En territorio chileno hay funcionarios de la DEA, FBI, Grupo Militar y CIA
La justificación: colaborar con las policías chilenas, reforzar el combate contra el terrorismo y el narcotráfico y cuidar la seguridad nacional de los estadounidenses.
Ninguna autoridad estadounidense lo ha desmentido y los gobiernos latinoamericanos lo dan como un hecho. La Central de Inteligencia Americana (CIA) tiene estaciones en prácticamente todas las capitales del continente. Chile no es la excepción. Ésta operaría en la sede de la embajada de Estados Unidos en Santiago. Sus funciones, establecidas por las leyes estadounidenses, tienen que ver con actividad de espionaje y operaciones encubiertas en el exterior. Ya en la investigación del Senado de ese país sobre el apoyo que se dio al Golpe de Estado en 1973, se supo de las acciones de la CIA en territorio chileno e incluso de colaboradores nacionales.
De acuerdo a información que se puede obtener de la misma sede diplomática de Estados Unidos y por hechos aparecidos en la prensa local, en territorio chileno están instaladas también oficinas y equipos de la Agencia Antidrogas, la DEA, del FBI (Buró Federal de Investigaciones), de Investigación Naval (ONR) y un Grupo Militar. Eso, a parte del contingente de marines que protege la embajada.
Las razones para el funcionamiento de esos organismos de espionaje y policiales tienen que ver con la protección de la seguridad interna de Estados Unidos, el combate contra el terrorismo y el narcotráfico, y la cooperación con instituciones como la Policía de Investigaciones y Carabineros. También se agregó la tesis de cooperación militar para el cumplimiento de misiones internacionales en el marco de las Naciones Unidas. Eso estrecha las relaciones operativas y de instrucción entre estamentos militares estadounidenses y las Fuerzas Armadas de Chile.
En esto último cumple un rol importante el Grupo Militar, que sostiene su labor en base a la doctrina y los planes del afamado -o mal afamado- Comando Sur, que establece la estrategia bélica y de seguridad hacia el hemisferio americano. A eso se suman los cursos en la Escuela de las Américas donde históricamente concurren oficiales militares chilenos. También está el relacionamiento de la Armada con la fuerza naval militar estadounidense que tiene su climax en la Operación Unitas, fuerte desplazamiento de barcos de guerra para coordinar acciones de combate y que según el Presidente Sebastián Piñera “constituye un ejercicio multinacional de coordinación, que permite a la Armada chilena interactuar con las marinas de otros países”. En ese marco está la actividad de la Investigación Naval que desarrolla planes de investigación, estudios y desarrollo tecnológico y que tiene oficinas en algunos países, entre ellos Chile.
De casos relativamente recientes de operaciones o acciones de organismos de espionaje estadounidenses en Chile, se tienen informaciones como la de WikiLeaks de que “el FBI está coordinando con Carabineros” tareas en territorio mapuche; el papel del FBI en el caso del joven paquistaní Saif Khan acusado de terrorista y apresado en la embajada de Estados Unidos por funcionarios estadounidenses; la salida intempestiva de Stanley Stoy, representantes del FBI en Chile, por irregularidades que se habrían cometido en torno del caso Khan; sospechas de que la CIA continúa realizando trabajo de Inteligencia e información en territorio chileno; asistencia de policías chilenos al curso del Programa de Asistencia Antiterrorista en Estados Unidos; colaboración con la DEA en operaciones anti-drogas; colaboración y apoyo que se le habría proporcionado al Equipo de Reacción Táctica Antidrogas de la Policía de Investigaciones; integración del Ministerio del Interior a la red de Intercambio de Información en Línea del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
La legislación chilena permite el trabajo de esos organismos de Inteligencia y policiales de Estados Unidos, aunque el control que se tiene sobre sus actividades podría ser escuálido, sobre todo porque el trabajo se efectúa dentro de la embajada y las operaciones son secretas.
En todo caso, no se tiene noticias de que en Chile algún país tenga instalada la cantidad de dependencias y equipos para tareas militares, policiales y de inteligencia como las que tiene Estados Unidos en su edificio de la comuna de Vitacura.
Por Patricia Ryan
Recuadro:
PAREN LAS ANTENAS
Hoy no es imprescindible el trasladar tropas o infiltrar agentes de inteligencia para tomar control y recoger información clave de un territorio equis. Antenas dispuestas en posiciones matemáticas, prestando distintos tipos de servicios, proveen de valiosos datos a Estados Unidos –primero que a nadie- ya sea para fines científicos, o de otra índole.
En Chile existen de distintos formatos, y en este caso nos referiremos a las que en la versión oficial sirven al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés), que busca la no proliferación nuclear y que Chile firmó en 1996 y ratificó en 2000.
En total se trata de siete estaciones ubicadas en cuatro lugares estratégicos: Juan Fernández, Isla de Pascua, Punta Arenas y Limón Verde (Calama). Siendo las tecnologías que ocupan las estaciones también cuatro: infrasonido, hidroacústica, sismológica y de radionúclidos.
Las estaciones de infrasonido, detectan bajas frecuencia que no pueden ser percibidas por el oído humano, y pueden servir para generar alertas tempranas de erupciones volcánicas o tormentas, entre otros.
Las hidroacústicas se ocupan de captar ondas acústicas producidas por fenómenos naturales o por el hombre en los océanos. Esta red comprende solo once estaciones en el mundo y Chile tiene una de ellas en Juan Fernández.
Por su parte las de radionúclidos o radionucleidos se encargan de estudiar la presencia de radiactividad en el aire. Para ser más exactos, un radionúclido es un núclido radiactivo que se desintegra emitiendo una radiación ionizante que lo transforma en otro núclido o modifica su nivel de energía y el efecto más importante de la exposición crónica a la radiación, es el aumento del número de cánceres de la población expuesta, en comparación con una población que recibe menos exposición, ya sea por medio del aire o bien la alimentación.
Consultado por El Ciudadano, Guillermo Parada, quien fuera jefe del Departamento de Sistemas y Administración de la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) señaló que “el mayor miedo por el que se montó el sistema fue porque un grupo terrorista se ponga a probar, pero por otro lado era casi imposible decir que no al tratado, porque el que no firma queda fuera de cualquier tipo de intercambio económico”.
Dentro de los posibles usos no oficiales de este tipo de instalaciones, no podemos descartar que sirvan al monitoreo de los llamados Controlled Earthquakes (Terremotos Controlados) operaciones terrestres y en ocasiones sub oceánicas de grandes corporaciones que, haciendo uso de submarinos atómicos, alcanzan profundidades cercanas a las fallas para realizar detonaciones que permitan liberar, por ejemplo, petróleo.
Otro uso puede ser para la controvertida Red Echelon, la que es considerada la mayor red de espionaje y análisis para interceptar comunicaciones electrónicas de la historia, controlada por el bloque conocido como Ukusa (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda). Echelon es capaz de oír llamadas de teléfono, interceptar e-mails, y se estima puede interceptar más de tres millones de comunicaciones cada día.
Las estaciones en Chile son:
-Estaciones Sísmicas Auxiliares: AS018 Isla de Pascua y AS019 Limón Verde (Zona Norte del país).
-Estación Hidroacústica: HA03 Isla Juan Fernández.
-Estación Infrasónica: IS13 Isla de Pascua e IS14 Isla Juan Fernández y,
-Estaciones de Radionúclidos: RN18 Punta Arenas y RN19 Isla de Pascua.
Otras instalaciones de interés: Red de magnetómetros SAMBA, parte del proyecto ULTIMA.
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Fotografía cabecera: Barack Obama junto a León Panetta, secretario de Defensa del gobierno norteamericano / Fuente
El Ciudadano Nº123, segunda quincena abril 2012