Heraldo Muñoz y el fallo de la CIJ: Del “nos vemos en La Haya al “cómo te quedó el ojo”

El pez muere por la boca, reza el refrán popular. El canciller Heraldo Muñoz desafió con soberbia y no sin prepotencia a sus pares bolivianos en agosto con una expresión matonesca que debiera costarle más que un traspié político. El desafiante Muñoz tendría que evaluar lo que significaba su belicosa frase “nos vemos en La Haya”. ¿Cómo te quedó el ojo, Heraldo?

Heraldo Muñoz y el fallo de la CIJ: Del “nos vemos en La Haya al “cómo te quedó el ojo”

Autor: paulwalder

Heraldo MuñozA pocas horas de la lectura del fallo que reconoció la competencia de la CIJ para conocer la demanda marítima boliviana, las reacciones han copado la agenda de los medios, y van desde salirse del Pacto de Bogotá, hasta retirarse de La Haya, como propone el ex ministro de Defensa Jaime Ravinet. “La Corte ha infringido el derecho internacional, ha ido más allá de lo jurídico”, dijo el ex DC. Ni lo uno ni lo otro, recomiendan los especialistas. Hay que “desbolivianizar” la política exterior chilena, sostiene el director del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Walter Sánchez, quien es partidario de ampliar el espectro de ocupación de la política exterior, fortaleciendo las relaciones con otros países, como China.

 

La oración “Nos vemos en La Haya”, fue pronunciada el pasado 4 de agosto por el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, en respuesta a la intensión del Presidente Evo Morales de declarar persona non grata al cónsul chileno en La Paz, Milenko Skoknic, por una supuesta intromisión suya en asuntos internos de Bolivia. «Que la Corte de La Haya tome nota y que el Papa tome nota, nuestro ofrecimiento de diálogo es respondido con la expulsión de nuestro cónsul de La Paz (…) Todo tiene un límite. Qué más se puede decir”, sostuvo Muñoz en aquella ocasión. Y remató: “Nos vemos en La Haya».

A estas alturas, ya conocido el veredicto que da luz verde a la competencia de La Haya para resolver el fondo de la reclamación boliviana, la mentada expresión del Canciller admite, al menos, dos nuevas lecturas. La primera es aquella que avala las críticas realizadas por diversos sectores a la gestión de la Cancillería frente a la forma de conducir los asuntos bilaterales, la que, dicen, se basa solo en lo jurídico, es decir, solo se enfoca en el ámbito de los tratados, abandonando la llamada diplomacia de los pueblos, la que supone un acercamiento permanente, mediado por el diálogo entre los gobiernos; cuestión que bien podría evitar la intervención de un tribunal internacional. Un buen ejemplo de esa anhelada vocación de entendimiento es la demostrada por aquellos comuneros que se allanan a un acuerdo solidario para evitar un juicio de partición sobre el patrimonio de la herencia. No hay por qué hacer partícipe a un tercero, si se puede llegar a un arreglo bilateral.

La segunda lectura de la frasecita de marras, es caótica y terminal. En vista de la paliza diplomática sufrida por Chile mediante un contundente 14 a 2, lo esperable es que, en primer lugar, haya un mea culpa de la diplomacia dirigida por el PPD Heraldo Muñoz; reconocimiento hasta ahora ausente en medio de las grandilocuentes declaraciones pos fallo.

Segundo, tras el veredicto que rechazó la objeción preliminar interpuesta por Chile que pretendía desconocer la competencia de la CIJ, el Canciller Muñoz insiste en el mismo tono legal, que no ha hecho sino propinarle derrota tras derrota a su ministerio. “Hay una pretensión de desconocer el Tratado de 1904”, afirma el titular de Relaciones Exteriores, refiriéndose a la aspiración boliviana, y en vez de facilitar el diálogo con La Paz, asegura que no se encuentra prevista una reunión entre Morales y Bachelet, aprovechando la asistencia a la ONU. Por el contrario, Heraldo Muñoz intenta reencantar a su alicaída jefa con el partido de fondo en La Haya, el que, por cierto, nada hace suponer que se puede ganar manteniendo el mismo tenor jurídico.

 

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En rigor, si la chilena fuese una democracia de altos estándares, donde las instituciones tuvieran valor y peso específicos como se asegura, por honor, el señor Muñoz debiese haber dimitido la tarde del jueves 24 de septiembre. Más aún, luego de semejante papelón, ningún funcionario de tan alto nivel debiese mantenerse en el cargo. La Presidenta debiese ejercer su liderazgo y pasar de las palabras a la acción, es lo que esperan, incluso, al interior de la Nueva Mayoría, donde no ven con buenos ojos la permanencia del mismo quipo para lo que viene.

La obvia salida del Canciller también debiese implicar el despido de todo el equipo encabezado por el agente Felipe Bulnes. Si Chile perdiera varios partidos seguidos en su camino a Rusia 2018, la afición exigiría la renuncia de Sampaoli y todo su cuerpo técnico. ¿Por qué el Gobierno no toma una decisión radical?

Que dos diputados oficialistas hayan exigido este viernes a la Cancillería cambiar al agente del Gobierno en La Haya, no solo es lo mínimo esperable con miras a tomarse las cosas en serio, sino una potente señal enviada desde sus huestes y que Michelle Bachelet debiese tener presente. Los diputados Daniel Farcas (PPD) y Gabriel Silber (DC) también pidieron todos los antecedentes del trabajo jurídico de Chile en La Haya, así como los costos de mantener el equipo jurídico y las asesorías que se contratan para defender al territorio chileno en la CIJ. Se estima que solo el desempeño del agente Felipe Bulnes le significa 47 millones de pesos mensuales al país. En el litigio con Perú el Gobierno gastó más de 11 mil 200 millones de pesos.

La realidad es que Chile ha sido llevado por su Gobierno a un juicio evitable. ¿La razón? Según detractores de la política exterior chilena, ésta se encuentra en manos inexpertas. “La Cancillería, esa armada de Brancaleone, inútil y bien pagada, perderá todos los juicios que enfrentemos. Ninguno de esos incapaces han llevado siquiera un juicio de policía local en su vida. Lo de hoy es una derrota, pero la Presidenta los felicita”, sostiene el abogado Roberto Ávila, quien en una columna ironiza con el staff a cargo de la defensa chilena.

A un día de saberse la noticia de que Chile tendrá que agachar el moño, y como niño taimado, presentarse a rendir examen, cabe preguntarse si cuando el Canciller Heraldo Muñoz pronunció su frase “Nos vemos en La Haya”, habrá dimensionado la paradoja de ese enorme contrasentido, que al cabo, terminó facilitando la decisión de los jueces, quienes se supieron validados a la distancia, ni más ni menos, que por la parte demandada. “Ahí nos vimos, y La Haya se declaró competente”, dijo en CNN el ex presidente boliviano Jorge Quiroga.

Palabras que ahora podrían plantearse en tono interrogativo. ¿Nos veremos de nuevo en La Haya, Canciller Muñoz? La respuesta depende de dos aspectos: que la oposición política se aboque a su irrenunciable tarea escrutadora de las acciones del Gobierno, y siente al ministro de Relaciones Exteriores en el banquillo de los interpelados, y que la ciudadanía organizada, al fin, entre a la discusión y debata la conveniencia de mantener un director de orquesta, cuyas partituras carecen de sentimiento integrador. ¿Por qué no explorar la diplomacia de los pueblos?

 


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