El pasado lunes 12 inscribimos una esperanza. Como en tantas oportunidades, aquella jornada la ciudadanía se despertó con la convicción de abrir las alamedas y transitar de manera decidida hacia la refundación de una patria justa y democrática. Para ello, 10 mil personas marchamos juntos hacia el Servicio Electoral con el propósito de incorporar a la papeleta de noviembre una alternativa real para Chile.
El fuerte grito: “¡Todos a La Moneda!”, tantas veces oído en la calle, cobra ahora especial significación. Esta vez se trata de la voluntad por arrebatar el poder a quienes lo han administrado para uso particular durante décadas. Ayer largo y lleno de obstáculos, hoy, en cambio, el campo está abierto y la fortaleza de nuestras élites se encuentra en ruinas. Si avanzamos con paso firme es porque no hay razones para detenerse.
La alternativa existe y juntos podemos hacer la diferencia. La diferencia entre un país donde las personas tengan derecho a vivir dignamente o uno en el cual se les abuse desde la niñez a la tumba. El camino que hemos transitado es el de constituir una tercera fuerza que impulse los cambios reclamados por el pueblo de Chile. Las circunstancias nos obligan a actuar, pues quienes sufren las consecuencias del modelo no tienen duda alguna que debemos transformar Chile. No hay tiempo que perder ni condición que esperar.
El hito de aquel lunes es fruto de un camino que hemos recorrido por décadas y que augura la posibilidad de iniciar un nuevo ciclo político. Las ideas que hemos impulsado quienes, desde distintos frentes, hemos buscado constituir un Chile más justo están en su mejor momento. La batalla de las ideas se muestra a nuestro favor, solo nos queda traducir aquello en una victoria definitiva. Esta candidatura, de todos y todas, se constituye como el instrumento para el propósito de emancipación que nuestro pueblo reclama.
Ayer largo y lleno de obstáculos, hoy, en cambio, el campo hoy está abierto y la fortaleza de nuestras élites se encuentra en ruinas. Si avanzamos con paso firme es porque no hay razones para detenerse.
Las exigencias son múltiples y requieren ser afrontadas con cambios sustantivos. Desde la educación gratuita a los derechos sexuales y reproductivos; desde el derecho a la salud hasta la recuperación de nuestros recursos naturales; desde un sistema previsional público y solidario hasta la protección del medioambiente; todas las banderas que se alzan a lo largo y ancho del territorio exigen cambios profundos a la institucionalidad política y económica.
Lo hemos sostenido incansablemente: refundar Chile implica necesariamente sustituir la institucionalidad ilegítima que separa a los herederos asumidos del legado dictatorial en los campos político y económico, de la inmensa mayoría de chilenos que pagamos sus consecuencias. Así se vislumbra el escenario rumbo a noviembre, como si fuese un plebiscito en el que los chilenos debemos decidir entre la mantención o la sustitución del modelo.
Nuestro lugar está junto a quienes no están dispuestos a prolongar las miserias sostenidas por ya 40 años. En esa vereda de multitudes avanzamos e inscribimos este proyecto político cuya principal voluntad es convocar a una Asamblea Constituyente que permita diseñar entre todos un mejor país.
Por lo anterior es que no hemos salido únicamente a la búsqueda del voto, sino fundamentalmente a forjar el compromiso que se necesita para construir un Chile distinto. A diferencia de las candidaturas que se disputan la administración de lo ya existente, la nuestra busca transformaciones importantes que requieren no solo un candidato sino un pueblo organizado.
Desde el referente Todos a la Moneda estamos comprometidos con devolver al pueblo de Chile el poder que les fue arrebatado. En ese empeño estamos, porque nuestra lealtad está de manera incondicional con la voluntad soberana de los chilenos y chilenas. Si en ello estamos de acuerdo, en noviembre llagaremos todos y todas a La Moneda para cambiar la historia.
Por Marcel Claude