Al iniciar la interpelación a la ministra de Salud Carmen Castillo, al diputado Javier Macaya solo le faltó decir algo así como ‘disculpe ministra, pero a mí me mandaron, nomás’; frase a la que bien podría haberle seguido otra: ‘Igual al final, le vamos a mandar las preguntas a su jefa, perdone por la pérdida de tiempo’. La actitud –a ratos pusilánime– del parlamentario designado por la oposición para interpelar a la titular de Salud, no solo demostró que el instrumento constitucional de la interpelación se ha convertido en una codiciada oportunidad para ganar minutos en televisión, también en lata. Una mediatización extrema y abusiva de un mero trámite administrativo del rol fiscalizador de la Cámara de Diputados. Una imperdonable pérdida de tiempo y un inexcusable despilfarro de recursos públicos.
Resultado: tras dos horas de preguntas y respuestas, la mesa de la Corporación llamó a los diputados a votar la decisión de enviar o no un cuestionario a la Presidenta de la república ¡con las mismas preguntas formuladas a su secretaria de Estado! La respuesta fue afirmativa.
¿Qué deja esta nueva interpelación parlamentaria? Tal vez haya quienes valoren la mediatización de la política y sus actores y vean en ella una suerte de reivindicación de lo republicano y de sumo ejercicio democrático. Están en su derecho. Sin embargo, es muy probable que la ciudadanía, en su mayoría, ni siquiera se haya enterado que este miércoles 30 de septiembre la ministra de Salud fue sentada por la oposición en el banquillo de los acusados, y conminada a responder sobre la salud de un paciente muy particular: la salud pública.
Lo único claro que puede tener la ciudadanía es que la salud en Chile se divide en pública y privada. Que la primera es de sufrir y la segunda es de pagar. Y en esa dicotomía hay que contextualizar la jornada vivida en la Cámara de Diputados, donde la ministra Carmen Castillo entró diciendo que la inversión estatal en salud pública es de 344 mil pesos por persona, y que en el sector privado es de 1 millón 700 mil pesos. A partir de esa realidad, cabe preguntarse qué sentido tiene para la población usuaria de hospitales públicos y consultorios las demás cifras, datos y argumentos esgrimidos por el interpelador y por la interpelada.
En rigor, las preguntas formuladas por el diputado gremialista a la ministra, habría que analizarlas en su mérito, es decir, entenderlas en su afán de resolver una legítima inquietud respecto a la gestión de la cartera, en términos de su capacidad resolutiva de listas de espera, deuda hospitalaria, compra de servicios, formación de especialistas, infraestructura y dotación, etcétera; cuestión para lo que bastaría el simple y pedestre envío de un oficio regular al Minsal. No obstante, la UDI no quiso dejar pasar la inmejorable oportunidad blanquear su alicaída imagen frente al respetable que siguió la transmisión en vivo y en directo, sacando al Gobierno al pizarrón, sin considerar que muchas de las actuales falencias de Salud, tampoco fueron resueltas por ellos cuando estuvieron a cargo del país.
Javier Macaya sostuvo que la negativa de la administración Bachelet de bajar la construcción de hospitales concesionados era un ‘capricho ideológico’ y que ello afectaba a la población que espera su hospital. La respuesta de la ministra fue técnica. Castillo apeló a un informe de la propia Cámara de Diputados que no recomendó esa vía, en el entendido que construcción de hospitales mediante el sistema de concesiones, era más compleja desde el punto de vista de su diseño y gestión, a diferencia de cuando lo hace el Estado. Y agregó que el Gobierno está empeñado en resolver las listas de espera y reducir la deuda hospitalaria, así como disminuir la compra de servicios médicos, mejorando la infraestructura actual y construyendo nueva, como los 27 hospitales y más de 100 Centros de Salud Familiar y Servicios de Alta Resolutividad proyectados, y comprometiendo la formación de más especialistas.
Al finalizar, un diputado oficialista puso los puntos sobre las ies: ‘La discusión sobre salud pública sí es ideológica, pues ella se hace cargo de una forma de entender la sociedad que queremos construir’. Y en ello hay una gran certeza. El antiguo eslogan del Laboratorio Chile, cuando era una empresa estatal, decía: ‘La Salud de Chile es el objetivo de Laboratorio Chile’. Después de esta jornada de dimes y diretes entre el Gobierno y la UDI habría que preguntarse ¿a sabiendas que su estado es precario, cuál es el objetivo de hablar de Salud, delante de todos?