Luego de volver de vacaciones a finales de enero, se podía percibir cierto cambio n el estado de ánimo de la presidenta Bachelet. Un cambio de actitud, frente a la compleja agenda legislativa y a la segunda etapa de su mandato, el que se reflejaba en que a su estilo la mandataria iba tomando el control de la agenda, con actividades públicas diarias y la defensa del paquete de reformas que ha impulsado desde que retorno a La Moneda en 2014.
Con el avance, a los tropezones, de la agenda legislativa en el Congreso la gestión del gobierno se podía ver solventada con miras a los desafíos electorales que se asoman: las municipales de octubre y las presidenciales del año próximo, ambos eventos fundamentales para la evaluación final del gobierno y la continuidad de la Nueva Mayoría.
Si bien el escenario presentaba mejorías, la incertidumbre seguía instalada. Ahora, con los hechos de esta semana, pereciera que vuelve a foja cero.
La primera campanada la puso el ministro del Interior, Jorge Burgos. En entrevista con CNN el fin de semana pasado señaló, respecto del proyecto de ley de Aborto en tres causales, que “Las dos primeras causales, si yo fuera diputado, no tengo ninguna duda, si fuera parlamentario respecto de la tercera estaría en un momento de duda (…) uno no es de una coalición por un determinado proyecto de ley (…) prefiero contestar con honestidad”.
Un duro por parte del jefe de Gabinete a un proyecto impulsado con fuerza por la presidenta Bachelet, y que tenía a varios ministros desplegados para asegurar los votos de la coalición de gobierno.
La declaración no dejó indiferente a nadie. El vocero de gobierno, Marcelo Díaz, señaló tratando de poner paños fríos en este tema que “es algo legítimo. El gobierno ya presentó su punto de vista, eso no significa que la gente no pueda presentar su opinión”.
Mientras que en la Nueva Mayoría las respuestas a la declaración de Burgos fueron más duras, salvo la DC que le prestó ropa a su representante en el equipo político de Bachelet.
«Yo creo que el ministro del Interior puede tener el pensamiento que quiera, son proyectos sobre las tres causales, pero no me parece que como ministro el debiera emitir públicamente esa opinión porque crea confusión «, sostuvo el presidente del PC, Guillermo Teillier.
Mientras que el presidente del PPD, Jaie Quintana, declaró: «No son muy aconsejables, más aún cuando aún falta toda la tramitación en el Senado de este proyecto, que es un proyecto importante, no solo para el gobierno, es importante para las libertades de los chilenos y las mujeres de todo el país».
A su turno la presidenta del Partido Socialista, Isabel Allende, señaló que «estamos hablando de un proyecto que es del gobierno y, por lo tanto, él ha expresado una opinión. Hubiese sido más prudente que no se hubiera mencionado. Hubiese sido más prudente porque nosotros estamos buscando votos”.
La defensa vino por parte del senador Jorge Pizarro, presidente de la DC, cuando expresó que «lo que ha hecho el ministro Burgos es expresar la preocupación que podemos tener todos hacia la causal más difícil de evaluar y lo que él ha expresado es su opinión personal, y todo el mundo sabe que la tiene. No se distancia del gobierno que lo integra, porque el gobierno lo integran muchas personas de confianza de la Presidenta Bachelet, que no tienen por qué pensar igual”.
A la vista queda entonces la fractura entre las posiciones al interior de la Nueva Mayoría por los dichos de Burgos. Y con ello, los rumores de que el titular de Interior tendría los días contados dentro del gabinete de Bachelet.
Además el llamado de la Presidenta a la disciplina y al orden se iba, directamente, a la basura.
Caval, más presente que nunca
Durante 2015 el Caso Caval, que involucra al hijo de la Presidenta y a su nuera, golpeó de forma directa y sin contemplaciones a Bachelet y su gobierno. La investigación, que develaba posible tráfico de influencias y especulación inmobiliaria, precipitó el estado de crisis e inestabilidad que ha caracterizado al gobierno.
Si bien para final de año, con medidas cautelares resueltas, se exhibía cierto control de daños, los sucesos de esta semana vuelven a poner esta bomba en el centro de la casa de gobierno.
Por una parte el socio de Natalia Compagnon, Mauricio Valero, señala que la nuera de Bachelet conocía todos los movimientos de Caval; y por otra, el fiscal que investiga la causa, Sergio Moya, recalcaba que “desde enero sabíamos que Compagnon mentía”.
A la vez se daba a conocer el vínculo de la jefa de gabinete de Bachelet, Ana Lya Uriarte (PS) con Caval a través de una serie de asesorías prestadas en el año 2012 por su oficina de abogados.
A pesar de que existirían los respaldos del trabajo realizado por la oficina de Ana Lya Uriarte, el hecho vuelve a poner el foco de atención en el “círculo de hierro” de Bachelet, anulando cualquier estrategia comunicacional que el segundo piso de La Moneda pudiera desarrollar para fortalecer la figura presidencial y la gestión del gobierno.
De esta forma la incertidumbre despierta del sopor veraniego y, entrando al otoño, retoma sus fuerzas para seguir incomodando al gobierno, que sigue atado de manos.