Se pretende mostrar la historia mundial como un recorrido de la barbarie a la civilización, bajo una exigencia de Occidente a los estados de acatar unos principios fundamentales en favor de la humanidad. La construcción de estos valores ha llevado miles de años y se enseña como la estructura y los cimientos del mundo moderno. Occidente ensaya una superioridad ética, política y jurídica en el marco de la comunidad internacional con el arquetipo de la prevalencia de lo humano frente a los abusos del poder dominante. Esto es, proteger la vida y la libertad de los individuos es el núcleo central de los derechos humanos contra el poder del Estado.
Como una manifestación profunda de los valores de Occidente se crea el Derecho Internacional Humanitario (DIH) para prohibir circunstancias de guerra de agresión en los conflictos armados en atención a razones humanitarias.
Así, se proscribe todo acto de crueldad, barbarie con relación a los combatientes y, con mayor razón, frente a los civiles no combatientes. Esta regulación o “civilización de la guerra” es una muestra más en favor de los derechos del hombre.
Pero cabe preguntarnos, ¿cómo han operado esos valores de Occidente frente al pueblo palestino?
Para responder esta cuestión es fundamental remontarnos a la creación del estado de Israel y tener en consideración el poder económico de la comunidad judía en Europa y América del Norte. Como hoy en día, controlaban sectores importantes de la banca y las finanzas, y aportaron enormes cantidades de dinero en varias industrias en la Segunda Guerra Mundial contra Alemania. Este poder económico, y la compensación, en cuanto a exculpar la pena moral de Occidente por el holocausto judío, contribuyeron para que en 1947, la Organización de las Naciones Unidas, acatara la petición judía de partición del territorio palestino en dos Estados, uno judío y otro palestino. Mediante la Resolución 181 – Plan de Partición, Palestina pasó de colonia del Reino Unido a ser el territorio escogido para fundar el estado sionista. Sobra advertir que en la mira se contemplaba también el territorio de Argentina y uno africano – Uganda – pero nunca se contempló territorio norteamericano o europeo.
Y claro está, se trajo a colación el manido argumento religioso de la tierra prometida. Pero esta tesis no es suficiente para la expropiación del territorio palestino por Occidente, toda vez que la pueden blandir todos aquellos grupos que a través de la historia han perdido un territorio hace miles de años. Bajo similar lógica, EEUU debería devolver su territorio a los sioux, solo que esta comunidad indígena no cuenta con los recursos económicos para propiciarlo.
Violación de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario
En 1947, no solo se propició por la ONU, de forma violenta, la partición del territorio palestino, sino que se les concedió a los judíos el 56% del territorio, con el apoyo de Estados Unidos y la complicidad de Europa. Así, en 1949 Israel ya había invadido el 78% del territorio palestino, por medio de guerras. La ocupación del territorio palestino ha sido permanente y ampliada: en 1967 con la guerra de los seis días y en 1973 con la guerra de Yom Kipur. En 2014 hemos sido testigos de una nueva matanza en la franja de Gaza, con un número de muertos de más de 2.000, donde perecieron más de 400 niños, atacados de noche mientras dormían y muchos de ellos en campos de refugiados. Unas 4000 personas resultaron heridas y más de 400.000 desplazadas.
Estos actos contrarios al Derecho Internacional Humanitario (DIH) llevados a cabo por Israel contra el pueblo palestino no son nuevos. Basta recordar la “operación plomo fundido” en el año 2009 que dejó un número de muertos de 1.300, entre ellos una gran parte de niños, mujeres y ancianos civiles tras 25 días de terror y devastación.
Pero no solamente son contrarios al DIH los ataques bárbaros contra el pueblo palestino sino el bloqueo a que está sometida la Franja de Gaza, que implica una esclavitud de movimiento, un cerco sobre su territorio y sus vidas, sin que exista el derecho a vivir dignamente, ni mucho menos a la libertad ni a la honra. No hay acceso a agua potable ni a una alimentación adecuada. Israel controla la vida de los habitantes de Gaza, o más bien propicia sus condiciones inhumanas – escasez de alimentos, agua, infraestructuras básicas, salud física y mental–.
El apartheid al que está sometido el pueblo palestino indica que ha sido despojado de su territorio, de sus libertades fundamentales, incluso diariamente se ataca su honor y dignidad bajo un control permanente de las fuerzas de seguridad israelíes. Se ha construido, en el poco territorio que aún conservan los palestinos, un gueto totalmente amurallado, es decir, una prisión que la Corte Penal Internacional encontró violatoria del derecho internacional.
La destrucción de los valores de Occidente
La ocupación permanente y el apartheid al que es sometido el pueblo palestino no sólo se traduce en la negación de los valores occidentales mediante la violencia, muerte y destrucción, sino que muestra la hipocresía de EEUU y Europa, que admiten y apoyan los estados de barbarie a los que supuestamente se enfrentan. Así opera una realidad que quiere convencernos de que todo vale. Estados Unidos y Europa dan su consentimiento para que Israel adelante el holocausto palestino, siendo cómplices de crímenes contra la humanidad, por el apoyo económico y político a la barbarie. La más grande injusticia pretende ser explicada con argumentos irrazonables de defensa, cuando la verdad es que nos encontramos ante un exterminio de un pueblo, planeado y llevado a cabo con precisión milimétrica, donde se degradan los derechos humanos y el sentido de la dignidad de todos. {destacado-1}
La cuestión del holocausto palestino es el núcleo central del fin de los valores de Occidente, e involucra a todo el mundo. El escenario de barbarie y el horror se transmite a todo el mundo, provocando juicios políticos incisivos y contrapuestos sobre las relaciones de dominio geoestratégico y de poder económico. Por fortuna, las épocas del control informático y la persuasión mediática han pasado, y los avances del mundo globalizado permiten comprender la terrible injusticia sobre el pueblo palestino y la destrucción de los valores de occidente.
La ONU y la intervención de la sociedad civil
Pero si bien los gobiernos de Europa y Norteamérica no sólo guardan silencio sino que contribuyen militar, política y económicamente en el apartheid palestino, la ONU conserva sus valores y en su seno se han producido varias resoluciones contra Israel para lograr el retorno a sus hogares y tierras de los refugiados palestinos expulsados. Se rechazó la expansión militar israelí durante la guerra de 1967 y se le exigió el retiro de los territorios árabes ocupados sin la menor atención por parte de Israel.
De forma reiterada, la ONU ha solicitado a Israel rescindir inmediatamente todas las medidas y desistir de todas las decisiones y prácticas tales como anexión de cualquiera de los Territorios Palestinos Ocupados, establecimientos de asentamientos israelíes, demolición de poblados, barrios y casas, expropiación de propiedades, transferencias, deportación y expulsiones de los territorios, negativa a los derechos de refugiados, malos tratos y torturas a los prisioneros, castigo colectivo, etc. Sin embargo, las resoluciones han sido inoperantes porque Israel no las acata y cuenta con el respaldo de Occidente para bloquear cualquier determinación profunda en el seno de la ONU y cualquier medida coercitiva para lograr su cumplimiento.
La sociedad civil mundial, por su parte, ante el horror y la crueldad del sufrimiento del pueblo palestino no se queda impávida y, por el contrario, promueve un boicot económico, académico, cultural y deportivo en contra de la vulneración de los derechos humanos y los crímenes de guerra, bajo la exigencia del fin de la ocupación y el apartheid. En este boicot participan músicos como Roger Waters y David Gilmour de Pink Floyd, artistas como Penélope Cruz, Pedro Almodóvar, Javier Bardem, y otros muchos en todos los continentes.
Con el bloqueo por parte de la sociedad civil se busca que Israel perciba el rechazo de sus acciones para con el pueblo palestino. Mediante el boicot económico se invita al consumidor a no ser cómplice a través de la ausencia de compra de artículos, mercancías, productos y demás procedentes de Israel, pudiendo afectar profundamente su economía. Por su parte, el boicot académico se señala como un modo para presionar a Israel por el respeto a los derechos humanos y los valores de Occidente, suprimiendo toda colaboración y ayuda con instituciones judías. En esta campaña destaca la participación del físico Stephen Hawking y el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu. En cuanto al boicot deportivo, se parte igual que en los otros dos, considerando que el poder económico de Israel ha propiciado la corrupción y complicidad de la FIFA y las organizaciones deportivas mundiales que han dado cupos en Europa a las delegaciones judías, como una forma de aceptar e invisibilizar la masacre del pueblo palestino y los crímenes de lesa humanidad.
No hay lugar a la impunidad internacional. La sociedad global no tolera estas situaciones hoy en día. El repudio internacional se ha hecho sentir con infinitas movilizaciones en todos los continentes que han planteado un boicot comercial, académico y deportivo. Países como Venezuela, Bolivia, Uruguay, Argentina, Ecuador o Brasil, entre otros, han manifestado su apoyo al pueblo palestino. El bloqueo intenta contribuir a propiciar justicia, menos opresión, intolerancia y es un paso de la barbarie a la civilización al rescate de los valores de Occidente, para terminar con “el horror de los horrores” como ha llamado el Secretario de Estado de USA, John Kerry.
Foto de portada: Arab News Facebook account.
via: UE