«No estamos para perder independencia ni autonomía, estamos para incidir programáticamente en un espacio que será determinante en el futuro parlamento y gobierno y por lo tanto en los cambios que se puedan hacer o no en Chile. Si no estuviésemos jugando un rol ahí, otras serían las posiciones hegemónicas que guiarían la agenda de los próximos años, y eso es algo que no nos podemos permitir».
Después de ya varios meses de haber definido como partido comunista nuestra participación en la Nueva Mayoría y el apoyo a Michelle Bachelet, ruidosas críticas han aparecido desde la derecha hasta la izquierda. Por un lado, se nos critica por venir a “izquierdizar” el programa de Bachelet y de ser el elemento de desestabilización social, y por otro, se nos pretende acusar de supuestas traiciones a los principios de izquierda, al movimiento social y, en particular, al movimiento estudiantil. El debate en mi opinión ha carecido muchas veces de elementos de fondo y se ha llenado de prejuicios, desinformación y oportunismo electoral.
Es evidente que la discusión centrada en que si apoyo o no apoyo a Michelle Bachelet, luego que si voté o no voté por ella, después si me sacaré o no la foto con ella y si mi sonrisa fue o no sincera al momento de la foto, además de extremadamente superficial y poco seria, es una discusión que no contribuye ni responde a los desafíos históricos que se avecinan. La política es demasiado importante para farandulizarla con esta pira de observaciones vacías.
Primero, debemos recalcar con justa razón y con toda la legitimidad que nos da nuestra centenaria lucha por la democracia y los derecho sociales, particularmente contra el modelo neoliberal y los abusos del mercado imperante en el Chile post-dictadura, que nos reconocemos parte de todos aquellos que hoy entienden, analizan y acusan las responsabilidades de la gestión de los gobiernos de la concertación en muchos de los problemas que nos pesan en nuestra sociedad actual y se han propuesto como horizonte superar este modelo socioeconómico y construir una sociedad verdaderamente democrática. El tema, sin embargo, radica en cómo nos haremos responsables hoy de avanzar hacia dicha superación.
El actual escenario político nos dice que nuestro país no es el mismo. El movimiento estudiantil y social del cual hemos sido parte fundamental desde mucho antes del 2011–siendo profundamente político- ha logrado, por primera vez desde el retorno de la democracia, instalar con fuerza y amplitud la conciencia sobre las perversidades del modelo neoliberal, mercantilizador de la vida y lo espurio de una institucionalidad política contrademocrática que requiere con urgencia ser superada. Hemos corrido el límite de lo posible, despertado del letargo y del miedo miles de conciencias, hemos logrado conquistar tantas otras y lo más importante, hemos reactivado la posibilidad de profundas transformaciones políticas y económicas dada la nueva correlación de fuerzas sociales que se ven en las calles y también en los partidos. La confianza con la que emprendemos este camino está puesta en esos hechos.
En este sentido, la Nueva Mayoría es un espacio abierto, no así como lo fue la concertación durante los 20 años anteriores en que el debate fue cerrado por el consenso neoliberal y el acuerdo de mantener la institucionalidad política de Pinochet. Esa disputa hoy se ha vuelto a abrir y en gran medida somos nosotros responsables de haber producido ese forado, junto con una serie de otros actores y personajes, muchos de los cuales terminaron por retirarse de lo que fue la concertación y muchos otros que se quedaron.
Si la concertación produjo un consenso neoliberal que encontró respaldo mayoritario en Chile, dado que la mayoría fue ganada para las políticas neoliberales, hoy esa mayoría podemos y debemos disputarla para convencerla y activarla en el camino para generar los cambios y transformaciones que Chile necesita.
Ahora podemos decir que la educación gratuita y de excelencia, la nueva constitución o un nuevo sistema de pensiones ya no son demandas que se deban y puedan defender sólo desde la lucha callejera. Hoy estamos en condiciones nuevamente de propiciar una gran alianza social y política, que resguarde la independencia y la autonomía de los movimientos sociales, pero que posibilite la construcción y aplicación conjunta de un programa de transformación social, basado en la democratización del país, la promoción y resguardo de nuestros derechos fundamentales y el progresivo desmantelamiento del modelo neoliberal, principal responsable de la desigualdad estructural que padecemos. Que esté en posición de cumplirlo y no solo enunciarlo.
El paso que hemos dado no ha significado renuncia alguna a nuestras ideas, ni cambio en los elementos de fondo de nuestro programa. Las exigencias y propuestas que hemos llevado al comando han sido las mismas que seguimos planteando en la calle, que defendimos el 2006, el 2011, 2012 y 2013 (y desde mucho antes), que provienen del movimiento estudiantil, sindical y poblacional en el que estamos insertos. Sin lugar a dudas que no podemos pecar de ingenuos pero tampoco de sabelotodo, sabemos el terreno que pisamos y quienes lo habitan, y también reconocemos la incertidumbre y los riesgos que corremos. Lo importante es que nuestro rol, si bien es distinto al que están jugando otros referentes políticos que apuestan a ser la “tercera alternativa” como lo hicimos durante muchas elecciones pasadas, no es contradictorio con los horizontes políticos que se plantea, sólo aspira a conquistarlo desde otra trinchera más, la de la Nueva Mayoría.
No estamos para perder independencia ni autonomía, estamos para incidir programáticamente en un espacio que será determinante en el futuro parlamento y gobierno y por lo tanto en los cambios que se puedan hacer o no en Chile. Si no estuviésemos jugando un rol ahí, otras serían las posiciones hegemónicas que guiarían la agenda de los próximos años, y eso es algo que no nos podemos permitir.
Yo los invito a hacerse parte de un espacio en construcción, la Nueva Mayoría se debe fortalecer con la incorporación e impronta del mundo social que quiere cambios y transformaciones sociales y políticas y no el polo que quiere volver al consenso neoliberal. Hoy es el momento de actuar unidos a pesar de las diferencias para que nuestros hijos no tengan que estar luchando en 20 años más por los cambios que no pudimos conquistar nosotros.
Camila Vallejos Dowling
Candidata a diputada por La Florida del pacto Nueva Mayoría