Como cabeza del Ejército, el general René Schneider debió enfrentar una situación delicada en la institución luego del “Tacnazo”, como problemas de disciplina, remuneraciones, adquisiciones, infraestructura militar y social del personal. Ante esto, intentó transmitir al Ejército su estricto respeto a las leyes y la Constitución Política, manteniendo su función políticamente neutral.
En 1970, el posible triunfo electoral de Salvador Allende era sumamente polémico, en particular para algunos militares chilenos, debido a la ideología marxista del entonces candidato. En respuesta a las presiones de la derecha que recibieron los militares para intervenir en el proceso electoral y para prevenir la elección de Allende, Schneider declaró:
“El ejército es garantía de una elección normal, de que asuma la presidencia de la República quien sea elegido por el pueblo, en mayoría absoluta, o por el Congreso Pleno, en caso de que ninguno de los candidatos obtenga más del 50 por ciento de los votos… Nuestra doctrina y misión es de respaldo y respeto a la Constitución Política del Estado” (René Schneider, El Mercurio, 8 de mayo de 1970).
Esta posición sería posteriormente popularizada por el gobierno de la Unidad Popular como “la doctrina Schneider”.
Para evitar la llegada de Allende a la presidencia, el general Roberto Viaux, junto a miembros de Patria y Libertad planearon el secuestro de Schneider, con el fin de provocar la intervención de las Fuerzas Armadas y evitar la sesión del Congreso Nacional. Para culpar a la izquierda crearon un supuesto grupo llamado Brigada Obrero Campesina, liderada por el terrorista de extrema derecha Enrique Arancibia Clavel. Hicieron explotar bombas en las Torres de Tajamar, el aeropuerto de Pudahuel, el Canal 9 de televisión, el supermercado Almac de Américo Vespucio, y en el de Vitacura el 26 de septiembre de 1970, el Instituto Geográfico Militar, la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, la estación eléctrica de Colina, y la Bolsa de Comercio de Santiago, entre otros objetivos. La cadena de diarios de Agustín Edwards Eastman inmediatamente culpó a la izquierda.
Gran parte de los integrantes del grupo terrorista que participó en el asesinato de René Schneider fueron reclutados de los comandos electorales del derrotado candidato conservador Jorge Alessandri, ubicados en Calle Catedral 1589 y 1900. El Informe Church registra en su página 31 que se habían realizado, entre el 5 y el 20 de octubre, veintiún contactos de agentes de la CIA con elementos claves de las Fuerzas Armadas y Carabineros chilenos. A aquellos chilenos que se inclinaban por dar un golpe, se les aseguró un fuerte apoyo en los más altos niveles del gobierno estadounidense, tanto antes como después del golpe.
Tras varios intentos fallidos, a las 08:10 horas del 22 de octubre de 1970, el automóvil oficial de Schneider fue bloqueado en la calle Martín de Zamora, comuna de Las Condes, al llegar a la Avenida Américo Vespucio, por varios vehículos, y un grupo de jóvenes rodeó el automóvil del general, destrozando con martillos los cristales traseros y la puerta trasera lateral derecha. Los secuestradores, al percatarse de que Schneider tomaba su arma para repeler la acción, dispararon sobre él impactándolo con tres balas, y luego huyeron. Schneider fue llevado al Hospital Militar donde falleció la madrugada del 25 de octubre de 1970, debido a una hemorragia hepática. Siu asesinato no provocó el efecto deseado por los complotadores, y Allende fue confirmado en su cargo.
Poco después de los arrestos tras el asesinato de Schneider había unos 200 detenidos. No obstante, la investigación no pudo aclarar algunos personajes claves de la conspiración. Cerca de 50 participantes fueron procesados y encargados reos. Otros varios huyeron del país.
El periodista Edwin Harrington clasificó a los responsables en tres grupos sociales, sicológicos, humanos e ideológicos. El grupo de los “aristócratas” estaba integrado por dos subgrupos: los uniformados y los ultraderechistas convencidos de que el gobierno de la Unidad Popular los haría perder todos sus bienes. Entre los primeros figuraba Viaux, con nombre de batalla “Desiderio”; Camilo Valenzuela, Hugo Tirado, Joaquín García Suárez y Vicente Huerta, además del coronel (r) Raúl Igualt Ramírez, suegro de Viaux; el teniente Sergio Carrera y el capitán Guillermo Jara Llamazares, ambos del regimiento “Húsares’”, que fueron condenados por no dar cuenta de planes que conocían e incluso participar en los atentados terroristas o en la planificación del secuestro.
Los otros, los “magnates”, que accedieron a poner dinero, prestar sus fundos para guardar armas, sus automóviles para acorralar al general Schneider en el momento que abandonaba su casa por Martín de Zamora hacia Américo Vespucio y pagaron los abogados, lo constituían Julio Bouchon Sepúlveda, León Cosmelli, Roberto Vinet, Julio Fontecilla, Jorge de Solminihac, Guillermo Carey Tagle, Jorge Arce Brahm y algunos otros.
Un segundo grupo estaba formado por hombres de la derecha fascista, integrantes de un primer grupo de alessandristas nacionalistas, integrantes de Patria y Libertad, gente de Fiducia y otros fanáticos.
Los que tuvieron participación más directa fueron Juan Luis Bulnes Cerda, sobrino del senador Francisco Bulnes Sanfuentes; los hermanos Julio y Diego Izquierdo Menéndez; Eduardo Avilés Lambié; Andrés Widow; Allan Leslie Cooper; Juan Diego Dávila Basterrica; Eduardo Maffei Reyes; Guido Poli Garaycoechea; Enrique Arancibia Clavel; Mario Montes; Abdul Malak Facur; Rafael Fernández Stuardo; Erwin Robertson; y, Nicolás Díaz Pacheco.
De acuerdo a El Mostrador, entre los donantes de la exitosa campaña del partido de José Antonio Kast al Consejo Constitucional se encuentra León Cosmelli Pereira (del grupo de los magnates), quien fue condenado por su implicación en el asesinato del general René Schneider en 1970. Cosmelli es uno de los mecenas de la colectividad, según consta en el informe oficial del Servel.
Lo anterior simplemente viene a refrendar la mancomunión ideológica y económica de los republicanos con criminales que tanto daño le hicieron a miles de compatriotas y al país en general… Eso es, finalmente, Kast… un sinónimo de retroceso y totalitarismo político y social.
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