Tal como lo ha expresado el Ministro de Hacienda ese pequeño grupo de la sociedad, el 10% más rico, elevaría su participación impositiva de un 10,2 a un 23,8 % en el impuesto a la renta.
Todo lo demás es patraña. Esta es la razón por la que se oponen los grandes empresarios, a quienes realmente representa el partido “popular”.
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Como los tocaron en lo único que en verdad les duele, la derecha extrema vuelve a sus andadas, instalan una campaña del terror, amenazan con las penas del infierno y sus dirigentes máximos, los Novoa y los Melero, se salen de sus casillas todos los días.
Un poco de historia siempre viene bien.
La derecha chilena impuso a sangre y fuego su modelo de país y de sociedad en lo que fue el momento histórico más violento y criminal que conoce la historia de nuestro país.
Por cierto no dialogó con nadie, no escuchó ninguna otra opinión, pasó aplanadora y retroexcavadora de la manera más brutal, simplemente asesinó, torturó, hizo desaparecer, exilió a cientos de miles de chilenos. Destruyó y persiguió a las organizaciones sociales e ilegalizó a los partidos políticos.
En ese marco trágico, impusieron su “reforma tributaria”, que en lo esencial permanece hasta hoy.
El resultado de esta imposición es evidente y brutal. Chile, como resultado del “exitoso” modelo impuesto por la derecha, es uno de los países más desiguales del mundo. El 1% de la población concentra el 31% de los ingresos, casí un 50% más de lo que concentra este segmento en EE.UU., 152% más que en Alemania, 235% más que en Suecia.
Si se hila más fino, el 0,1% más rico concentra el 18% de los ingresos (en Suecia es un 3,4%), esto significa que el ingreso mensual por persona de este grupo supera los 80 millones de pesos.
Chile se ha convertido en el país con mayor concentración del ingreso. El 1% más rico captura 2,6 veces más del ingreso total que el 1% más rico de Alemania, casi 3 veces más que el de Japón, de España, por mencionar algunos países desarrollados. El 0,1% de los más ricos captura aún más y el 0,01% de los más ricos (820 personas) 6 veces más. La brecha de ingresos entre el 5% más pobre y el 5% más rico es de 257 veces para el año 2011.
De hecho, el principal ingreso fiscal proviene del IVA que es un impuesto regresivo que afecta por igual a personas de distintos ingresos y patrimonio, lo que en la práctica significa que son los pobres y los sectores medios los que pagan un porcentaje mayor de sus escasos ingresos. Los pobres financian el gasto social destinado a ellos mismos. Esto es el mundo al revés.
¿Por qué las 200 personas más ricas de Chile no son las que pagan más impuestos?
El FUT, que tanto se defiende es un componente que explica estas diferencias aberrantes y que incrementa aún más la desigualdad. Si bien surge como un incentivo a la inversión en 1984 para superar la recesión de los años anteriores, actualmente se ha convertido en una forma de evadir y eludir impuestos por parte de las grandes empresas, se ha convertido en un préstamo sin interés de todos los chilenos a los grandes empresarios que estos filtran hacia otro tipo de sociedades exentas de impuesto y por esa vía son apropiados con distintos propósitos, muy distinto de la supuesta inversión que ellos alegan impulsar. Se calcula que el 50% de los recursos acumulados por el FUT se destina a esos efectos y no a los que le dieron origen.
Eso es lo que defiende la extrema derecha, alias UDI. Para ello miente sin ningún pudor, como ayer mentía para justificar los crímenes de la dictadura. El país ya los conoce.
Nada es esto por si afecta al crecimiento, ni a la inversión ni al empleo. Ni afecta a las PYME como ha dejado en claro el Presidente de la CONAPYME. La reforma no perjudica a los sectores medios, que por lo demás son un grupo social muy diverso en cuanto a sus ingresos y su rol social, ni en lo habitacional ni en ningún otro aspecto. La Reforma, en este campo, lo que pretende es terminar con los negociados de las empresas constructoras y las inmobiliarias que hoy eluden y evaden impuestos y encarecen innecesariamente las viviendas.
La reforma no significa favorecer al 10% más rico en la educación, sino al contrario lo que permitirá es financiar una educación pública, gratuita y de calidad para todos y en todos los niveles que termine con la aguda estratificación del actual modelo educativo y con el gran negocio en que la educación se ha convertido para un puñado de grupos que lucran con fondos públicos y entregan una educación de dudosa calidad.
Esta reforma implica comenzar a terminar con la desigualdad instalada en la educación. En la PSU, por ejemplo, el 80% de los mejores colegios según el puntaje alcanzado por sus alumnos pertenece a Las Condes, Vitacura, La Reina, Lo Barnechea, Providencia, Ñuñoa, Viña del Mar.
Es comenzar a terminar con la desigualdad en el trabajo, mientras la mayoría de los trabajadores gana menos de $264.000 mensuales, la plana gerencial de las grandes empresas que operan en Chile, pueden llegar a un valor promedio de $370 millones al año, es decir más de 30 millones mensuales.
La reforma abre un camino que equilibra la cancha, una cancha donde en el futuro próximo los trabajadores perciban pensiones dignas y no como sucede hoy cuando después de 45 o más años de trabajo perciban pensiones que en el mejor de los casos son equivalentes al 40 % de los ingresos que recibían (acorde a estudios de la OECD).
Podrían sumarse muchos más datos y antecedentes que ponen en evidencia la profunda desigualdad que la derecha impuso a los chilenos. Lo importante es que este cambio tributario empieza a devolver a los chilenos los derechos sociales que el “modelito” de la derecha, resultado de los crímenes de lesa humanidad y de la violencia criminal, convirtió en negocios.
Es esto lo que provoca la ira de la derecha extrema.
Cuando los chilenos mediante una decisión democrática pretenden realizar cambios en ese modelo, la derecha, encabezada por personeros que fueron funcionarios de la dictadura, cómplices no sólo pasivos sino activos de los crímenes de lesa y humanidad y de las políticas que generaron la desigualdad, los Novoa, Coloma, Melero, los Chadwick entre otros, alega, mintiendo como es su estilo, que no hay diálogo, que los programas que se presentan a la ciudadanía no deben ser considerados ni cumplidos, que la voluntad soberana de la inmensa mayoría de los chilenos expresada en las urnas y en las calles y caminos no debe ser reconocida, que la minoría social y política que expresa la derecha es la que debe seguir fijando las normas y condiciones en que debemos vivir los chilenos.
Está claro, les gusta la del burro, o la del payaso si prefieren.
Profesor de Historia
Miembro de la Comisión Política de Izquierda Ciudadana