La carta de Horton rechazando ser rostro de Bachelet

Para los que aún no se han enterado, el actor Mario Horton Fleck prendió las redes sociales con una carta en respuesta a la solicitud que le hicieron para ser rostro de la campaña de Bachelet a la presidencia

La carta de Horton rechazando ser rostro de Bachelet

Autor: Sebastian Saá

Para los que aún no se han enterado, el actor Mario Horton Fleck prendió las redes sociales con una carta en respuesta a la solicitud que le hicieron para ser rostro de la campaña de Bachelet a la presidencia. Entre otras cosas, señala que » No puedo ponerme la chapita de la nueva mayoría en el pecho, porque no creo en ellos. Y apoyarla hoy a ella, es apoyarlos a ellos también». La misiva completa la puede leer a continuación.

Compañero,

Quiero agradecerte que hayas pensado en mi para participar en la campaña de Michelle Bachelet. Es algo que no solo me emociona, sino que me empuja a pensar que finalmente, las posibilidades políticas de cambiar el estado de las cosas pasan también por mis manos, aunque sea en una minúscula medida. Debo, eso si, declinar. Es mi responsabilidad. Una responsabilidad que no responde a otra cosa que a mi corazón. No podría apoyar a una coalición que se ha metamorfoseado en el tiempo para sumergir a este país en un sistema en el que no creo.

Debo admitir que vivo en ese sistema a raudales. Tengo auto, si, trabajo en la tele, si, consumo energía exorbitantemente, si, estoy endeudado en el sistema financiero hasta las masas, si, tengo Isapre, si, y mando a mi hija a uno de los mejores colegios privados de Chile, si. Pero sabes porque hago todas esas cosas? Porque tengo miedo. Un miedo inculcado que sentimos todos. Y ese miedo proviene de las fauces mas bestiales de esta realidad nuestra.

Este modelo. Esta estructura relacional entre los seres humanos de mi comunidad que nos hace temerle al futuro, al otro, al pobre, al rico, al jefe, al líder, al vecino, a la vejez, a la enfermedad, a la competencia, a la miseria, al pasado, a todo. Porque nada es mío y me inventaron el deseo de que tenía que poseerlo todo. Esa estructura, infiero, proviene también en cierta medida de una herencia que nos dejó la coalición que hoy encabeza nuevamente Bachelet. Una coalición que históricamente se ha posicionado como un “mal menor” en el escenario político y que en nombre de eso permanentemente se ha moderado en los momentos históricos en los que ha tenido la oportunidad de modificar algo. Una coalición que ha aprobado centrales hidroeléctricas, devastado la Patagonia en aras del desarrollo económico de unos pocos, privatizado Chile entero, que ha manejado horrorosamente el conflicto indígena, los conflictos limítrofes del norte, el problema de la regionalización, que ha dilatado los cambios en educación, en salud, en políticas publicas, que ha tratado negligentemente al movimiento social, que aun no genera el escenario propicio para la abolición del binominal y que no está por la asamblea constituyente, sino que por reformas constitucionales, que no es lo mismo.

Mi intención no es confrontarme con Bachelet, tampoco me pierdo, en esta vuelta hay que derrotar aplastantemente a la derecha y evidentemente ella es la única que lo puede lograr. Le deseo toda la suerte del mundo en esa empresa. Siento, de hecho, un profundo respeto por su figura política y su persona, pero no asi por su conglomerado. No así por varios de los dinosaurios de la tecnocracia que la rodean.

Bien sabemos ambos que la política es un relato colectivo y ese colectivo son básicamente los mismos que gobernaron durante 20 años de manera mas que cuestionable. La política no la hacen buenas personas con buenas voluntades, sino que la elaboran equipos con cohesión política, y no veo eso en la Concertación.

O al menos no la cohesión política por la cual estoy dispuesto a trabajar. No puedo ponerme la chapita de la nueva mayoría en el pecho, porque no creo en ellos. Y apoyarla hoy a ella, es apoyarlos a ellos también. Puedo eso si, disputarles ideológicamente ese concepto que los rebautiza hoy, disputarles esa idea y creer genuinamente, casi cándidamente, en un camino alternativo. Manteniendo una distancia respetuosa y empática con ella (porque no es el enemigo, pero es distinta), siempre en la construcción de una nueva vía. Autónoma. Que hoy es pequeña. Incipiente. Pero que algún día, creo, conducirá los destinos de mi país hacia otras veredas.

Mario Horton Fleck
Actor


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