La juventud anarquista y las fiestas patrias

Antes que nada me gustaría dejar en manifiesto que lo siguiente viene a criticar no solo a los anarquistas que sin querer o sin malas intenciones participan en las celebraciones patriotas, sino a la juventud en general que se reivindica así misma como “crítica” pero que son sus practicas las que reproducen aquello mismo que critican, está vez nos limitaremos de acuerdo al contexto en el que en la región chilena se encuentra sucediendo a solo hablar de la patria.

La juventud anarquista y las fiestas patrias

Autor: Sebastian Saá

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Es tanto ideológica como histórica la crítica que el anarquismo ha realizado en contra de la construcción cultural y política denominada “patria” o “nacionalidad”, resulta indignante e inaceptable para la idea misma cualquier anarquista que pretenda si quiera justificar o utilizar como un medio factible el discurso patriota, puesto que se da por entendido que a través de ese mismo discurso se ha explotado, asesinado, degrado y dividido al oprimido durante siglos. Es por eso que los anarquistas y cualquiera que quiera realmente poner en jaque las bases de la opresión debiera extirpar de sus cabezas cualquier pensamiento patriota manifestado en las conductas y en el lenguaje cotidiano de los individuos, me refiero a la xenofobia, a la participación y adoración a símbolos o eventos que veneren la patria chilena.

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También llevándolo al terreno más cotidiano, he realizado ciertas observaciones entre los círculos juveniles y anarquistas en los que me he desarrollado ideológicamente y he participado activamente, y es justamente cuando llegan las fiestas patrias donde noto la no profundización de muchos compañeros en las temáticas y críticas ideológicas que suponen abordar, especialmente la antipatriota. Inicialmente levantan un discurso incendiario en contra de la bandera, el gobierno, en el mejor de los casos incluso el rodeo, pero aquello sólo termina estancándose en el discurso, más allá de que románticamente se den ocasiones donde se quemen banderas en la calle -ocasiones en las cuales por supuesto participaría-, puesto que he notado que tras ese discurso no se cuestionan su asistencia a ramadas, fondas u otras actividades y eventos que tienen como único fin la veneración de la construcción patriota a la cual antes llamaban incendiar. Los compañeros que asisten argumentan que lo hacen sólo por diversión y no por veneración o celebración, supongamos que esto es así, ¿pero no es su asistencia misma un motor y una validación de la construcción patriótica?, si, lo sostengo, ya que no puedes llamar a incendiar la bandera o cuestionar la construcción patriótica desde la fonda, desde la ramada o desde un baile de cueca puesto que son cuestiones totalmente evitables y de las cuales nos merecemos nuestra marginación, porque es sólo en la marginación donde abrazamos la crítica y el cuestionamiento que pueda poner en jaque cualquier problema.

perroLas fiestas patrias alternativas.

También están los que asisten a las fondas y ramadas alternativas, hablo de las que se autodenominan “antipatriotas”, veganas o vegetarianas, sí bien el discurso es notablemente atractivo, termina siendo participe del espectáculo patriota, puesto que resultan la alternativa perfecta para los que quieren “celebrar con rebeldía”, ellos que levantan consignas donde afirman que “no hay nada que celebrar” y que por eso mismo asisten a la alternativa, pero es aquella misma alternativa la necesaria contraparte que necesita la construcción patriótica para incluir a todos dentro de su espectáculo y sus rituales patriotas, incluso a los más rebeldes, sin las alternativas los marginados seríamos muchos más.

En septiembre no hay nada que celebrar.

Por Amelia Ayelén

Fuente: El Sol Ácrata


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