La Viga Maestra: importancia del cobre en Chile y el ataque de las trasnacionales

Lo que voy a decir los chilenos deberían saberlo, porque los trabajadores y sus sindicatos conocen estos hechos mejor que los gerentes y los dueños de las empresas donde trabajan


Autor: Sebastian Saá

Lo que voy a decir los chilenos deberían saberlo, porque los trabajadores y sus sindicatos conocen estos hechos mejor que los gerentes y los dueños de las empresas donde trabajan. Por eso apelo a sus conciencias sociales.

¿Sabía usted que Chile está dentro de los siete países potencialmente más ricos del planeta? ¿Sabe qué es lo que genera estas expectativas?
Esta larga faja, que orilla el océano Pacifico, dispone del segundo potencial de riqueza pesquera del mundo. Sólo con esto deberíamos vivir en una sociedad próspera y menos desigual; Sin embargo, nuestro mar es explotado por grandes consorcios que se llevan esta enorme riqueza y sólo convertida en harina de pescado. Es sabido que en nuestro país las empresas casi no pagan impuestos y lo que pagan por concepto de IVA se les devuelve: Dejan nada o muy poco.

En lo forestal: nuestros pinos crecen en la mitad de tiempo que en otros países. Acá un pino está listo para ser explotado en 20 años, mientras que en Canadá demora cerca de 40. Ventajas comparativas que no tienen discusión, pero las grandes empresas exportan como chips nuestra madera, dejándonos el menor gasto y mano de obra acá. Estas empresas tampoco pagan impuestos.

La industria química; el salitre, el yodo, el azufre, el molibdeno, el litio y una serie de metaloides que, -por su cercanía con el mar, energía y medios de trasporte-, está en situación sin parangón en el mundo. También son explotados sin valor agregado. Tampoco pagan impuestos.

Nuestros principales recursos mineros: Oro, plata y la colosal riqueza de Chile: “El Cobre”, recurso natural no renovable que fue valorado recibiendo el nombre de “El Sueldo de Chile”, o “La Viga Maestra”. Extraído sin provecho para los chilenos, hemos sostenido desde hace algunos años, con informes indesmentibles (del Servicio de Impuestos Internos, Sernageomin y el instituto Canadiense Frazer ): Que Chile cuenta con el 50% de la riquezas conocidas de cobre en el mundo; que entre todos los países mineros tenemos comparativamente las mejores y más rentables posibilidades de inversión, que es de la más alta calidad, que las condiciones de elementos para su producción están disponibles y son las más económicas, en fin. Esto es sabido por todos los grandes conglomerados, multinacionales y por los indolentes que nos han gobernado estos 20 años.

A lo largo de nuestra historia republicana, con una persistencia ejemplar, las empresas multinacionales se han confabulado para adueñarse del cobre con la complicidad de la clase gobernante, usando los medios más insospechados de sobornos y pagos especiales de servicios, tanto a personas como organismos que inciden en el otorgamiento de servidumbres y reconocimiento de derechos especiales que les permiten inclusive pagar menos de lo que paga un jubilado que de cada bien o servicio que consume, asume el 19% por el IVA. Responsabilidad que le cabe al Comité de Inversiones Extranjeras.
Otra institución de Gobierno al servicio de las multinacionales, es Cochilco, la cual les otorga ciegamente los elementos que le permitan sacar estos recursos no renovables pagando casi nada. También Serneageomin y el Consejo de Defensa del Estado (entidad inoperante en esta materia, a pesar de contar con las herramientas y facultades necesarias). Y habría que mencionar al Banco Central, la Tesorería y el SII, que cuando intenta hacer algo en materia de evasión o elusión tributaria, tiran de los hilos y lo paralizan o le cambian a sus directivos.

Por eso, las empresas extranjeras del cobre, tienen el camino pavimentado para abusar. Se han llevado – en estos últimos tiempos – más de USD $ 60 mil millones de dólares, pagando hasta el 2004, la esmirriada cantidad de USD $ 1.400 millones de dólares vergonzosamente incluidos en un informe al Senado. -Y adjudicándose como impuestos propios, el de retención de sus empleados-. Mientras Codelco, explotando sólo 1/3 del cobre chileno, con todos los problemas administrativos que dice tener, le aporta 5 veces más que todas las empresas privadas que explotan los otros 2/3. Léase bien, además, más del doble de lo que le aporta todo el sector privado junto (bancos, empresas, eléctricas, telefónicas, multinacionales extranjeras del cobre y oro etc.).

Cada uno de los tres últimos años, anteriores a la crisis, Codelco le aportó al Estado, USD $10 mil millones de dólares. Pero además la empresa, es considerada como el botín que los privados añoran, con las más sofisticadas proposiciones. Por eso resultan extraños y tenebrosos los planteamientos de algunos candidatos a la Presidencia, que quieren destruir el principal aporte que recibe el Estado.

Estudios bien documentados e informes de la Tesorería General de la República han comunicado al Senado claramente de estos hechos en la Comisión Especial para la tributación de las grandes empresas mineras. Además, ese informe fue aprobado por unanimidad en ese hemiciclo, por tanto, ningún parlamentario puede alegar ignorancia: ¿Por qué ninguno habla de los recursos mineros?
Dinero con que se podría construir una sociedad, no sólo más justa, sino además tener un país en otro nivel económico. Nunca se había visto algo que produzca esa colosal sangría de recursos y que a ninguna autoridad le importe. Tampoco a los candidatos.

Tenebrosas son también las sugerencias de convertir Codelco en sociedad anónima, dejando la “puerta abierta” para su privatización total a un futuro próximo, tal como se hizo el gobierno militar con los servicios públicos y empresas que alguna vez pertenecieron a los chilenos. Pues bien, la pregunta que surge es ¿Por qué no se le exige la misma contribución a las privadas y transnacionales que a Codelco? El sector privado demuestra mayores costos, menores precios de venta y por años ha declarado sólo pérdidas, esta debería ser razón suficiente para caducar sus concesiones o pensar en su re-nacionalización. Y si Codelco siempre ha entregado utilidades al fisco: ¿Por qué estos privatizadores no han actuado con igual celo, investigando a estas grandes empresas, que a ojos vista y en frente a todas las autoridades, las burlan, para no declarar impuestos?

Veamos cómo estas grandes empresas multinacionales han logrado establecer grandes enclaves financieros para someter a los países desde donde extraen los recursos naturales y financieros.
Rememorando la historia de Estados Unidos, desde mediados del siglo XIX, David Korten en su libro “Cuando las Multinacionales Dominan el Mundo”, señala que las grandes compañías se apoderaron del poder político y recuerda que Lincoln denunció a los ricos que corrompían las altas esferas políticas, mientras que el Presidente Hayes definió como «gobierno de, por y para las empresas» al nuevo régimen que se estaba gestando cuando los grandes capitalistas fueron adquiriendo control sobre los órganos legislativos y el sistema judicial. También recuerda las luchas de los obreros norteamericanos de comienzos de siglo contra los abusos patronales y sostiene que en la administración de Roosevelt, consiguieron derechos que luego fueron anulados en gran medida durante la presidencia de Reagan.

Los mercados ya no tienen nada de competitivos. Esto se ha generalizado en el ámbito internacional, las compras hostiles de empresas, las fusiones, las alianzas estratégicas y joint ventures entre los grandes competidores de Norteamérica, Japón y Europa, para desplazar a los rivales, teniendo como fin la formación de mega consorcios mundiales que actúan por encima de las fronteras. Sus actividades han alcanzado tal envergadura que, del total de las transacciones internacionales de bienes y servicios, un tercio son compraventas entre sus filiales.  Sólo 500 de esas empresas controlan el 70% del intercambio mundial y sus ventas han llegado al 25% de la producción mundial.

El poder financiero está aun más concentrado: Sólo 50 multinacionales poseen el 60% del capital mundial de todo el sector. En la industria global, las cinco mayores compañías controlan más del 40% del mercado en ramas (petróleo, computadoras y medios de comunicación); más del 50% en automotriz, aeronáutica, aeroespacial, electrónica y acero; y más del 70% en bienes de consumo duradero. La conclusión no puede ser más dramática, es falso que la globalización aumente la competencia, al contrario, estimula tendencias monopólicas a escala mundial y fija los precios a su antojo.

No son pocas las corporaciones norteamericanas y de otros países y precisamente en Chile, que ya no se consideran originarias de nuestro país, sino compañías mundiales cuyos objetivos van más allá de los intereses nacionales. Sin embargo, para conseguir exenciones tributarias o subsidios gubernamentales, se envuelven con banderas nacionales y sostienen que contribuyen a la competitividad nacional y que dan trabajo, aunque la mayor parte sea subcontratado. Lo que estamos viviendo, es una transformación consciente e intencionalmente planificada para llevar adelante ambiciones globales de grandes imperios empresariales, con nuestros gobiernos condescendientes como cómplices.

Un verdadero colonialismo económico-empresarial de estas tendencias, impulsadas por serviles escuelas económicas hacia las políticas neoliberales. En este escenario emergen las transnacionales: Instituciones centralizadas en casas matrices no fiscalizables. Empresas globales que, al margen de los intereses sociales de nuestros países son coordinadas duramente desde sus centrales.

Por otro lado, ejecutivos y directores de estas empresas, multimillonarios que se desplazan por el planeta en sus aviones y helicópteros privados; Y el mundo del trabajo, la superexplotación infantil, la semi-esclavitud, salarios infra-humanos, jornadas extenuantes, castigos, accidentes evitables que caracterizan muchas fábricas de las más conocidas marcas mundiales. El sistema de contratistas y subcontratistas que se extiende no sólo en Asia, África y América Latina, sino también en el propio Estados Unidos, lo que permite lavarse las manos sobre los abusos patronales.

Ya no son los dictadores, producto de los golpes de estados los que explotan a los pueblos, sino estos tiranos económicos del mercado los que esclavizan a las mayorías.
Los Bancos Centrales ya no son capaces de frenar la especulación. Cuando intervienen, lo que hacen es transferir el dinero de los contribuyentes hacia los especuladores. Y cuando los gobiernos intervienen; es para salvar a los más ricos, usando argumentos falaces, que sacan sus economistas formados en las mismas escuelas que han financiado estos tremendos grupos fácticos.

Las instituciones financieras internacionales se han transformado en un sistema depredador, desligado de los intereses sociales de los países y están dedicadas a extraer y apropiarse de la riqueza de los contribuyentes y de la economía productiva en cada país.
Así tenemos la tremenda paradoja en Chile, no hay dudas que el producto per capita ha crecido, pero a costa de los sectores desfavorecidos. En 1985, en el gobierno militar, la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre era de 30 veces, nos parecía un escándalo; en 1995, gobierno de la Concertación que prometió más justicia social, la diferencia era de 60 veces y hoy ha aumentado a 90. ¿Puede decirse, aunque hayan disminuido los pobres relativos, que se ha reducido la injusticia social? ¿Podrían, entonces, considerarse exitosos los gobiernos de la Concertación y la sociedad que han construido?

La Organización Mundial de Comercio -OMC- ha logrado una estructura que permite que una transnacional esté respaldada por un gobierno, cuestionando cualquier ley de otro Estado miembro que, a su juicio, la prive de las ganancias esperadas: Se invalida la ley. Así es como las leyes ambientales o sociales pueden ser objetadas por ser demasiado rigurosas al simple juicio de los demandantes.

No es entonces raro, que para sostener el sistema elitista, se hayan apropiado de los medios de comunicación y de los espacios televisivos las 100 empresas más grandes de los Estados Unidos, que tienen comprado el 75% del tiempo de la televisión comercial. Radomiro Tomic dijo una gran verdad relacionada con esto: «Quien controla los medios de comunicación, controla las políticas y la cultura básica de los pueblos». Control que se levanta como la mayor dificultad para hacer cambios más justos.
Mientras el comercio de bienes y servicios mueve entre 20 y 25 billones de dólares por día, las operaciones financieras movilizan entre 800 billones y un trillón de dólares, lo que nos hace pensar que vivimos en un mundo dividido irremediablemente con este sistema especulativo, por clases y élites pequeñas, más que por la geografía. Difícil que esto llegue a ser noticia en los grandes medios.

La pregunta para los políticos en campaña es si tienen conciencia de lo que significa el cobre para Chile. ¿Cuántos de ellos se acordarán de esa fecha tan simbólica y memorable para nuestro país y para la clase trabajadora? En julio se cumplieron 36 años de la nacionalización del cobre, y si no hubiese sido por los mezquinos intereses personales de un puñado de politiqueros que, con su arrogancia y ambiciones personales, permitieron que las grandes multinacionales depredaran nuestra principal riqueza sin ningún beneficio para Chile, su gente estaría viviendo en otros niveles de desarrollo y cultura.

por Jorge Lavandero I.


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano