Este martes el presidente de Perú, Ollanta Humala, cambió a los políticos a cargo de cinco ministerios como parte de un intento para aliviar la tensión política y social que sufre el país en la actualidad.
El ministro de Interior, Daniel Urresti, fue uno de los que abandonó su cargo después de que la semana pasada tuviera lugar un trágico suceso durante una protesta ciudadana en Pichanaki -en la selva central-, que se saldó con un muerto por proyectil y 37 heridos de bala. Tras el incidente, Urresti negó que la policía hubiera usado armas de fuego para sofocar la protesta, pero las fotos y vídeos que aparecieron tras el incidente pusieron en duda su palabra.
Ollanta Humala evita así una posible censura de su gabinete en marzo al comienzo de la legislatura ordinaria en el Congreso. Ya se había anunciado una recogida de firmas por parte de la oposición para censurar a miembros del equipo de gobierno de Humala, que alcanzó este mes su nivel más bajo de popularidad desde que llegara al poder en julio de 2011.
Urresti, tras su destitución declaró que está feliz «porque finalmente el apra y el fujimorismo van a asistir al diálogo, porque ellos ponían como condición mi cabeza y ahora ya la tienen, así que ya no tienen pretexto para no asistir«.
Además de Urresti, también fueron removidos de su cargo los ministros de Justicia y DDHH, Energía y Minas, de Trabajo y de la Mujer. Este martes tuvo lugar el nombramiento de los nuevos cuatro ministros y el traslado de Fredy Otárola del ministerio de Trabajo al de Justicia, cambio provocado por su defensa a la derogada ley del régimen laboral juvenil –Ley Pulpín– que suscitó críticas y protestas en todo el país.
Según las empresas encuestadoras Ipsos Perú y Datum, la gestión de Humala tiene la aprobación de entre el 22 y el 28 por ciento de la población peruana, mientras que la de su esposa se sitúa en el 16%.
Recordemos que hace unas semanas salió a la luz la noticia de que Nadine Heredia y su hermano estaban siendo investigados por un supuesto delito de blanqueo de capitales a partir de un dinero que habrían recibido durante la campaña electoral de 2006. Este presunto escándalo de corrupción, junto con las protestas estudiantiles que han abarrotado las calles peruanas, han mermado la popularidad del presidente de Perú y de su esposa, muy involucrada en la vida polítca del país.