¿El “Estado Islámico”, la red al-Qaeda, el fallecido Nelson Mandela o el pueblo indígena? Los Estados del mundo usan el marcador del terrorismo de una manera arbitraria que les sirve para sus intereses geopolíticos nacionales tanto como internacionales. Es bastante conocido, que los gobiernos denominan a ciertos grupos y personas como terroristas, por intereses de poder, política y para “justificar” sus operaciones militares y violaciones de los DDHH. Sea sobre territorio, recursos naturales, libertad o independencia: es más regla que excepción encontrar a alguien llamado “terrorista” en un conflicto entre un gobierno y una parte no estatal.
Sin embargo, nosotros consumimos la palabra “terrorista” casi todos los días como si fuera un término no problemático, como si tuviera una definición clara y sobre todo: una denominación que esconde violaciones de los DDHH. Se puede argumentar que el terrorismo es un acto violento dirigido hacia un blanco civil con fines de diseminar miedo por parte de un Estado, un grupo o un individuo. No obstante, esta definición es muy amplia y se puede aplicar a una variedad de actos, por lo que podría ser fundamentalmente mal usada. El hecho de que el terrorismo contiene temor es clave, la palabra “terror” viene del latín en su signficado “miedo”, y algunos definen el terror como “la violencia organizada que despierta al miedo y al horror”.
En todo caso, el terrorismo como término es bastante difícil de delinear, hasta ahora no tenemos una definición de lo que exactamente significa ser un terrorista (a nivel mundial) o lo que es el terrorismo. Algunos lo describen como “crímenes de guerra en tiempos de paz.” Esta definición es problemática, porque se basa en el concepto de la “paz”, algo que también es difícil definir y que contiene varios niveles y sombras. Ni los académicos, ni la ONU, han logrado llegar a un consenso sobre una definición universal del terrorismo, por lo tanto es un concepto extremadamente peligroso cuando se utiliza en procesos jurídicos.
“Tenemos causa de lamentar el hecho de que un concepto legal del terrorismo fue infligido sobre nosotros. El término es impreciso; es ambiguo; y, sobre todo, no sirve para ningún objeto operativo legal,” estas son las palabras de Richard Baxter en el año 1974, ex-juez de la Corte Internacional de Justicia, cuando expresó su incomodidad del uso del terrorismo como un concepto y herramienta legal.
“Terrorista para alguien, luchador de libertad para otro” es un dicho común cuando se trata de describir el fenómeno. El concepto de terrorismo se originó (para el occidente) en la Revolución francesa durante la cual los revolucionarios se referían al régimen del gobierno francés como “terrorismo”. Según la investigadora Jenny Teichman, la definición en Europa y Rusia tras los años 1840 adquirió el significado de “asesinato político”, donde los actos de “terrorismo” de este periodo se entendían como violencia dirigida por actores no estatales en contra del régimen. Como concepto en Occidente, el terrorismo evolucionó del significado de “terrorismo estatal” a significar un terrorismo “irregular” o no estatal durante el siglo XIX y el siglo XX. Todavía se usa el concepto de terrorismo estatal, aunque aparece muy pocas veces en los diarios, como ejemplo, Noam Chomsky insiste que los estados del mundo realizan actos de terrorismo, en noviembre el académico le denominó a EEUU el líder de los estados terroristas del mundo.
Como los gobiernos del mundo tienen distintas comprensiones y cambian sus definiciones de lo que es un terrorista, una persona “terrorista” de hoy puede ser un héroe mañana, como sucedió con Nelson Mandela. En todo caso, esto siempre será dependiente del actor que da su opinión, ya que un terrorista para un actor no es terrorista para otro. Esto también socava la condenación por parte de la ONU en relación a los “actos de terrorismo”.