Una clara muestra del tinglado que los jerarcas eclesiáticos han construido para superar el profundo cisma en el que se encuentra la iglesia católica chilena a partir del encubrimiento de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Esto sumado con el conservadurismo extremo que profesan, vinculado con las inexpugnables redes con el poder político y económico del país.
El intercambio de correos electrónicos entre el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati y el cardenal Francisco Javier Errázuriz, donde se evidencia toda la maquinaria que ha construido la Iglesia con el fin de resguardar los intereses de los poderosos jerarcas eclesiásticos. Al mismo tiempo, da cuenta de cómo activan toda la red política con la que cuentan para llevar a cabo sus planes.
Esto queda reflejado en la operación que, al parecer, impidió la llegada del cura jesuita Felipe Berrios a La Moneda como capellán. La intervención de Enrique Correa, lobbista de los grandes grupos económicos y puente de la Concertación con el poder del dinero, se expone en el texto que Errázuriz, que siempre con el rubor en las mejillas defendió los intereses de los poderosos, donde señala que «Antes de salir de Chile llamé a E. Correa para decirle que si el gobierno nombrara al personaje [se refieren a Felipe Berríos] capellán de La Moneda estaría armando un gran e innecesario conflicto, porque te obligaría a rechazarlo, lo cual crearía serias tensiones entre el gobierno y la Iglesia, y al interior de la Iglesia. Me dijo que lo transmitiría de inmediato».
Ante este escenario el ministro del Interior, Jorge Burgos, declaró desconocer las posibles presiones y agregó que “No le podría decir eso (que hubo presiones), no creo. Enrique Correa es una persona amiga del gobierno, con la que se puede conversar, pero no presiona». Don Corleone también conversaba y era elocuente.
Una evidencia de que la máquina política eclesial está totalmente aceitada y con objetivos claramente establecidos.
En este sentido Juan Andrés Murillo, una de las víctima de Karadima, la revalación de estos correos » es un golpe para todos los que pensábamos y esperábamos que el papa Francisco traería aires nuevos y una renovación radical, porque está nombrando y está haciéndole caso a personas y cardenales que están moviéndose de una forma totalmente oscura y con un desprecio a personas que han vivido situaciones de abuso».
¿Gestión del Poder Político o Gestión Pastoral?
La crisis que vive la Iglesia Católica criolla tiene un componente político importante. Su elitización, sin desconocer que la Iglesia como institución siempre ha estado del lado de los poderosos y su estructura responde a ello, tiene relación con la defensa de su poder antes que profundizar su desarrollo pastoral y su vínculo con la comunidad.
Dada su extensa e intrincada red política – empresarial, que le permite influir en todos los sectores de la sociedad, la jerarquía de la Iglesia ha actuado conforme al poder que administra, sin considerar el nuevo momento que vive la sociedad chilena. Situación similar a la que viven los actores políticos tradicionales.
En este sentido el sociólogo Alberto Mayol ha señalado que “la Iglesia Católica chilena tiene un problema relacionado con los negocios, el dinero y las religiones y en ese marco en Chile hay una perspectiva muy conservadora y se decidió que podían resolver los problemas a su manera y no han podido y hoy la crisis se está agravando».
Al mismo tiempo, hace un paralelo en la forma en que se está tratando la crisis a nivel mundial y la forma, “conservadora”, en que la están llevando a cabo en el país y expresa que «no puede estar a contramano de lo que está haciendo la Iglesia Católica en general, en segundo lugar no se pueden comportar como si el caso Karadima no hubiera sucedido, ya que sí lo hizo y les quitó una cantidad importante de legitimidad y por tanto no pueden seguir tomando decisiones como si no lo hubiera hecho, tampoco pueden pretender tener el poder que tenían hace 15 años. Mientras no entiendan que están en crisis es muy difícil que la superen».
La gestión política de la Iglesia ha relevado a la tarea pastoral que debiera desarrollar, el vínculo con la comunidad, que está ahí a la espera de la reacción de sus pastores; sin embargo, la jerarquía de la Iglesia mantiene sus esfuerzos por mantener su estructura a través de los vínculos con la élite.
Con esto la Iglesia se pone en el mismo piso que el resto de las cuestionadas instituciones del país
En este sentido, Mayol sentencia que «hay una comunidad de fieles que sigue creyendo en el mensaje, pero no cree en la administración del mensaje, lo que para la Iglesia es un gran problema que puede redundar en una crisis de feligresía y en otra que tienen hace mucho rato, que es la de las vocaciones».