En una desconcertante entrevista concedida a Pulso, el ex secretario de cultura y comunicaciones del gobierno de Aylwin, furibundo izquierdista del MAPU en los años 70 y renovado empresario desde los 90’, Eugenio Tironi, ofreció una lectura de la dimensión subjetiva de la sociedad chilena. En ella asegura, entre otras cosas, que hoy la clase media lo está pasando bien.
La hipótesis del sociólogo intenta explicar una supuesta desafección del ánimo por el crecimiento económico. Sobre ello indica que “la gente tiene menos disposición a ser asalariado”, motivo por el cual -bajo su óptica- “se ve en los jóvenes profesionales que son más selectivos en el tipo de empleo y no están dispuestos a cualquier sacrificio por su vida laboral”. Este fenómeno se observaría en la siguiente situación: “es cuestión de ver cuántos hijos de los grandes y medianos empresarios de Chile están siguiendo la huella de sus padres, no son demasiados”, revela Tironi.
En este sentido es que se produciría un “aquietamiento” (un achanchamiento, en lenguaje coloquial), porque hay algo que Tironi describe como un Estado Benefactor que permite que “hoy la vida puede hacerse más confortable con un nivel de ingreso menor”. Factor al que suma que la “tecnología e infraestructura son más accesibles y eso mejora mucho la calidad de vida; y porque hay también muchas oportunidades de sobrevivencia económica en el mundo informal de consultorías, comercio”, etc.
Por ello, “las personas no están dispuestas a hacer el tipo de sacrificio que hicieron en el pasado, o hacían sus padres o abuelos, para alcanzar el bienestar económico; o sienten que esos sacrificios no son recompensados justamente o equitativamente, por tanto no están predispuestos a hacerlo”.
En una visión más panorámica, el sociólogo señala que “la globalización trajo consigo la concentración de la riqueza y la distancia entre la élite económica y los grupos medios se ha agudizado”. Pero subraya: “al interior de la clase media se está pasando bien”.
Escarbando en lo que él supone como un ánimo general, Tironi apunta que “en los 90 existía la ilusión de que todos íbamos a ser ricos, y hoy todos queremos ser felices, vivir mejor con lo que tenemos, estamos menos aspiracionales”.
La entrevista se suma a otras maravillosas piezas literarias, tal como aquella columna en que el autor se admiraba con el fenómeno de la «morenización» de las y los vacacionistas en el sur de Chile, a quienes retrataba señalando que “se los veía en grupos, muchas veces tomados de la mano, como para no caerse ante el asombro”.