.
Por Hugo Guzmán Rambaldi
El Ciudadano