La columna de Krúpskaya: El diente de Bachelet

Yo sé lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, afirmó ante ágiles periodistas la candidata que volvió de Nueva York

La columna de Krúpskaya: El diente de Bachelet

Autor: Director

KrupskaiaYo sé lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, afirmó ante ágiles periodistas la candidata que volvió de Nueva York. Por supuesto, los ágiles no le preguntaron ni se preguntaron: ¿qué quiso decir la candidata?, ¿qué sabe y por qué sabría lo que sabe? No estaría de más que la hija del General de la Fach que murió víctima de las torturas por ser leal al Presidente Allende, nos contara, nos informara, al menos que informara a sus seguidores. Si ella sabe lo que se puede y lo que no se puede hacer, sabe mucho, sabe lo que los demás no sabemos; ella tiene información privilegiada, ella sabe. Que nos diga, por ejemplo, ¿se puede modificar el código laboral que dejó la Dictadura?, ¿se puede llevar adelante un proceso constituyente con la participación de todos (su slogan de campaña pone: Chile de todos; ¿qué querrá decir eso?, ¿qué quiere decir la candidata con esa frase publicitaria y cómo se armoniza con lo que se puede y lo que no se puede hacer?).

Pero no hay que ser demasiado astuta para entender lo que significa la afirmación de la candidata que estuvo detenida en Villa Grimaldi junto a su madre y fue víctima de torturas de agentes que obedecían las órdenes de los colegas de su tío Fernando, el papá de la otra candidata, esa amiga de infancia en la Base de Cerro Moreno, en el norte, con la que jugaba y competía por quién tenía la muñeca más linda. No hay que ser demasiado leída para darse cuenta que saber lo que se puede y lo que no se puede hacer expresa una evidente relación con quienes tienen el poder, con quienes controlan este país “de todos”, y con lo que están dispuestos a permitir los que detentan el poder. Eso es lo que sabe la candidata. Tal vez comenzó a saberlo el verano pasado, en sus vacaciones en Caburgua, cuando la invitaban a almorzar sus vecinos lacustres, ilustres empresarios entre los que figuraba nada menos que un generoso colaborador de los golpistas que comenzaron a conjurarse aún antes de que el Presidente Allende resultara elegido por el pueblo.

Claro que sabe, pero no lo dice, no nos cuenta lo que sabe y por qué lo sabe. Tampoco nos cuenta que, por supuesto, ella está del lado del poder, que lo que quiera hacer o pretenda o proyecte modificar, lo hará desde el lado del poder, en acuerdo y con negociaciones y con almuerzos incluidos para quienes tienen el poder.

¿Se puede terminar con el robo al descampado de las AFPs, candidata? ¿Se puede terminar con el abuso perverso de las Isapres, candidata? ¿Se puede renacionalizar el cobre para beneficio del “país de todos”, candidata? ¿Se puede terminar con el control de los medios de prensa que reproducen el duopolio y persisten en la desinformación, el adormecimiento y la idiotización, candidata? ¿Se puede implementar un sistema de educación gratuita, universal y de calidad?

Tantas preguntas sin respuesta. Tantas respuestas que llegarán de pronto y profundizarán la institucionalidad neoliberal, antidemocrática, abusiva, insoportable.

La candidata, la de la muñeca más linda de la infancia en la Base Aérea del norte, recibirá más votos y será de nuevo Presidenta. La mamá de Matías Catrileo, joven mapuche asesinado por la espalda por un policía en el primer gobierno de la candidata, repondrá el diente que le volaron por gritarle a la rubia que sonríe (la mamá de Matías no sabe lo que se puede y no se puede hacer; la candidata lo sabe y, gritarle en su cara, no se puede; al fin de cuentas detrás suyo está el poder que ella volverá a administrar en beneficio del sistema de dominación).

El diente de la mamá de Matías voló por el golpe fascista de un seguidor de la candidata, pero la mamá de Matías sigue sonriendo y gritando. Y tiene motivos. Da lo mismo lo que pase en las elecciones del sistema binominal. Una joven libertaria ha sido elegida presidenta de la Feuc; otra joven libertaria ha sido elegida presidenta de la Fech. Mujeres, jóvenes mujeres. La presidenta de la Fech, estudiante de Medicina en la misma escuela que estudió la candidata. Convencida, convencidas las nuevas dirigentes estudiantiles, convencidas las mujeres, convencidos cada día más chilenos, que de lo que se trata es de saber lo que no se puede hacer. Porque es precisamente eso lo que debemos hacer para refundar el Estado. Hacer lo que los poderosos y sus candidatas dicen que no se puede hacer.

Por Krúpskaya

El Ciudadano


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