Las diferencias entre Josefa Errázuriz y Carolina Tohá

Las celebraciones de las ganadoras Carolina Tohá y Josefa Errázuriz advierten de lo que puede pasar en triunfos sobre el gobierno propinados por el movimiento social que podrían terminar siendo robados por la Concertación

Las diferencias entre Josefa Errázuriz y Carolina Tohá

Autor: Mauricio Becerra

Las celebraciones de las ganadoras Carolina Tohá y Josefa Errázuriz advierten de lo que puede pasar en triunfos sobre el gobierno propinados por el movimiento social que podrían terminar siendo robados por la Concertación. Si la alcaldesa electa de Providencia salió a festejar junto a la plataforma ciudadana que hace un año tras consensuar un programa definió su candidatura, en Santiago centro cuando ya era seguro el triunfo de quien fuera vocera de gobierno de Bachelet, se dejaron caer en avalancha los ‘próceres’ de la coalición del arco iris, Ricardo Lagos y su hijo senador, incluidos.

La diferencia también se evidenció en el llamado que hizo Bachelet a ambas. Si Tohá recuerda aquel llamado diciendo que “estábamos las dos felices. Fue de esos llamados de euforia, así que no tuvimos tiempo de profundizar en nada más que felicitarme”; Errázuriz le dijo a la ex mandataria “Presidenta, la forma de hacer política cambió” y la invitó a hacer “ya no Providencia Participa, sino Chile Participa”. El hecho es muy similar al del año pasado cuando el presidente de la FEUC, Noam Titelman, recién electo bajó del carro de la victoria al PPD Francisco Vidal.

La trayectoria de Tohá, estrella concertacionista por ser hija de un connotado dirigente de la UP asesinado durante la dictadura, es bien diferente a la de la dirigenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Providencia.

Hace un año atrás, Josefa Errázuriz era sólo conocida en las juntas de vecinos de Providencia por su defensa de los barrios ante el avance de las inmobiliarias y sus cúbicos edificios. Sin presupuesto ni redes políticas participó de unas primarias de la oposición al alcalde Cristián Labbé que abarcaron desde la derecha liberal hasta la izquierda. El cálculo de la Concertación fue que el 64% que obtuvo el alcalde UDI en las anteriores municipales era irremontable, por lo que desistió de pelear el monopolio de la candidatura.

La dirigenta social recibió el apoyo de Nueva Acción Universitaria de la UC, varios vecinos y organizaciones barriales y, en un discreto segundo plano, de políticos de la Concertación. La campaña cobró la épica del Plebiscito de 1988. Mal que mal se trataba de sacar a un ex militar vinculado a matanza de campesinos adicto a Pinochet, currículum que la democracia chilena de los acuerdos premiaba con una alcaldía de una comuna rica.

En Providencia no triunfó una campaña asesorada por expertos publicistas, como muchos medios intentan interpretar, sino que dicha campaña se montó sobre un trabajo de casi 20 años, la maduración de  organizaciones vecinales y un tejido social que se fue construyendo. Después de todo eso, y no antes, fue presentar tal experiencia como una posibilidad político electoral que corrió por fuera de los partidos.

Errázuriz se impuso con 55,3 % versus 44,6 % del edil que durante 16 años ocupó el cargo. No sólo la ‘dueña de casa’ mandó a un ex militar vinculado a violaciones a los derechos humanos de vuelta al cuartel, sino que por sobre todo demostró que la posta para sumar voluntades para una  nueva mayoría política integra a la Concertación, pero en un rol secundario, muy por detrás de las organizaciones vecinales, además de dar cuenta que candidatos independientes basados en un programa consensuado, con capacidad de movilizarse, pueden hacer tiras la geometría política tradicional.

 Josefa Errázuriz dijo a El Ciudadano que “este triunfo representa la dignidad de la ciudadanía organizada, la que rompió el oscurantismo de la comuna y permitió que efectivamente triunfe una alternativa que busca la armonía, la identidad, el control de los barrios y la sustentabilidad”.

A partir del triunfo de Errázuriz en Providencia es posible consensuar un programa de gobierno y después elegir al candidato que lo represente. De ahora en adelante, una propuesta país discutida vale más que candidatos sonrientes. Ya lo advertía la última encuesta del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), que constataba que para los jóvenes el mecanismo más efectivo para convencer a los electores son las Propuestas programáticas, con un 42% de las nominaciones, superando por lejos otras variables.

 Mauricio Becerra R.

@kalidoscop

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