Tras el envío de una carta al diario El Mercurio, donde tres diputados exponen sus aprensiones frente al TPP, el líder de Revolución Democrática, Giorgio Jackson –uno de los firmantes de la misiva junto Camila Vallejo y Gabriel Boric– explicó a El Ciudadano algunos aspectos que causan su inquietud ante la inminente suscripción del tratado de comercio multinacional por parte de Chile. En su oficina del sexto piso de la Cámara de Diputados, el expresidente de la Feuc y hoy representante del distrito 22, recibió a este medio para profundizar sobre el contenido de sus dichos.
“(En primer término) nos parece que la forma y el fondo de proceder en este tratado son contrarias a lo que nosotros creemos que debe ser una democracia, y en segundo lugar, una economía”.
¿Cuál es su postura, y la de sus colegas que suscriben la carta?
Criticamos el TPP, uno, porque se negoció muy secretamente entre 12 países, con un lobby muy grande por parte de las transnacionales y de las grandes corporaciones, y por otra lado, porque el fondo profundiza una forma de establecer las relaciones comerciales internacionales globales de una manera que no nos parece, poniendo excesiva confianza en la autorregulación de los distintos mercados para obtener óptimos globales que fueran beneficiosos para todos, lo cual nosotros creemos que no es así, que se necesita una intervención por parte de las soberanías de cada pueblo, manifestada en sus Estados, que permitan hacer las propias optimizaciones que los propios gobiernos se determinen: qué producir, cuáles son las líneas prioritarias de desarrollo, en cuanto a las normas de empresas estatales, de medidas medioambientales, de medidas laborales.
¿Dónde está la trampa del TPP?
Todos los capítulos el TPP afectan un montón de áreas que no tienen sólo que ver con el área del comercio internacional, sino (también) con el área de salud, de propiedad intelectual, de empresas del Estado; o con el área laboral o medioambiental. Esa serie de temas (es la que) nosotros no compartimos que se formulen de manera antidemocrática, ni tampoco de manera tan entreguista.
¿En qué etapa del proceso está el tratado?
Se llegó a una negociación final, y ese texto tiene que ser firmado por todos los países; se dice que en febrero, o finales de enero (de 2016). Una vez que se firma (un tratado) cada país tiene formas de ratificación distinta. En Chile tiene que pasar por las dos Cámaras (del Congreso) como una ley ordinaria, y ahí recién ese tratado tiene rango legal.
¿Qué futuro le ve al TPP en Chile?
Va a ser duro, va a estar difícil. Probablemente la mayoría de los parlamentarios del PS, o del PPD, del PC, o incluso varios del Partido Demócrata Cristiano no están de acuerdo con las normas que establece el TPP. Pero vamos a ver cuántos de esos principios sobreviven a la orden de gobierno, porque yo ya he conversado con muchos de ellos, y no están de acuerdo con varios de los contenidos del TPP; hay que ver si la presión que ponga el gobierno va a dar vuelta sus principios, o van a mantenerse firmes en esa convicción.
Texto completo de la carta publicada por El Mercurio este 25 de noviembre
Señor Director:
Desde hace años que Chile ha abierto sus puertas al comercio y a la inversión con otros países. Esto tiene consecuencias de todo tipo, algunas mejores y otras peores. Así, el acceso a algunos bienes supuestamente se hace más barato, mientras que, sin debate de por medio, profundizamos una economía principalmente extractiva, con escasa industria nacional. Así se ha ido configurando una política exterior neoliberal.
El TPP profundiza esto, pero a la vez tiene un alcance político mucho mayor. No solo regula aranceles aduaneros o reglas sobre ingreso de divisas. Como si esto fuera poco, se inmiscuye en la regulación de servicios financieros, empresas del Estado, compras públicas, regulación ambiental, laboral y de las telecomunicaciones. Pero además de todo lo anterior, es un tratado con consecuencias geopolíticas, que determinará quiénes son nuestros «aliados preferentes», en este caso: Estados Unidos y el Asia-Pacífico sin China, en vez de otros países latinoamericanos, por ejemplo.
Dada su relevancia, la política exterior de Chile no puede darse a espaldas de la ciudadanía y el Parlamento. Menos aun cuando tiene implicancias para los derechos sociales de los chilenos y consecuencias no premeditadas en la región. Sin ir más lejos, los antecedentes con los que contamos sobre el efecto de este tratado en la salud pública, confirman nuestros peores temores: nuestros derechos sociales sí se verán afectados.
Los firmantes declaramos nuestra oposición a que la firma de este acuerdo por parte del Gobierno signifique una aprobación sin más: sin debate público, sin posibilidad de excepcionarse de las normas perjudiciales y sin análisis de las consecuencias en todo ámbito.
Gabriel Boric
Giorgio Jackson
Camila Vallejo