La renuncia de Gajardo a la alcaldía de una de las más grandes comunas de Santiago destapó una sórdida pugna entre el acostumbrado estilo de hacer política cupular y clientelar que mantiene a los actuales representantes populares frente al ideal de ampliar los espacios de participación y bajar las decisiones a la ciudadanía. El pelao Venegas nos cuenta en exclusiva quién es quién en este entuerto.
Este viernes por cuarta vez el Concejo Municipal de La Florida no pudo elegir al alcalde que sucederá a Jorge Gajardo. La ausencia de cuatro concejales concertacionistas y uno del PC (Partido Comunista)frustraron la votación que tiene al UDI -Unión Demócrata Independiente- Rodolfo Carter a las puertas del sillón edilicio.
Desde que el ‘pelao Venegas’ renunció a la alcaldía, el pasado 2 de marzo, no ha habido quórum para elegir edil. Desde una casa reconstruida luego de un incendio, ubicada en uno de los pasajes de un laberíntico sector de La Florida, Gajardo, quien dejó el cargo por problemas en su salud, asiste como espectador a la “lucha fraticida” –como él la denomina- entre los que desean ocupar su puesto y los que no quieren que tal o cual lo ocupe.
Descansando entre comillas, porque ya se encuentra preparando una nueva obra de teatro, “Cuestión de principios”, que habla de “cómo seguir avanzando en este mundo en el que aparentemente no existen posibilidades democráticas pero, sin embargo, existen”.
Gajardo, de 74 años, confiesa que, más allá de su renuncia, seguirá como artista en su lucha cultural, social y política.
Las razones de la renuncia a su cargo, lejos de los rumores sobre un supuesto alzheimer, son otras. En 1984 perdió la audición en un oído producto de una situación traumática que le acarreó alto stress. Ahora, el otro oído amenazaba con apagarse, debido a un cúmulo de situaciones que sobrepasaron el nivel de resistencia de su sistema nervioso. Y como nadie quiere ser mártir a esta altura de la historia, siguió los consejos de su médico y accedió a dejar el cargo.
“He recibido todo el apoyo de la gente en la calle. Ellos entienden que dejo el cargo por mi integridad física y no se sienten defraudados. Lamento no haber tenido la salud para seguir en la pelea, pero hice mi aporte, que queda ahí dispuesto a ser continuado”, comenta.
HISTORIA POLÍTICA SUBTERRÁNEA
No fueron pocos los que se sorprendieron cuando “el pelao Venegas” resultó electo concejal hace cuatro años y luego alcalde, hace dos, de la tercera comuna más poblada del país, concentrando el 2% del electorado nacional. Sin embargo, la faceta política de Jorge Gajardo es tan antigua como su pasión por el teatro.
Ya a los 15 años creó el grupo de teatro del Instituto Nacional. Compañero del ex presidente Ricardo Lagos (y ambos ex alumnos del ex presidente Aylwin), lograron llevar a éste la presidencia del Centro de Alumnos en el año 1953.
En la escuela de teatro, rechazó la europeización que reinaba en los círculos académicos, impulsando proyectos de festivales en los que participaron noveles figuras como Alejandro Sieveking.
Al suspender estos estudios, se graduó de profesor normalista y llegó a ser presidente de los normalistas de Chile. Hizo clases para adultos en el sector de Vivaceta, donde los pobladores montaron los mejores Molière que ha visto en su vida.
Ahí conoció a Elías Lafferte e ingresó al Partido Comunista. Volvió a la escuela de teatro y luego se instaló en la Octava Región, donde terminó su formación teatral en uno de los mejores grupos de Chile, el de la Universidad de Concepción. En la zona, realizó teatro en Lota y Tomé, lugares con un gran movimiento obrero producto del carbón y las fábricas textiles.
Después estuvo en Cuba y a su regreso a Santiago, creó en la Universidad Técnica del Estado, el grupo Teatro Nuevo Popular, de corte brechtiano, con el que viajó por el campo, montando obras sobre la sindicalización campesina.
Comenta que apoyó la tendencia productivista, más allá de la pura nacionalización. Por eso trabajó en la fábrica de algodón Yarur, tomada por sus trabajadores, donde aprendió a manejar las máquinas y conoció la historia del empresario. Ahí también se dio cuenta que no había una buena gestión industrial de parte de los interventores del gobierno de la Unidad Popular.
Con la llegada del Golpe, evitó la persecución política aceptando un ofrecimiento de renuncia de la universidad de manos de Percy Eaglehurst. Fue testigo de cómo los mejor informados de los partidos oficialistas -que veían venir el Golpe- buscaron asilo en las embajadas sin decirle nada a nadie. Luego de eso, se auto-exilió en San José de Maipo, donde ejerció como profesor.
En 1983 fue presidente del Sindicato de Actores de Chile (Sidarte), integrando a los estudiantes de teatro con el fin de generar movimiento social. En esos años estuvo en la trinchera política desde el teatro. Pero nunca separó la política del teatro en su vida. A fines de los ’80 fue invitado al programa “Japenning con Ja” para escribir los libretos políticos que el equipo no se atrevía a escribir. Era el tiempo de Buchi y Aylwin. Luego de eso, Los Venegas, quienes se convirtieron en clásico de la hora de almuerzo de la familia de “clase media” de la transición en sus dos décadas al aire, con personajes tan entrañables como el compadre Moncho, el señor Retamal, el Tololo, Hilda viuda de Maturana, o Gonzalo, músico cesante casado con la hija del matrimonio Venegas.
Hoy, desde la tranquilidad de su hogar, observa el “espectáculo” que están dando los concejales y señala que “no es nuevo, yo lo tuve siempre”.
-¿A qué se refiere con esto?
-Situaciones derivadas del control que quieren tener los partidos políticos, por un lado, y del sistema político mismo, por el otro, por el absurdo sistema que vivimos y nadie hace nada por cambiarlo.
-¿Cómo caracterizaría su forma de hacer política en la alcaldía de La Florida?
-Fui aprendiendo lo que era el municipio y me di cuenta que estábamos presos no sólo por una Constitución amarradora, sino que la dificultad también estaba en esta democracia representativa clientelar. Por eso ideamos con algunas personas un proyecto de democracia más directa para la comuna. Las medidas fundamentales apuntaron a eso.
Por ejemplo, el Plan de Desarrollo Comunal era propuesto por las bases y aprobado arriba, no al revés como solía ser. Para eso y para otras cosas hicimos 48 cabildos. Todo el primer año se dedicó a eso. Porque los técnicos universitarios, los diputados, los dirigentes de partido no tienen la más puta idea de cómo es la realidad abajo, sólo manejan cifras, estudios…
-También hubo cambios en los presupuestos participativos.
-Los proyectos de presupuestos participativos, en los que destinamos 400 y 500 millones en los dos años, se decidieron desde abajo. Apostamos, así, por una organización nueva: Varias juntas de vecinos que crean una asamblea barrial de 500 personas, realmente popular, lo que fue demasiado peligroso, no sólo para la derecha, sino también para los políticos instalados. Si ellos hacen un cabildo, la temática está predeterminada, los acuerdos también y la gente sólo los ratifica. Eso no permite que el ciudadano piense ni se exprese.
-¿Qué cambios promovió en salud?
-En salud, también se consultó a los vecinos si a raíz de las cobranzas que hacen los funcionarios municipales se podían destinar 1.000 millones más para el sector, a lo que la gente dijo sí y se incluyó en el presupuesto. En la educación pública, realizamos una campaña explicando las ventajas de ésta por sobre la subvencionada, potenciando, además, a jóvenes talentosos.
-¿Y en la gestión municipal?
– Establecimos formas de administración interna más estrictas y el control de los gastos, de los objetivos cumplidos, compras universales globales y autos más baratos, con el fin de ahorrar, todo como parte de un ideario democrático. Yo fui un alcalde para todos y a los vecinos se les trató como gente, no como clientes.
El PS ES COMO LA FIFA
Gajardo confiesa que tiene una muy mala opinión de los políticos y de la política como hoy se ejerce, pero afirma que habrá un castigo al político tradicional cupular. Sus dardos se dirigen al diputado del Partido Socialista (PS), Carlos Montes, oriundo de la comuna, quien ejerce el cargo desde 1990, pero se hacen extensivos a todos los políticos que cultivan esta manera.
En conversaciones con funcionarios de la municipalidad de La Florida -que pidieron no ser identificados- todos coincidieron en las presiones que Montes realizó sobre los planes del ex alcalde, así como en la sumisión de los concejales Verónica Aliaga, Nicanor Herrera (PS) y Marco Espinoza (democratacristiano –DC) a sus intereses, lo que se manifestaba en constantes sabotajes a los proyectos de Gajardo.
Asimismo, concordaron en que el trabajo de base que instauró el ex alcalde amenazaba el capital político del diputado socialista, puesto que éste realiza en la comuna una labor casi edilicia y clientelar, consiguiendo pavimentaciones de calles, por ejemplo, actividad que con la participación directa de los vecinos en la decisión sobre el destino de los recursos, se reducía hasta desaparecer.
-¿Cuáles son las situaciones vividas por usted en la alcaldía que explican el deterioro de su salud?
-Tuve una oposición constante a los proyectos que impulsaba de parte de la misma gente de mi partido (PS, al que renunció a principios de marzo). Por eso muchos acuerdos se sacaron con la derecha, porque tenían más prudencia, por lo que dijeron que yo tenía un “contubernio” con la derecha. El diputado Carlos Montes en una reunión del PS local se refirió al administrador municipal como su enemigo. Los concejales Marco Espinoza, Verónica Aliaga y Nicanor Herrera hacían reuniones especiales dedicadas al desmonte de mis planes…. al desmonte para Montes (risas). El comportamiento que tuvieron para oponerse a mi gestión fue tan rastrero, sucio, desleal, que ahora, por ejemplo, Inés Gallardo (concejala que renunció al PPD -Partido Por la Democracia-) ha reaccionado diciendo que jamás votaría por ellos. No hay palomitas blancas en este cuento, es la dictadura del partido.
-Usted ha señalado que dichos concejales “obedecían” al diputado Montes. ¿De qué manera se manifestaba esa obediencia?
-Con la oposición constante. Actuaban en concordancia con Montes, no mirando la importancia municipal de la cosas. Hasta una licitación por un asunto de escombros era entorpecida sin justificación, todo era obstáculo tras obstáculo, porque, además, yo estaba entorpeciendo los arreglos clientelares que se tejían con los empresarios del partido que iban a esas licitaciones.
-¿Qué piensa del Partido Socialista?
-Yo me sentí utilizado por el partido y por quien me llevó a él, Andrés Santander. Yo les di una muy alta votación en La Florida (53%). En el PS el ideario socialista es traicionado por prácticas antidemocráticas. Yo renuncié a ese partido en el que hay pugnas fraticidas, aunque eso es transversal a todos los partidos. Como en la Fifa (Federación Internacional de Fútbol Asociado), socialistas despiden socialistas, no hay Tribunal Supremo en el que se pueda alegar que en la Comisión Electoral formada para velar por la elección del futuro alcalde estaba Montes y Santander (quien, anteriormente, duró dos meses en la administración por su mala gestión), enemigos declarados míos. Un partido que permite eso está mal.
“LA CONCERTACIÓN DEBE ESCUCHAR A LA GENTE”
Fuentes cercanas al ex alcalde señalan que el PS está dividido en numerosas fracciones que lo hacen ingobernable. En el caso de Gajardo, se habría convertido en enemigo de la fracción que encabeza la senadora Isabel Allende, lo que habría derivado en que se comenzaran a despedir a personas del propio partido, colaboradores cercanos del ex alcalde o puestos por éste a su partida.
-¿Qué opinión le merece la situación actual en la alcaldía?
-Vergonzosa. Yo dejé de alcalde subrogante a un socialista, para que no hubiera problemas; un abogado, venido del Gobierno central, que trabajó con las organizaciones de coleros en el conflicto con los feriantes. Pero da la impresión que está demasiado presionado por sectores del PS, y ha despedido gente, a pesar de haber llegado a un acuerdo con los sindicatos de no despedir a nadie. Uno de estos despedidos es Héctor López, un colaborador mío muy cercano. Inés (Gallardo) ha visto lo que me han hecho, por eso prefirió salir de su partido antes que aceptar órdenes y votar por los que me hicieron eso. Ella ha sido tratada de forma muy despectiva, de traidora, de feriante, como si una feriante no pudiese llegar a ser autoridad, o un actor, cuando podemos tener visiones más amplias.
-Usted señaló que Montes no tiene ninguna autocrítica respecto a la derrota de la Concertación. ¿Cuál es la autocrítica que usted espera?
-Perdimos porque no hubo un estudio de lo que la gente quería. La Concertación y la Alianza (Coalición por el Cambio) vienen en bajada, tienen muy bajo rating. La Concertación sólo sobrevivirá si hace un programa nuevo escuchando lo que la gente quiere, es la única forma. Lo demás son arreglines de los mismos políticos, lógicos, porque quieren seguir permaneciendo en los lugares y con las maneras que han estado todo este tiempo, pero eso no beneficiará a la Concertación.
En Uruguay a mí se me hizo claro cuando estuve hace poco. Uno de estos políticos cupularistas me dijo: “El presidente Mujica la está embarrando, trata todos los temas con la gente…”. ¿Y qué revelaba eso?… La Concertación cayó en el error de pensar que los grandes temas se tienen que tratar en cónclaves, a puerta cerrada entre los de arriba, cuando lo correcto es que la gente piense y exprese su opinión.
Hablemos de energía atómica, ahora suscribimos un acuerdo sin consultarle a la gente, eso es lo que ocurrió. El cobre, ¿se le pregunta a la gente si encuentra justo lo que el país se lleva, o nos conformamos con todo lo que se llevan las empresas extranjeras?…
La Concertación debe escuchar a la gente.
-Y en ese sentido, ¿ve diferencias con el gobierno de Sebastián Piñera?
-Hay una continuidad, aunque el gobierno de Piñera dice “nosotros lo estamos haciendo mejor”. Pero hay diferencias, en los planes de salud es clarísimo, en educación también. Un Estado cada vez más debilitado, nula participación ciudadana, porque ven la política de una forma paternalista, cosas que siempre le hemos conocido a la derecha.
Hay dos traiciones que hizo la clase política toda: Una con los «pingüinos» (estudiantes secundarios) y otra con las intenciones de participación ciudadana que mostró al comienzo el gobierno de Michelle Bachelet, combatida absolutamente, porque era mujer, porque la gente “no está preparada, no sabe”, etcétera. Ese era el camino adecuado para la Concertación, que no escuchó y por eso perdió. Si no quieren seguir escuchando, pagarán el pato.
-¿Cómo cree usted que los movimientos sociales pueden influir en la política, considerando la criminalización con los que se les persigue?
-Todos los movimientos, de jóvenes y no jóvenes, son una manera propia, concreta, con recursos y formas distintas de hacer política, en que ellos se entienden y pelean. Eso hay que seguir desarrollándolo, ese es el futuro correcto de la democracia. Están los mapuche, los sin casa, anarquistas… El florecimiento del anarquismo revela que no hay espacios y los cabros se buscan espacios legítimamente. El problema es que se da todo el privilegio al desarrollo económico para estar a la altura de la OCDE y los países desarrollados. Pero sin desarrollo humano real no hay desarrollo integral. No hay tampoco desarrollo de valores que no sean el individualismo y el consumismo, que son ideológicos.
-¿Ha hablado con el diputado Montes después de su salida?
– No. No lo he visto y creo que su posibilidad de ser senador se le vino abajo, algo que lamento, porque a mí no me cae mal, es un buen diputado, pero aquí es patrón de fundo, un caudillo. El jamás sabría ser un buen alcalde porque no trabajaría para todos, porque está formado en esa otra política, la clientelar.
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano