Mayoría absoluta de escaños, pero no de votos. Con una participación histórica, 9,67 puntos mayor que la de las elecciones de 2012, el 77,45% de los catalanes acudieron este domingo a las urnas para dar la mayoría absoluta al independentismo.
Los sondeos no andaban desencaminados, y los partidos soberanistas (CDC, ERC y la CUP) han obtenido 72 de los 135 escaños del Parlament y el 47,78% de los sufragios.
Junts pel Sí, la candidatura unitaria de CDC y ERC que propone a Artur Mas para que repita como presidente de la Generalitat y lidere el proceso de secesión que prevé, ha logrado 62 diputados. Ciudadanos se convierte en la segunda lista más votada con un crecimiento espectacular y 25 escaños, frente a los 9 de 2012, seguida del PSC, que mantiene el tipo con 16 escaños (pierde 4). Catalunya Sí que es Pot cosecha unos resultados muy por debajo de sus expectativas, y se queda en la cuarta posición con 11 escaños y empatada con el PP, que pierde ocho. La otra candidatura soberanista, la izquierdista CUP, consigue 10 diputados. La Unió de Duran i Lleida queda fuera del Parlament.
La victoria del independentismo es clara, pero con matices. Para empezar, porque con mucha más participación, el soberanismo obtiene 2 escaños menos que en los comicios de 2012, donde la suma de CiU, ERC y la CUP se hizo con 74 diputados. Y ello, pese al espectacular aumento de este último partido, que ha triplicado su resultado de entonces.
Las llaves del Govern quedan así en manos de la CUP, cuyo líder, Antonio Baños, ha dicho por activa y por pasiva que no votará la investidura de Mas. Su partido prefiere un candidato de consenso, a lo que Convergencia se niega y amenaza, incluso con retirar su apoyo al proceso.
Otra piedra en el camino para el entendimiento entre los soberanistas es el número de votos. Junts pel sí había avisado de que si obtenían mayoría de diputados, aunque fuese por uno, harían una declaración unilateral de independencia (DUI), incluso si no lograban mayoría de sufragios. La CUP, por su parte, considera imprescindible obtener la mayoría de votos para que el proceso sea legítimo. Un ciudadano, un voto, que es lo contaría si se tratase de un verdadero referéndum en lugar de unas elecciones autonómicas convocadas en clave plebiscitaria.
Sara Ríos/20minutos